En primera l¨ªnea
El urbanismo salvaje de las costas, los vertidos, las malas pr¨¢cticas pesqueras y el calentamiento global degradan cada d¨ªa m¨¢s las aguas marinas, su flora y su fauna. Hay que tomar medidas ya
Anticipando un d¨ªa caluroso, se hab¨ªa levantado pronto para recorrer las rocas del litoral en busca de marisco aprovechando el frescor de las primeras horas del d¨ªa y la bajamar. Al alcanzar la orilla del mar se sent¨® sobre sus talones y se dej¨® invadir por el sonido de las olas que acariciaban la suave pendiente de la playa en su devenir, humedeci¨¦ndola en un juego de cambiantes texturas y color. Era su momento preferido del d¨ªa.
Esta escena podr¨ªa describir las sensaciones del lector de vacaciones en la costa, pero igualmente podr¨ªa referirse al habitante de la cueva situada junto a la orilla del mar en Sud¨¢frica que representa el asentamiento de humanos modernos m¨¢s antiguo conocido, y cuyos habitantes se alimentaban hace ya 170.000 a?os de moluscos, erizos y otros productos del marisqueo.
El uso de los recursos marinos ha de regularse con criterios cient¨ªficos conservativos
Necesitamos pol¨ªticas de preservaci¨®n del mar firmes, sin concesiones a intereses coyunturales
Hoy, una oleada de espa?oles se ha desplazado a nuestras costas para disfrutar de la sensaci¨®n de bienestar y tranquilidad que la contemplaci¨®n del azul inmenso del mar nos reporta desde entonces. Pero sabemos bien que algo ha cambiado: falta algo y sobra mucho. Las dunas coronadas por pinares han dado paso a edificios de 20 plantas que pugnan por situarse en primera l¨ªnea, como la cueva de nuestro protagonista, comprimiendo la playa por la presi¨®n constructora desde tierra que ha transformado ya uno de cada tres kil¨®metros de nuestra costa.
Incluso el color del mar ha cambiado: falta azul y sobra verde. El aumento de aportes de nitr¨®geno y f¨®sforo a la costa ha estimulado el crecimiento de algas ti?endo de un color verdoso las aguas costeras, cuyo ox¨ªgeno consumen al descomponerse hasta asfixiar la fauna marina creando zonas muertas que se expanden por las zonas costeras del planeta. Una tercera parte del nitr¨®geno que llega a los oc¨¦anos se origina por la actividad humana, principalmente la aplicaci¨®n de fertilizantes agr¨ªcolas, provocando el deterioro global de las aguas costeras. En China, cuya fren¨¦tica actividad y gigantesca poblaci¨®n resultan en enormes vertidos de materia org¨¢nica y nutrientes al mar, compa?¨ªas enteras de soldados se afanan en limpiar la costa de algas para que ¨¦stas no frenen a los nav¨ªos ol¨ªmpicos. Extensiones de basuras se acumulan en las profundidades de los mares templados, e islas de pl¨¢sticos flotantes crecen hasta alcanzar dimensiones colosales en el oc¨¦ano abierto mientras, no muy lejos, algunas islas de verdad est¨¢n en v¨ªas de desaparecer por el aumento del nivel del mar.
Estos pensamientos nos incomodan y nos levantamos de nuestra silla para refrescarnos en el agua de mar, pero al acercarnos a la orilla nos tenemos que preguntar si el ba?o resultar¨¢ realmente refrescante: La temperatura promedio del oc¨¦ano ha aumentado en cerca de 1? C por el calentamiento global, con un aumento de m¨¢s de 3? C en la temperatura m¨¢xima en nuestro litoral Mediterr¨¢neo. Los fr¨ªos oc¨¦anos polares no se libran del calentamiento sino que son los que m¨¢s dram¨¢ticamente sufren sus consecuencias. La p¨¦rdida de hielo del ?rtico se retransmite a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n como un espect¨¢culo en directo cuyo desenlace ser¨¢ un Oc¨¦ano Glaciar ?rtico libre de hielos en verano, provocando p¨¦rdidas de biodiversidad y cambios en el resto del planeta cuyo alcance a¨²n no alcanzamos a prever. Las masas de hielo continentales de Groenlandia y la Patagonia se funden en un reguero de agua que, junto con la expansi¨®n del agua al calentarse, est¨¢ acelerando el aumento del nivel del mar.
Muchas especies de nuestras costas se desplazan hacia el Norte buscando aguas menos c¨¢lidas, mientras que especies ex¨®ticas provenientes de la costa Africana, el Mar Rojo, o mares a¨²n m¨¢s lejanos -polizones del comercio global- se asientan en nuestras costas. Algunas de ¨¦stas, como una medusa llegada del Mar Rojo, contribuyen a las huestes de las masas de medusas a la deriva en el mar que el capricho de las corrientes y el viento llevar¨¢n a una playa u otra. Estas masas de medusas, que proliferan por todo el oc¨¦ano, se benefician de las altas temperaturas y el exceso de plancton que favorecen su crecimiento, y -sobre todo- del colapso de sus predadores: tortugas, presas accidentales de las redes de pesca o de la ingesti¨®n de pl¨¢sticos que ingieren confundi¨¦ndolos con medusas; y peces luna, convertidos en harina para el engorde de pescados de acuicultura. Tambi¨¦n desaparecen sus competidores, atrapados por las redes pesqueras, con lo que sus poblaciones crecen sin restricciones de alimento. En definitiva, al acercarnos a la orilla nos tenemos que preguntar no s¨®lo si el ba?o resultar¨¢ refrescante sino si podr¨¢ resultar urticante.
La presi¨®n pesquera ha diezmado los stocks de peces hasta situarlos a un 10% de su nivel a principios del siglo XX. La pesca de arrastre mal regulada y otras pr¨¢cticas a¨²n m¨¢s impactantes, como la pesca con cianuro y dinamita practicada en algunos pa¨ªses asi¨¢ticos, causan serios da?os en los ecosistemas. Los h¨¢bitats costeros: manglares, marismas, corales y praderas submarinas desaparecen globalmente a velocidades entre 4 y 10 veces superiores a las de p¨¦rdida de la selva tropical. Las praderas submarinas y los arrecifes de coral sufren graves p¨¦rdidas con cada nueva ola de calor, y los arrecifes de coral se ven amenazados por la acidificaci¨®n del agua del mar que el aumento de CO2 est¨¢ provocando. El calentamiento clim¨¢tico podr¨ªa ser el tiro de gracia para unos ecosistemas marinos cada vez m¨¢s cercanos al colapso. Sin embargo, mientras el IPCC eval¨²a las posibles consecuencias del cambio clim¨¢tico sobre los ecosistemas, dedica poca o pr¨¢cticamente ninguna atenci¨®n a los ecosistemas marinos. Esto s¨®lo puede explicarse por el escaso conocimiento que a¨²n tenemos del oc¨¦ano.
A pesar de que venimos utilizando el litoral como h¨¢bitat y fuente de recursos desde hace cientos de miles de a?os, el grueso de los cambios descritos se ha producido en tan s¨®lo una generaci¨®n. Nos hayamos, efectivamente, en primera l¨ªnea, pero es la primera l¨ªnea del frente de batalla del cambio global. Hemos de reaccionar pronto y sin titubeos. Hemos de mejorar el conocimiento cient¨ªfico sobre el oc¨¦ano y su respuesta al cambio global, pues no podemos proteger lo que no entendemos.
El inventario de biodiversidad marina sigue lejos de completarse, deparando a¨²n importantes sorpresas, y las grandes profundidades del oc¨¦ano, que representan el ecosistema m¨¢s grande de la Tierra, siguen a¨²n pobremente exploradas. S¨®lo siete naciones tienen capacidad para acceder directamente a las profundidades marinas, que albergan importantes recursos para la biotecnolog¨ªa. El uso de los recursos marinos ha de regularse con criterios cient¨ªficos conservativos, pues salt¨¢rselos supone pan para hoy y hambre para ma?ana. Las Naciones Unidas intentan regular la explotaci¨®n de los recursos del oc¨¦ano buscando un cambio de paradigma en el concepto de aguas internacionales: de aguas de nadie a aguas de todos en cuya conservaci¨®n se comprometan todas las naciones. Necesitamos pol¨ªticas de conservaci¨®n del mar firmes, sin concesiones a intereses coyunturales. Nuestros ciudadanos han de conocer y apoyar los esfuerzos de la Uni¨®n Europea en la protecci¨®n de los oc¨¦anos y exigir de nuestro gobierno el cumplimiento de los compromisos que nos corresponden. La Directiva Europea H¨¢bitat ha creado una extensa red de espacios protegidos en nuestro litoral que multiplican la superficie marina protegida por nuestros Parques Nacionales y Naturales. La Directiva Marco del Agua compromete a los pa¨ªses miembros a asegurar el buen estado ecol¨®gico del litoral Europeo para el 2015, objetivo que la nueva Directiva de Estrategia Marina extiende a nuestra zona econ¨®mica exclusiva. La Uni¨®n Europea lidera las propuestas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero con el objetivo de detener el calentamiento clim¨¢tico antes de que ¨¦ste supere los 2? C.
La Uni¨®n Europea supone un actor progresivo en la defensa de nuestras costas que asegura la perseverancia en este objetivo frente a la tentaci¨®n recurrente de los estados miembros de traicionarlo para buscar r¨¦ditos pol¨ªticos o econ¨®micos coyunturales. Pero la regulaci¨®n normativa no es suficiente: Inter¨¦sense por el oc¨¦ano, con¨®zcanlo y ¨¢menlo; pues en ¨¦l se encuentra buena parte de nuestro pasado y la garant¨ªa, con su potencial para aportar recursos energ¨¦ticos, agua y alimento, de un futuro para la humanidad.
Carlos Manuel Duarte Quesada es profesor de investigaci¨®n del CSIC, presidente de la Sociedad Americana de Limnolog¨ªa y Oceanograf¨ªa (ASLO) y Premio Nacional de Investigaci¨®n en Recursos Naturales en 2007.
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