Derrota
La derrota es una implosi¨®n, un estallido hacia dentro, y posee una extraordinaria calidad est¨¦tica. Tambi¨¦n su carga ¨¦tica resulta considerable: una victoria ofrece una respuesta ¨²nica y banal; una derrota, en cambio, plantea infinidad de preguntas y, en cierta forma, enriquece a quien la sufre. En el peor de los casos, constituye una distinci¨®n honorable: ya saben, la derrota marca la frontera entre el vencido y el cobarde.
La ciclista Maribel Moreno parece haberse situado, seg¨²n todos los indicios, en el lado incorrecto de la frontera. La "crisis de ansiedad" y la fuga de Pek¨ªn antes de que se descubriera su consumo de EPO (esa droga que genera gl¨®bulos rojos) merecen muy mala calificaci¨®n. En eso, supongo, estamos todos de acuerdo. La misma Maribel Moreno, aislada y en silencio desde la fuga, debe compartir la opini¨®n general. Ha cometido algo vergonzoso, que empa?a la reputaci¨®n de todos sus compa?eros y pone en duda la eficacia y la honestidad de sus jefes federativos.
Esta mujer se ha comportado de manera tonta y cobarde. Ha traicionado la confianza de muchos y ha incumplido un reglamento deportivo. Ha hecho trampa en un deporte pobre y dur¨ªsimo, de cuya inclemencia sabe mucho m¨¢s que nosotros: ella es quien pedalea, quien sube cuestas y traga kil¨®metros, quien se llaga el culo, quien cobra cien veces menos que un futbolista mediocre. Pero ah¨ª se acaba la historia. Maribel Moreno no ha escapado tras atropellar a un peat¨®n, ni ha cometido una estafa inmobiliaria, ni ha maltratado a un ni?o. Maribel Moreno no ha matado a nadie.
Todos hemos cometido alguna vez alg¨²n error atroz, de los que dejan un recuerdo punzante. Todos hemos estado alguna vez en el lado de los cobardes. Muy probablemente, lo nuestro no ha aparecido en la prensa. No hemos sido acusados en la pantalla, en las portadas o en los sermones morales de la radio. No hemos sido el villano nacional.
Lo nuestro, muy probablemente, nos ha salido m¨¢s barato de lo que merec¨ªamos. Como a los dirigentes deportivos, tan honrados y ofendidos, que ayer se lavaban las manos. A ella, en cambio, este error le costar¨¢ car¨ªsimo. Demasiado.
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