Un escalador entre los culones
Contador se queda a 8s del podio, dominado por Cancellara y dem¨¢s rodadores de potencia
"Digamos que at¨ªpica", responde Jeannie Longo, el rostro un mapa de arrugas, en torno a los ojos, en torno a la boca, cuando le preguntan qu¨¦ adjetivo la caracterizar¨ªa mejor. Y le dan a elegir: eterna, inagotable, inoxidable... "At¨ªpica", repite, y sonr¨ªe, de nuevo a la sombra de la Gran Muralla. Acaba de terminar cuarta en la carrera de contrarreloj, acaba de quedarse a 1s de la medalla de bronce, la pata tiesa por un nervio ci¨¢tico inflamado, el cuerpo acatarrado porque se empap¨® bajo la lluvia el domingo, y a¨²n sonr¨ªe. Era, a los 49 a?os, su s¨¦ptima oportunidad ol¨ªmpica, quiz¨¢s la ¨²ltima. Alberto Contador a¨²n no ha llegado a la edad en que pueda sentirse at¨ªpico, a¨²n anda por los 25, y quiz¨¢s por eso ni sonr¨ªe ni nada que se le parezca cuando cruza la meta, mira el marcador y comprende que, finalmente, se va a quedar sin medalla, que el sorprendente sueco Gustav Larsson y su veterano compa?ero Levi Leipheimer ya han terminado mejor que ¨¦l, aunque por muy poquito, y que por detr¨¢s llega Fabian Cancellara, que le han soplado por el pinganillo que baja en moto.
"No me voy a tirar de los pelos", dice el espa?ol. Su mirada de rabia dice otra cosa
El suizo le sac¨® 2m en los dos descensos, en 24 kil¨®metros cuesta abajo
"Es para estar contento. No me voy a empezar a tirar de los pelos por haber terminado cuarto una contrarreloj como ¨¦sta", dicen sus labios, mientras su gesto, su mirada de fuego, de rabia, dice otra cosa. La contraria. Que se tirar¨ªa de los pelos, que empezar¨ªa a arranc¨¢rselos alrededor de la cicatriz que le bordea el cuero cabelludo y no parar¨ªa. "Hay que entenderlo. Es un campe¨®n", le disculpa el m¨¦dico de su equipo, Pedro Celaya, que ha acompa?ado al chico de Pinto junto al mec¨¢nico y al masajista en su intento de hallar la cuadratura del c¨ªrculo en la cuna de la civilizaci¨®n que descubri¨® la p¨®lvora. "Y a un campe¨®n le cuesta, por definici¨®n, asimilar que hay veces en las que no se puede ganar. Por lo menos en caliente. As¨ª que no creo que entienda ahora que Cancellara le pueda sacar 2m en los dos descensos, en 24 kil¨®metros cuesta abajo. Despu¨¦s, esta noche, cuando repasemos los tiempos y analicemos la carrera, comprender¨¢. Ver¨¢ que era su tercera carrera en dos meses, desde el Giro, ver¨¢ que est¨¢ camino de la Vuelta y que a¨²n le falta resistencia, ver¨¢ que es el ¨²nico escalador infiltrado ah¨ª arriba, entre los culones, ver¨¢ que, finalmente, el recorrido no era tan duro como pensaba, que la subida no era tan mala para los rodadores de potencia, que el descenso s¨ª que ayudaba a los ciclistas de 80 kilos, y ver¨¢, tambi¨¦n, que est¨¢ en el buen camino, que llegar¨¢ muy bien a la Vuelta".
Pero s¨ª, algo ya entiende Contador, sus piernas de alambre, sus rodillas golpeadas, casi sangrantes, por la fuerza con que se impulsa sobre los pedales para ponerse de pie en los m¨ªnimos tramos de ascensi¨®n en que el desnivel se acerca al 10%, para tratar de abrir diferencias ligero de pedalada, ¨¢gil, un bailar¨ªn acelerado. "No era una subida para escaladores, estaba claro, era de fuerza", dice, a¨²n sin perspectiva para percatarse de que se ha estado jugando una medalla con Cadel Evans y Leipheimer, los dos que le acompa?aron en el podio de los Campos El¨ªseos cuando gan¨® el Tour, para darse cuenta de que se ha infiltrado en su territorio, el de los vatios como valor absoluto, el de los desarrollos descomunales, el de subir a golpe de ri?¨®n con el culo bien pegado en el sill¨ªn. Una victoria habr¨ªa sido un milagro; una medalla, una muestra de que su clase, su talento, es a¨²n m¨¢s profunda de lo que ha dejado ver, que es mucho; un cuarto puesto, magn¨ªfico. "Basta que ver el peso y el esqueleto de los que han quedado por delante". A Contador, a sus 61 kilitos, le superaron, por este orden, Espartaco Cancellara, de 80 kilos, que llega a la salida como un turista -gafas de sol a la moda, gorra con la visera hacia atr¨¢s, bermudas sobre sus piernas bronceadas- que se dirige a pasar la tarde en el gimnasio, un buen rato entre las pesas haciendo m¨²sculos cintura para arriba, otro rato en el spinning, moviendo sus piernas a toda velocidad logrando que el torso permanezca inm¨®vil, como una escultura griega; Gustav Larsson, otro prodigio del CSC, como si las Cervelo que mueven estuvieran dotadas de un motorcito oculto entre el carbono del cuadro, un sueco de 28 a?os y casi dos metros de altura que cuenta como mejor resultado de su vida alg¨²n t¨ªtulo nacional contrarreloj y un cuarto puesto en el Mundial de la especialidad de hace cuatro a?os, cuando era un joven prometedor en el Fassa Bortolo, y su viejo conocido Leipheimer. ?l, por lo menos, y gracias a una arrancada fulgurante, que parec¨ªa su ascensi¨®n m¨ªtica al Plateau de Beille el Tour de 2007, en la primera vuelta pudo aguantar la remontada de Evans. Despu¨¦s, en el descenso, en la segunda ascensi¨®n, se rindi¨® a la l¨®gica. Samuel S¨¢nchez, que no descartaba nada, acab¨® sexto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.