F¨¢cil sospecha, dif¨ªcil saber
El infierno es m¨¢s grande cuanto m¨¢s peque?o es el sitio en el que est¨¢. Eso es lo que piensa Juan Urbano cada vez que lee la noticia de que otra mujer ha sido asesinada por su pareja, y ve mentalmente un piso diminuto, unas paredes que ocultan golpes, insultos, gritos y amenazas: un infierno de sesenta metros cuadrados en el que es imposible escapar del demonio.
Hace poco, una se?ora con la que habl¨® en Sanl¨²car de Barrameda, C¨¢diz, y que pertenec¨ªa a un club de lectura en el que la mayor parte de los miembros hab¨ªa sufrido malos tratos, le cont¨® a Juan Urbano que su marido le daba unos golpes en el hombro con los dedos anular, coraz¨®n e ¨ªndice cada vez que los informativos hablaban de una nueva v¨ªctima de la violencia dom¨¦stica, y le dec¨ªa al o¨ªdo: "La pr¨®xima ser¨¢s t¨²". Le pregunt¨® cu¨¢nto tiempo llevaba sufriendo esa tortura, y ella, soltando una risa incongruente, le respondi¨®: "?Ay, hijo, pues toda la vida!".
Ojal¨¢ que la lecci¨®n que saquemos todos nosotros no sea que en estas cosas es mejor no meterse
Una pareja puede ser muchas cosas por dentro pero, por fuera, siempre es lo mismo: un par de desconocidos. No sabemos casi nada de la gente de la que creemos saberlo casi todo, y tal vez por eso nos asombra tanto que lleguen las c¨¢maras a nuestra puerta y descubrir que el vecino era un atracador de bancos, o un terrorista, o un canalla que pegaba a su familia. Eso, en el mejor de los casos; porque en el peor, ignoramos lo que queremos saber, por simple cobard¨ªa: mejor no meterse, qui¨¦n sabe lo que podr¨ªa pasarnos.
El mejor ejemplo de eso es lo que acaba de ocurrirle en Majadahonda a un profesor que le llam¨® la atenci¨®n a un individuo al que vio tirar al suelo a su novia, fue atacado por el agresor y ahora est¨¢ en coma en el hospital Puerta de Hierro. Su heroicidad fue in¨²til y, adem¨¢s, seg¨²n afirma la mujer a la que intentaba defender, fue una equivocaci¨®n, porque ella no cree que corriese ning¨²n peligro y no piensa denunciar a su compa?ero, al que defini¨® en un programa de televisi¨®n como "una bell¨ªsima persona". La esposa de la v¨ªctima le replic¨® que si fuese tan bueno no le habr¨ªa pegado a ella ni habr¨ªa mandado a su marido al hospital.
?Qu¨¦ ocurri¨®? ?Cu¨¢l de esas dos personas es el hombre detenido: el ser violento que resuelve sus problemas a golpes que creemos reconocer todos a simple vista o el politoxic¨®mano enfermo de diabetes que dibuja su novia, una persona normal que perdi¨® los nervios en un momento determinado?
Al profesor que est¨¢ en el sanatorio gracias a sus pu?etazos y patadas le va a dar lo mismo si su locura es transitoria o no. En cuanto al juez en cuyas manos caiga el caso, ojal¨¢ sea capaz de hacer justicia. Ser¨¢ dif¨ªcil, porque estudiar el contenido de una pareja es como dividir un n¨²mero impar: el resultado nunca es una cifra redonda, sino que est¨¢ lleno de decimales, de inexactitudes, de matices.
Al arrestado le acusan, naturalmente, de homicidio en grado de tentativa por propinar una paliza al profesor que ahora se encuentra en estado cr¨ªtico, pero si su novia no cambia su testimonio, no podr¨¢n inculparlo por nada m¨¢s, y lo cierto es que la mujer asegura que jam¨¢s le ha puesto la mano encima, tampoco esta vez: "Yo no fui agredida", dice. "He pedido que me hagan un parte m¨¦dico y que me reconozca un forense, para que quede claro que no me ha hecho nada".
Qu¨¦ sencillo es imaginar y qu¨¦ dif¨ªcil es saber, pens¨® Juan Urbano; y cu¨¢ntas sospechas llegan a tenerse en estas ocasiones. ?Todo ha sido una desgracia tremenda pero fortuita? ?Tiene ella miedo de algo? ?De qu¨¦ es una met¨¢fora este episodio terrible: del espanto que sufren muchas personas que viven con su verdugo al que necesitan porque su c¨¢rcel es su ¨²nica escapatoria, o de una de esas corrientes de opini¨®n que quieren sepultar todo lo que se oponga a ellas, desde el derecho de un terrorista a salir a la calle cuando cumple su condena seg¨²n se lo permita el C¨®digo Penal vigente, hasta la presunci¨®n de inocencia de cualquier ciudadano?
Ojal¨¢ que el profesor se recupere, que la verdad salga a la luz, que se castigue lo que deba castigarse y que la lecci¨®n que saquemos todos nosotros no sea que en estas cosas es mejor no meterse, que m¨¢s vale cerrar los ojos, volver la espalda, no saber.
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