Duelo en la sierra
De Eslida a Caravaca de la Cruz en un tr¨¢nsito, como si fu¨¦semos ¨¢ngeles, misteriosos seres -para los no versados en las artes religiosas- que fueron capaces de transportar desde la noble Jerusal¨¦n hasta la no menos insigne villa de Caravaca la cruz que le dio nombre, y que produjo el milagro de la conversi¨®n del rey Abu Zeit, a la saz¨®n due?o de todos los castillos que en las tierras de Castell¨®n hab¨ªa. Deberemos explicarnos mejor: como dec¨ªamos, Zeit Abu Zeit, aun cuando era infiel, all¨¢ por los a?os mil doscientos veinte y pico, mandaba en las tierras de la Serra d'Espad¨¤ y pose¨ªa los m¨²ltiples castillos que a continuaci¨®n se relatan: Matet, Torralba, Ay¨®dar, Villamatur, Almonecir, Alf¨¢ndiga, Xinquer, Mauz, L'Alc¨²dia de Veo, Tales, Almed¨ªjar, A¨ªn, Eslida, Azu¨¦bar, Chover y Castro. Todos en el espacio de un pu?o y formando aquello que Jaime I denomin¨® el Alcadiazgo de Eslida, conjunto de fortificaciones que devendr¨ªan en pueblos con los mismos nombres con que se urdieron.
Pues sucedi¨® que fue a dar Abu con sus carnes en Caravaca huyendo de las batallas que con sa?a repet¨ªa, y en ese mismo lugar don Gin¨¦s P¨¦rez Chirinos lo quiso convertir a la verdadera fe en una magna eucarist¨ªa, y para poder celebrarla y falto de cruz que presidiese la ceremonia se concentr¨®, y orden¨® a algunos ¨¢ngeles que la trajesen del Pr¨®ximo Oriente -que casualmente estaba en periodo de entreguerras- por ser fama las de aquel origen estar talladas con la vera cruz donde clavaron a Cristo.
Sea cierta o no la historia, lo seguro es que en las tierras de la Serra d'Espad¨¤ se produjo el tr¨¢nsito de religiones, y con ello el de los poderes y las culturas, que a partir de entonces pasaron a ser cristianas.
Los dominios de la Serra se concretan en los pueblos que van de A¨ªn a Villamalur si seguimos un criterio alfab¨¦tico, y de Alfondeguilla a Higueras o a Fuentes de Ay¨®dar si seguimos el geogr¨¢fico, o si queremos orientarnos por los r¨ªos que flanquean el espacio deberemos movernos entre las orillas del Mijares al Palancia.
Aqu¨ª encontraremos en grandes cantidades alcornoques, en otras mucho menores frutales, como almendros y cerezos, y en una posici¨®n intermedia pero valiosa, olivos, que producen, como sabemos, el aceite que ha dado fama gastron¨®mica al lugar.
E instalados en la cultura cristiana y ayudados por los jugos de la aceituna podremos degustar los corderos que se mueven por las veredas y azagadores que surcan el territorio desde tiempos de la Mesta -aqu¨ª Junta de Pastores- conduciendo a los ganados en pos de los verdes pastos, hasta donde se hallaren en cada momento.
Cocina rural y sobria, de interior, que presta culto a las carnes y a los fritos, y tiene como ejes de su historia los reba?os y los cerdos, las legumbres y la miel. Por lo dem¨¢s, deberemos comer productos tra¨ªdos de otras tierras, ya que no es de raz¨®n relamerse con las ¨¢guilas, los halcones, azores y gavilanes, cern¨ªcalos y c¨¢rabos, b¨²hos, lechuzas, mochuelos y autillos, rapaces todos que surcan una Serra que tom¨® su nombre de las mil batallas que en sus campos se cruzaron.
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