... y las recetas de Zapatero
Es lo que se propone el Gobierno con el nuevo paquete de medidas aprobadas ayer en un Consejo de Ministros extraordinario. Con su inusual convocatoria a mediados de agosto, el presidente demuestra que est¨¢ dispuesto a recuperar la iniciativa pol¨ªtica en el tratamiento de lo que llam¨® "estancamiento" y "frenazo econ¨®mico". El margen de maniobra del Ejecutivo es limitado, ya que gran parte de las causas de la crisis son externas, pero mejor es tomar iniciativas que, como proponen algunos gur¨²s ultraliberales, quedarse quieto mientras pasa el vendaval. En ese sentido, hay que aplaudir el traslado al terreno estrictamente econ¨®mico de la vocaci¨®n reformista de este Gobierno, y apoyar, por ejemplo, su prop¨®sito de ayudar a las familias y a las empresas en dificultades -siempre que en este ¨²ltimo caso no se recurra a intervenciones directas-; pero las propuestas concretas recitadas ayer por el presidente Zapatero provocan dudas.
En unos casos, por la liviandad de los remedios. Es el caso de la en¨¦sima reducci¨®n de los aranceles que se pagan a notarios y registradores para constituir hipotecas y otros servicios. En otros, por la dudosa rentabilidad de la medida, como las ayudas al alquiler. Y en algunos, las dudas surgen de la imprecisi¨®n. Est¨¢ bien inyectar 20.000 millones de euros para ayudar a peque?as y medianas empresas o a la vivienda, pero hay que detallar la rentabilidad de esas ayudas y a trav¨¦s de qu¨¦ procedimientos se aplicar¨¢n. Las reformas anunciadas -menor burocracia para crear empresas y liberalizaci¨®n de servicios- no tendr¨¢n efecto a corto y medio plazo y, en todo caso, en aquellas actividades que afecten a los mercados las liberalizaciones exigen como contrapartida controles para impedir pr¨¢cticas contrarias a la competencia.
El Gobierno admite ya que estamos ante una crisis grave, y no una simple desaceleraci¨®n; pero el argumento de que a otros les va peor refleja una resistencia a reconocer que sus causas no son s¨®lo ex¨®genas: que hubo inercias que retrasaron, por complacencia con los excelentes registros de empleo y PIB, medidas como las que ahora se enuncian, muchas de ellas planteadas hace a?os. Y se echan en falta asuntos de m¨¢s calado, como la posibilidad de reducir las cargas sociales que pesan sobre la creaci¨®n de empleo o la vinculaci¨®n de las subidas salariales con la productividad y no s¨®lo con el IPC.
Algunos analistas denuncian que el Gobierno dispersa sus pol¨ªticas en demasiadas direcciones y que ser¨ªa mejor seleccionar unas cuantas imprescindibles y aplicarlas hasta el final, rindiendo cuentas de sus resultados. Por ejemplo, en iniciativas de impulso de la productividad, que es la clave esencial de nuestros problemas. La situaci¨®n exige menos agitaci¨®n gestual, a la que tanto recurre la oposici¨®n, y m¨¢s realismo.
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