En el nombre de la Madre, de la Hija y del...
Un movimiento soterrado lucha por la igualdad de la mujer en la Iglesia - Considera clave la ordenaci¨®n - El Vaticano hace o¨ªdos sordos
"En el nombre de la Madre, de la Hija y de la Esp¨ªritu Santo. Diosa nuestra, acoge a nosotras, cristianas (...) Madre nuestra que est¨¢s en los cielos..." Las te¨®logas feministas nos proponen invertir, subvertir, el lenguaje de g¨¦nero de la liturgia cat¨®lica para que comprobemos la apropiaci¨®n masculina de la idea misma de Dios operada a trav¨¦s de los siglos. Piensan que, de tanto representar al Alt¨ªsimo con figuras masculinas y de excluir a la mujer de los estamentos del poder religioso, las jerarqu¨ªas cat¨®licas han acabado por "violar la imagen de Dios en las mujeres", por borrar la parte femenina del Supremo Hacedor.
Pocas im¨¢genes pueden resultar tan obscenas en nuestras sociedades cat¨®licas como la exposici¨®n p¨²blica de una mujer desnuda y clavada en la cruz. Y pocas cosas irritan tanto al Vaticano como el cuestionamiento del papel asignado a la mujer dentro la Iglesia. "La ordenaci¨®n de las mujeres es el paso primero para recomenzar la comunidad de iguales que quer¨ªa Jes¨²s. La Iglesia se empobrece clamorosamente por la carencia de una aportaci¨®n femenina m¨¢s plena y responsable", indica la monja Mar¨ªa Jos¨¦ Arana, antigua p¨¢rroca de la Congregaci¨®n del Sagrado Coraz¨®n, doctora en Historia y autora del libro Mujeres sacerdotes, ?por qu¨¦ no?
Hay te¨®logas que creen que el lenguaje debe reflejar la parte femenina de Dios
En Espa?a hay 19.000 religiosos. Las religiosas son m¨¢s, 49.000
?Cree el Papa que la nueva generaci¨®n aceptar¨¢ un puesto subalterno?
El 22% de los sacerdotes est¨¢n casados o viven en pareja
Hay una revuelta feminista que lleva d¨¦cadas labr¨¢ndose sordamente en las catacumbas de la Iglesia oficial, una rebeli¨®n, secundada clandestinamente en no pocos conventos, que no consigui¨® silenciar el Monitum (advertencia can¨®nica oficial) dictado hace seis a?os por el entonces Prefecto de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe (Antigua Inquisici¨®n) y hoy Papa, Joseph Ratzinguer, ni las posteriores amenazas de excomulgar a quienes participen en la ordenaci¨®n de mujeres. La democratizaci¨®n-feminizaci¨®n modificar¨ªa, sin duda, la visi¨®n interior y exterior de la Iglesia y desbaratar¨ªa el entramado vertical del poder: obispo, cardenal, Sumo Pont¨ªfice; de forma que la elecci¨®n del Papa, o de la Papisa, no recaer¨ªa ya en los 118 varones purpurados cardenalicios reunidos en c¨®nclave.
Se comprende, pues, que el reciente libro de Carlo Mar¨ªa Martini, Coloquios nocturnos en Jerusal¨¦n, haya tenido el perturbador efecto de la piedra lanzada a las estancadas aguas doctrinales. Figura de referencia para las corrientes reformistas, aunque desahuciado ya para el papado, el cardenal ha invitado a sus pares, pr¨ªncipes de la Iglesia, a plantearse el sacerdocio femenino, el fin del celibato obligatorio y la sustituci¨®n de la enc¨ªclica Humanae Vitae que proh¨ªbe, incluso, el uso del preservativo. Son mensajes de esperanza para esa otra Iglesia de base, renovadora, que no se reconoce en su actual jerarqu¨ªa.
Pero, con la excepci¨®n del presidente de la Conferencia Episcopal alemana, el arzobispo Robert Zollitsch, partidario de la revisi¨®n del celibato, las propuestas de Martini no han obtenido otra respuesta que el silencio del Vaticano y de las jerarqu¨ªas nacionales. Y eso que las encuestas muestran, tambi¨¦n en Espa?a, que all¨ª donde la autoridad cat¨®lica encuentra piedra de esc¨¢ndalo y materia de anatema, los feligreses ven aproximaci¨®n a una sociedad que ha abolido la discriminaci¨®n de sexo. ?Es tan audaz la propuesta de Martini en una Iglesia de templos abandonados, sacerdotes ancianos y vocaciones escasas, compuesta por mujeres en sus tres cuartas partes?
No hace falta ser mujer y creyente para constatar que las plegarias y letan¨ªas, los c¨¢nticos y preces que los fieles cat¨®licos elevan a los cielos surgen mayoritariamente de gargantas femeninas; que son las manos de mujer las que se ocupan de la limpieza y el funcionamiento de los templos: desde las flores y los manteles de los altares hasta el aire acondicionado, pasando por la recolecta de las limosnas y el cuidado de los h¨¢bitos sacerdotales. ?Qu¨¦ pasar¨ªa si, como proponen algunas te¨®logas feministas, las mujeres decidieran no acudir a los templos hasta que se les reconociera la igualdad? Un vistazo a las iglesias espa?olas, convertidas en hogares espirituales para la tercera edad, da prueba de esa abrumadora presencia femenina. Seg¨²n la Confederaci¨®n Espa?ola de Religiosos y Religiosas (Confer), a 31 de enero de 2007 hab¨ªa en Espa?a 18.819 religiosos, frente a 48.489 religiosas.
Andr¨¦s Mu?oz es uno de los 8.000 sacerdotes, el 22% del total, que viven hoy en Espa?a casados o conviviendo en pareja. Lleva 27 a?os de matrimonio con Teresa Cort¨¦s, la mujer que hoy preside el Movimiento para el Celibato Opcional (Moceop). Tienen un hijo de 25. "El mal no reconocido de la Iglesia cat¨®lica es el autoritarismo, la falta de democracia interna y el rechazo a la libertad de pensamiento", asegura. Su esposa est¨¢ convencida de que el celibato obligatorio es, antes que nada, un instrumento para el control de los sacerdotes. Esta se?ora de dulce rostro y expresi¨®n decidida - "hija del infierno", le llamaron los integristas de una tertulia radiof¨®nica-, piensa que la humanidad y las religiones tienen contra¨ªda una gran deuda hist¨®rica con la mujer.
La aceptaci¨®n del sacerdocio y el obispado femenino entre los protestantes y anglicanos deja a la Iglesia cat¨®lica ante la pregunta obligada de hasta cu¨¢ndo podr¨¢ seguir ignorando el hecho de la emancipaci¨®n femenina y la igualdad de sexos. ?Cu¨¢nto tiempo necesitar¨¢ para cambiar la mirada que los Santos Padres, desde san Agust¨ªn a santo Tom¨¢s, arrojaron sobre la mujer, ese ser al que, como Arist¨®teles, juzgaron inferior, sumiso, de naturaleza "defectuosa", incompleta, "imbecilitas", impura? ?Cu¨¢nto tardar¨¢ todav¨ªa en descargar a la mujer del sentimiento de culpa por haber entregado la manzana a Ad¨¢n, de liberarse enteramente de los prejuicios que prohib¨ªan a las mujeres entrar en los templos durante sus per¨ªodos de menstruaci¨®n, o simplemente, tocar los vasos sagrados? El machismo de la sociedad hunde tambi¨¦n sus ra¨ªces en la cultura cristiana y continua vigente en la idea, expuesta en la primera enc¨ªclica del papa Benedicto XVI, de que la mujer fue creada por Dios, "como ayuda del hombre".
Casada, madre de un hijo, integrante del Movimiento para la Ordenaci¨®n de Mujeres, una iniciativa que ha convocado ya dos congresos internacionales, Christina Moreira no se hace ilusiones sobre la evoluci¨®n previsible de su iglesia. "Lo ¨²ltimo que har¨¢ el Papa ser¨¢ aceptar el sacerdocio femenino", vaticina. "Desde que el S¨ªnodo de la Iglesia de Inglaterra (anglicana) acept¨® la ordenaci¨®n de mujeres, el 11 de noviembre de 1992, muchos fieles disconformes con esa decisi¨®n se est¨¢n pasando a la Iglesia de Roma", explica. Est¨¢ convencida de que el cisma anglicano va a reforzar el polo conservador del Vaticano. "No les gusta que las chicas empiecen de monaguillos porque saben que algunas terminar¨¢n aspirando al sacerdocio", apunta Rosa de Miguel, otra mujer de vocaci¨®n sacerdotal que dice sentirse "con las alas cortadas y como una hija abortada de la Iglesia". Despu¨¦s de una experiencia religiosa muy intensa -"si eres hombre te dir¨¢n que tienes vocaci¨®n, y si eres mujer que est¨¢s neur¨®tica o que te metas a monja"-, Rosa ha optado por volcarse en su profesi¨®n y marcar distancias. Cansadas de sufrir, otras muchas han acabado por suplicar a Dios que no les llame m¨¢s. Desde luego, clama hasta al m¨¢s agn¨®stico de los cielos que el C¨®digo del Derecho Can¨®nico, renovado en 1983, sostenga que s¨®lo el var¨®n puede ser lector de las Escrituras o ac¨®lito.
?Creen verdaderamente los obispos, cardenales y el Papa que las nuevas generaciones de mujeres aceptar¨¢n sumisamente un puesto subalterno en la Iglesia por mucho que ¨²ltimamente vengan de la mano de los movimientos m¨¢s integristas? La ausencia de una perspectiva razonable de evoluci¨®n y el conservadurismo de los obispos que dominan la Conferencia Episcopal Espa?ola exasperan a buena parte de la militancia cristiana reformista, mayoritariamente de izquierdas, as¨ª como a los religiosos y sacerdotes m¨¢s comprometidos en la regeneraci¨®n doctrinal.
En el entramado asociativo Redes Cristianas que agrupa a un centenar y medio de colectivos bajo la consigna com¨²n: "Otra Iglesia es posible", las feministas cat¨®licas m¨¢s irreverentes, que los 8 de marzo se manifiestan al grito de "Si ya tenemos dos mamas, ?para qu¨¦ queremos un Papa?", se encuentran con otras que evitan actitudes irrespetuosas. Aunque el temor a las represalias est¨¢ presente, particularmente en las monjas y profesoras de Religi¨®n, la raz¨®n principal es evitar desligarse de una feligres¨ªa educada en la obediencia ciega a la jerarqu¨ªa. "Colocarse al margen supondr¨ªa dejar a la Iglesia en manos de los Legionarios de Cristo", razona Pilar Yuste, de 44 a?os, catedr¨¢tica de Teolog¨ªa y profesora de Religi¨®n. "Aunque no queremos cismas, debemos rebelarnos contra las estructuras antidemocr¨¢ticas de la Iglesia", indica Teresa Cort¨¦s.
La sima que les separa de la actual jerarqu¨ªa es tan profunda que los grupos m¨¢s radicales act¨²an al margen de la Iglesia oficial. Sus misas alternativas se desarrollan en el filo de la legalidad eclesi¨¢stica o en manifiesta ilegalidad. Alteran el rito lit¨²rgico en aras de una mayor espontaneidad y libertad, consagran pan y vino normales en lugar de las hostias de pan ¨¢cimo (sin levadura) y el vino de misa, y tampoco resulta extra?o que algunas de estas misas sean oficiadas por mujeres que asumen por su cuenta y riesgo la tarea de consagrar, desafiando la pena de excomuni¨®n. El vendaval conservador de las ¨²ltimas d¨¦cadas ha desconcertado, sobre todo, a las monjas y cat¨®licas seglares que, animadas por el mensaje aperturista del Concilio Vaticano II (1962-1965), se lanzaron a profundizar en los asuntos teol¨®gicos creyendo que la reforma rescatar¨ªa a la mujer de su secular papel subalterno en la Iglesia.
Y estas mujeres, expertas te¨®logas, han recorrido su camino, han descubierto demasiadas cosas como para conformarse con el curioso argumento -la Iglesia del siglo XXI transfiere su machismo al propio Jesucristo-, de que no es posible ordenar a las mujeres porque el Salvador estableci¨® que los 12 ap¨®stoles fueran hombres.
Desde el punto de vista teol¨®gico, sin embargo, no hay un impedimento dogm¨¢tico que proh¨ªba el celibato opcional ni la ordenaci¨®n de la mujer. De hecho, los ap¨®stoles estaban casados y parece igualmente probado que en la Iglesia primitiva hubo diaconisas y presb¨ªteras, mujeres consagradas. Las historiadoras religiosas se afanan por armarse de argumentos para demostrar que la te¨®rica imposibilidad de ordenarlas sacerdotes no es una verdad revelada, sino, como ocurre con el islam y el juda¨ªsmo, producto de la interpretaci¨®n masculina de la historia a lo largo de siglos de marginaci¨®n social de la mujer.
A estas alturas, sin embargo, los subterfugios dial¨¦cticos encuentran ya cansadas a muchas de estas cat¨®licas que lo que exigen es que la jerarqu¨ªa sea consecuente con la igualdad. Su mensaje es que la Iglesia cat¨®lica perder¨¢ a las mujeres, como antes perdi¨® a los intelectuales y a los obreros. Ellas, que son las que aman a Dios en mayor n¨²mero, no aceptan ya que el sexo masculino atribuido al Supremo Hacedor sirva para perpetuar la servidumbre y el sometimiento secular de la mujer. Y es que, salvo que se insulte a la condici¨®n femenina, no hay respuesta justificada posible a la pregunta: "Mujeres sacerdotes, ?por qu¨¦ no?".
Una tradici¨®n en entredicho
- La Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe decret¨® en mayo de este a?o que cualquier mujer que fuera ordenada ser¨ªa excomulgada. La Iglesia protestante s¨ª lo permite.
- Benedicto XVI, en cambio, ha denunciado la discriminaci¨®n de la mujer.
- Santa Teresitadel Ni?o Jes¨²s escribi¨® a su hermana poco antes de morir: "Siento en mi interior la vocaci¨®n de sacerdote".
- Tanto el Nuevo Testamento como el Manuscrito Barberini muestran que hubo mujeres consagradas durante los 10 primeros siglos de la historia de la Iglesia.
- Mar¨ªa Magdalena aparece predicando, una actividad supuestamente prohibida a las mujeres, en una pintura an¨®nima de la Escuela suiza del siglo XVI.
- Concilios y c¨®nclaves se han celebrado bajo la b¨®veda de la Capilla Sixtina en la que Miguel ?ngel pint¨® a tres mujeres ejerciendo funciones sacerdotales.
- Algunas abadesas italianas y las que dirigieron la abad¨ªa de Las Huelgas (Burgos) dispon¨ªan de mitras, el objeto caracter¨ªstico del poder de los obispos y abades.
- La checa Ludmina Javorov¨¢ fue ordenada sacerdote por su director espiritual, el obispo F¨¦lix Davidek, con conocimiento de Juan Pablo II, durante la dictadura comunista en la Rep¨²blica Checa.
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