Las pr¨¢cticas romanas de un genio
Pintado por Goya en Roma con el objeto de participar en el concurso convocado por la Academia de Bellas Artes de Parma en 1771, en el que, adem¨¢s de Goya, tambi¨¦n se presentaron Gesualdo di Giacomo, Pierre du Hallas y Paolo Borroni, la historia de este cuadro, con tema prolijamente prefijado, como se estilaba en los cert¨¢menes acad¨¦micos de entonces, tiene mucha enjundia, no s¨®lo porque es uno de los escasos testimonios que poseemos de la pr¨¢ctica art¨ªstica del espa?ol durante su estancia italiana, sino porque su hallazgo y segura identificaci¨®n son de fechas recientes. Los pormenores del caso fueron explicados por Jes¨²s Urrea -que fue quien lo localiz¨®, en 1993, en la colecci¨®n de la Fundaci¨®n Selgas-Fagalde de la localidad asturiana de Cudillero-, en un art¨ªculo titulado 'El An¨ªbal de Goya reencontrado', que se public¨® en el cat¨¢logo de la exposici¨®n Cuaderno italiano (1770-1786). Los or¨ªgenes de Goya, que se inaugur¨® en el Museo del Prado el 2 de marzo de 1994. Antes del hallazgo se conoc¨ªan bocetos de esta composici¨®n, pero no d¨®nde hab¨ªa ido a parar, si no hab¨ªa sido destruida, la obra concluida, que qued¨® en el concurso de Parma en segundo lugar, detr¨¢s de la de Borroni, que el jurado calificador no consider¨® mejor pintada que la de Goya, aunque s¨ª, por decirlo de alguna manera, "m¨¢s moderna" o "m¨¢s a la ¨²ltima moda".
Cuando lleg¨® a Roma contaba con 24 a?os, una edad suficiente para dominar el oficio, pero la madurez exige mucho m¨¢s tiempo de vida
Tras fracasar en obtener una ayuda institucional para realizar el viaje a Italia, Goya se arriesg¨® a emprenderlo por su cuenta y riesgo o, en cualquier caso, con ayuda de car¨¢cter particular. Parti¨® hacia su destino durante el verano de 1769 y fij¨® su residencia en Roma durante 1770 y 1771, una estancia que indudablemente dej¨® una fuerte huella en su obra y en su personalidad, aunque no madurara su estilo m¨¢s personal hasta realmente la d¨¦cada de 1790. Cuando lleg¨® a Roma Goya contaba con 24 a?os, una edad suficiente para dominar el oficio, pero la madurez art¨ªstica exige mucho m¨¢s tiempo de vida. Eso no significa que no miremos con avidez retrospectiva los or¨ªgenes de un genio y que esta observaci¨®n no nos rinda muchos frutos de la m¨¢s diversa ¨ªndole, como se corrobora, sobre todo, consultando el Cuaderno italiano, propiedad del Museo del Prado, donde Goya amontona datos dispersos no s¨®lo relacionados con su estancia en Italia, sino otros muchos posteriores hasta 1786, pero tambi¨¦n a trav¨¦s del cuadro que ahora destacamos, de factura muy suelta y valiente, aunque todav¨ªa ciertamente influido por el estilo de transici¨®n del barroco al rococ¨®, un poco a la manera de Corrado Giaquinto, G. B. Ti¨¦polo o Fragonard. En cualquier caso, Goya centra la atenci¨®n sobre la figura de An¨ªbal, diluyendo la presencia del formidable paisaje alpino y la perspectiva grandiosa de una Italia franqueada a sus pies. Se aprecia mejor su singularidad al ser debidamente contextualizado, como se hace con abundancia en la exposici¨®n en que ahora est¨¢ enmarcado, donde, como su t¨ªtulo anuncia, se han acopiado, bajo la direcci¨®n de su comisario, Joan Sureda, una formidable y muy variada informaci¨®n de este crucial periodo de formaci¨®n del artista.
An¨ªbal vencedor, que por primera vez mir¨® Italia (1770-1771), de Francisco de Goya (1746-1828), ¨®leo sobre lienzo, 88 - 132 cent¨ªmetros, Fundaci¨®n Selgas-Fagalde, Cudillero, Asturias. Se exhibe en la exposici¨®n Goya e Italia, Museo de Zaragoza, hasta el 15 de septiembre.
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