El bar de tapas de Dani Garc¨ªa

Lleva tres meses abierto y conoce un ¨¦xito desbordante. Se trata del pen¨²ltimo gastrobar (bar gastron¨®mico bajo la direcci¨®n de un cocinero destacado), que el pasado mes de abril inaugur¨® en el centro de M¨¢laga el reputado chef Dani Garc¨ªa, patr¨®n del restaurante Calima de Marbella. Un bar de dise?o, cuyo interiorismo ha corrido a cargo del arquitecto Jos¨¦ Luis Gal¨¢n, cuya at¨ªpica barra de cristal refrigerada, que se asemeja a los mostradores de las pasteler¨ªas de Pierre Herm¨¦ (Par¨ªs) y Paco Torreblanca (Elda), almacena algunos de sus mejores bocaditos.

En conjunto, tapas fr¨ªas o calientes, adem¨¢s de medias raciones, muchas de ellas elaboradas al momento por una brigada que dirige el joven Jes¨²s Barrera, todas con el sello de quien ha sabido conferir rango de alta cocina a las recetas tradicionales andaluzas.

En La Moraga no se preparan frituras de pescado ni se sirven mariscos al peso. S¨®lo tapas de autor, como el mismo Garc¨ªa las define, adem¨¢s de bocadillitos y guisos refinados. A modo de entrantes, nada como sus suculentas sopas fr¨ªas (ajoblanco con coco y granizado de fresas, gazpacho de cerezas, porra antequerana con mozzarella), que se sirven en vasos de boca ancha. O la ensaladilla rusa con ventresca de at¨²n. O la lasa?a de boquerones en vinagre con pimientos y berenjenas, adem¨¢s del milhojas de foie gras con queso de cabra y manzana. Bastante m¨¢s que simples tapas.

Para compartir y untar est¨¢n sus terrinas: de foie gras con membrillo, de morcilla con manzana y de queso rallado al aceite de oliva. Y para concluir, algunos guisos de carne, incluidos los callos con garbanzos, las carrilleras de cerdo, el ravioli de rabo y un pinchito moruno. No desentonan los bu?uelos de bacalao, pero decepcionan las croquetas, impropias de la casa.

La carta de vinos es correcta; los precios, moderados, y el servicio, afable. En un apartado dispone de dos mesas disputad¨ªsimas, para las que conviene contar con reserva.