De Temple Bar al estudio de Francis Bacon
Placenteros paseos a ritmo de 'folk', el recuerdo de James Joyce y 'pubs' donde disfrutar de una pinta de Guinness
Dubl¨ªn es la ciudad favorita de dos secciones muy espec¨ªficas de la poblaci¨®n europea: los que estudian ingl¨¦s y los que se van a casar. Les veo m¨¢s sentido a los segundos. Dubl¨ªn (en general, Irlanda) es un lugar de gran hermosura natural, relativamente peque?o y abarcable, y habitado por personas locuaces; tiene adem¨¢s para el viajero cat¨®lico practicante la oferta de sus muchas iglesias, no tan hermosas como las de Italia, pero siempre abiertas. Constituye un misterio para m¨ª, sin embargo, que tanta gente de la Europa no anglosajona piense que el mejor sitio para aprender ingl¨¦s es la capital de Irlanda: algo as¨ª como si se hubiera extendido la convicci¨®n de que el destino id¨®neo para aprender espa?ol fuese Lugo. No dudo del nivel docente de las numerosas escuelas de lengua que se ven en Dubl¨ªn, adem¨¢s de las que no se ven, repartidas por la campi?a y anunciadas profusamente en la prensa espa?ola. Lo que tampoco es posible negar es el acento de los dublineses, tan se?aladamente distinto del ingl¨¦s standard como lo puede ser el castellano de los lucenses (el ga¨¦lico, lengua de arcana y dulce m¨²sica, se oye poco en la ciudad). Pero ah¨ª est¨¢n, en corros o pandillas dicharacheras, los chicos de ambos sexos, espa?oles, franceses, italianos, a la salida de las academias de la zona c¨¦ntrica situada entre el r¨ªo y el Gran Canal, cargados de cuadernos y gram¨¢ticas y con el cigarrillo preparado; esto ¨²ltimo no llama tanto la atenci¨®n en un pa¨ªs de gran densidad fumadora.
El segundo segmento humano al que me refiero se observa sobre todo los fines de semana y est¨¢ compuesto de ingleses que, en formaciones estrictamente masculinas o femeninas, recorren las calles cercanas a Temple Bar uniformados y llevando en la cabeza artilugios vibr¨¢tiles: grupos organizados de amigos y amigas que han elegido la acogedora ciudad para sus despedidas de soltero. Me dicen los que saben de asuntos matrimoniales que tambi¨¦n Girona (bien servida por una compa?¨ªa a¨¦rea low cost), aparte de Palma de Mallorca, es destino preferente de estas celebraciones; en Dubl¨ªn llaman grandemente la atenci¨®n, en mi caso desde que llegu¨¦ al aeropuerto, si bien no dej¨¦ de verlos en los siete d¨ªas de estancia, ellas con camisetas alusivas a la condici¨®n gallin¨¢cea (las despedidas de chicas se llaman en ingl¨¦s hen parties, fiestas de gallinitas) y ellos con similares tee-shirts y un aderezo de cuernos de pl¨¢stico para afirmar que est¨¢n en medio de una stag party, una fiesta de ciervos machos. La cercan¨ªa entre el Reino Unido e Irlanda, la cantidad de los pubs dublineses y la alta calidad de la cerveza local, la negra sobre todo, se dan como los principales motivos de esta proliferaci¨®n del turista prenupcial.
Cuatro Nobel de Literatura
Para el soltero no casadero o para los ya casados, Dubl¨ªn dispone de muchos otros atractivos, bastantes de ellos ligados a las letras. Es sintom¨¢tico que el primer cartel de propaganda que el reci¨¦n llegado ve al bajar del avi¨®n sea una bienvenida al "pa¨ªs [peque?o pa¨ªs, eso no lo dice el anuncio, pero lo sabemos: poco m¨¢s de cuatro millones de habitantes en total] de los cuatro premios Nobel de Literatura". Los cuatro son Bernard Shaw, Yeats, Beckett y, el m¨¢s reciente, el poeta Seamus Heaney, pero la lista de nombres con los que la Rep¨²blica de Irlanda ha enriquecido la literatura en ingl¨¦s es deslumbrante: desde pensadores como Berkeley o Burke hasta dramaturgos (Sheridan, Synge, O'Casey, Behan) y novelistas (Jonathan Swift, Oliver Goldsmith, Bram Stoker, Flann O'Brien, James Joyce, hablando s¨®lo de los muertos, y no de todos). Y luego est¨¢, naturalmente, Oscar Wilde. La ciudad los resalta, los honra y los tiene abundantemente esculpidos, por mucho que en su d¨ªa los viera partir sin poner remedio, camino de Gran Breta?a, el oscuro objeto de un amor y un recelo nunca del todo bien compensados. El escritor brit¨¢nico V. S. Pritchett, en su excelente y a menudo muy ¨¢cido libro sobre Dubl¨ªn, dijo que los irlandeses son los peores enemigos del escritor irland¨¦s, y "¨¦ste s¨®lo puede triunfar fuera de ella [Irlanda], en Inglaterra o en Am¨¦rica".
En el coraz¨®n de la zona georgiana de la ciudad, Merrion Square, el curioso puede dar la vuelta a la plaza, rodeando uno de los muchos parques de Dubl¨ªn, Saint Stephen's Green, y siguiendo la estela de los escritores que all¨ª nacieron o vivieron: Oscar Wilde, el autor de relatos g¨®ticos Le Fanu o el primer Nobel irland¨¦s, Yeats, descrito en la placa correspondiente como "senador, poeta y dramaturgo". En la mansi¨®n de esquina, 1 North Merrion Square, donde Oscar pas¨® una buena parte de su juventud, contienden dos placas en el muro, la del escritor y la de su padre, el eminente cirujano y oculista de la reina Victoria sir William Wilde, un caballero de vida amorosa agitada y h¨¢bitos de higiene puestos en duda por sus contempor¨¢neos. Siendo justos, podr¨ªa haber habido una tercera placa conmemorando a la madre y esposa de los dos hombres, lady Wilde, poetisa refinada y animadora, vestida siempre con un toque exc¨¦ntrico, de un sal¨®n literario de gran relieve. La mansi¨®n de los Wilde, hoy ocupada por el Colegio Americano, se puede visitar, aunque su interior carece de inter¨¦s; mucho m¨¢s popular entre los turistas es cruzar la calle y buscar en un recodo del parque la estatua de alabastro que se le erigi¨® al autor de De profundis en la pasada d¨¦cada. Aunque las columnas de granito y figuras aladas que le acompa?an son de una notable cursiler¨ªa, hay ocurrencias wildeanas grabadas en la piedra, y una de ellas, "Ser natural no es m¨¢s que una pose", cuadra perfectamente con la languidez ir¨®nica y estudiada que tiene su cuerpo de dandi recostado, no se sabe muy bien por qu¨¦, en un pe?asco.
El Liffey y la universidad
La ciudad gira en torno a dos puntos cardinales: el r¨ªo y la universidad. Dubl¨ªn tiene cerca del centro su puerto mar¨ªtimo, pero el Liffey es un r¨ªo tan ameno y caudaloso que el amante de las aguas puede conformarse naveg¨¢ndolo (hay cruceros fluviales de distinta extensi¨®n) o paseando por sus dos orillas urbanas. La ribera sur bordea la llamada ¨¢rea medieval, donde se encuentran el castillo y la no muy impresionante catedral de Christchurch, y tambi¨¦n la zona de bares de Temple Bar, refugio favorito de las concentraciones av¨ªcolas y venatorias de los brit¨¢nicos. La ribera norte exhibe la fachada m¨¢s monumental de la ciudad, con los macizos pero elegantes edificios neocl¨¢sicos del arquitecto James Gandon, el Palacio de Justicia, conocido como las Cuatro Cortes, y la Aduana o Custom House. Tambi¨¦n es atractiva, aunque m¨¢s tard¨ªa, la sede central de Correos, subiendo por O'Connell Street desde el r¨ªo, un lugar lleno de connotaciones hist¨®ricas para los irlandeses, pues desde su escalinata de acceso ley¨® el patriota P¨¢draig Pearse la declaraci¨®n de la rep¨²blica, dando as¨ª comienzo a los sangrientos sucesos de la Pascua de 1916; ardi¨® en el asedio de las tropas inglesas, y volver¨ªa a ser escenario de combates armados durante la guerra civil de 1992, dejando las balas huellas a¨²n hoy visibles en las altas columnas d¨®ricas de su p¨®rtico.
Pasear por un Dubl¨ªn nocturno, no s¨®lo alrededor del Liffey, es un ejercicio placentero; los romanos nunca llegaron a la isla, pero la ordenaci¨®n urbana de la capital dio paso a mitad del siglo XVIII a un "comit¨¦ para hacer calles anchas y c¨®modas", y el posterior desarrollo de la ciudad las ha respetado. Tan s¨®lo las noches de los viernes y s¨¢bados estas amplias calles se ven un tanto abarrotadas, sobre todo en la cercan¨ªa de los locales con m¨²sica en vivo; el folk, incluso para un turista con buenas intenciones ¨¦tnicas, puede llegar a hacerse, por omnipresente y por chill¨®n, empalagoso.
Bares tradicionales
Los pubs de Dubl¨ªn tienen fama, y se visita mucho el m¨¢s antiguo de todos, The Brazen Head (La Cabeza Bronceada), situado junto al r¨ªo, enfrente de las Cuatro Cortes, y activo desde el siglo XII, antes de que fuera legal vender alcohol p¨²blicamente. A m¨ª me gustaron sobre todo los bares tradicionales de dos hoteles con historia, el Shelbourne, junto al citado parque de Saint Stephen's Green, y el m¨¢s modesto del hotel Lincoln's Inn, al lado del Instituto Cervantes, pero m¨¢s significativo a¨²n porque en ¨¦l se conocieron James Joyce y Nora Barnacle, que trabajaba all¨ª de camarera. Dubl¨ªn ofrece ahora muchos recorridos y mementos joycianos; mi homenaje m¨¢s fiel fue la pinta de cerveza Guinness en el astroso pero atmosf¨¦rico pub de Jack Kavanagh, donde a¨²n hoy beben los enterradores del cementerio de Glasnevin, uno de los escenarios del Ulysses.
Decir universidad en Dubl¨ªn equivale a decir Trinity College, un conjunto acad¨¦mico que ocupa una extensa parte del centro desde su fundaci¨®n a finales del siglo XVI gracias a una c¨¦dula de la reina Isabel I, interesada en impedir que sus j¨®venes s¨²bditos irlandeses fueran a estudiar a Europa y se contagiasen del papismo. La universidad fue durante siglos un reducto exclusivo de protestantes, si bien hoy los estudiantes son en su mayor¨ªa cat¨®licos. La arquitectura que vemos paseando por su agradable entorno abierto al p¨²blico es casi toda decimon¨®nica; una de las construcciones menos vistosas en su exterior alberga, sin embargo, uno de los musts absolutos de la ciudad, la biblioteca. La gente hace cola para ver el Libro de Kells, con sus p¨¢ginas bellamente iluminadas en el siglo VIII por unos monjes escoceses; la exposici¨®n montada a prop¨®sito del libro es algo vulgar, y las l¨¢minas abiertas, pocas. La gran recompensa a la larga espera es subir despu¨¦s a la biblioteca, una especie de nave catedralicia donde los vol¨²menes, los anaqueles, las ingeniosas escaleras y la b¨®veda cubierta de madera nunca, como en otras grandes bibliotecas, arredran. Aunque grandiosa, tiene algo de teatro de c¨¢mara donde uno gustosamente se pondr¨ªa a hablar con los libros.
Hay muchos museos en Dubl¨ªn, y tres inolvidables. La Galer¨ªa Nacional de Irlanda ofrece una vasta colecci¨®n de muy buena pintura brit¨¢nica e irlandesa y una serie apabullante de obras maestras de las escuelas italiana y espa?ola, con un extraordinario retrato de la actriz Antonia de Z¨¢rate pintado por Goya. El estimulante Museo de Arte Moderno, dirigido por el poeta y cr¨ªtico mallorqu¨ªn Enrique Juncosa, ocupa el antiguo hospital Real, quiz¨¢ el m¨¢s noble edificio de la ciudad. Al norte del r¨ªo, y desde?ando el tont¨ªsimo Museo de los Escritores, no hay que perderse, dos puertas m¨¢s all¨¢, la Hugh Lane Gallery, tambi¨¦n conocida como la Dubl¨ªn City Gallery. Los cuadros impresionistas que se muestran fueron coleccionados por el magnate sir Hugh Lane antes de morir torpedeado en el Lusitania, pero el visitante tiene que guardar tiempo suficiente para enfrentarse, al fin del recorrido, a un sublime paisaje de cat¨¢strofe: la reconstrucci¨®n minuciosa del estudio de Francis Bacon, que sus herederos legaron a la ciudad natal del gran pintor, fallecido en Madrid. Amontonados en un desorden casi inveros¨ªmil ("Trabajo mucho mejor en el caos", dijo Bacon), las cajas, recortes, maletas y lienzos acuchillados tienen un poder hipn¨®tico, y en la sala contigua hay obra suya poco conocida y toda magistral.
? Vicente Molina Foix gan¨® con El abrecartas (Anagrama) el Premio Nacional de Literatura 2007 (Narrativa).
M¨¢s informaci¨®n en la Gu¨ªa de Irlanda de EL VIAJERO
Gu¨ªa
Datos b¨¢sicos
? Prefijo telef¨®nico: 00 35 31.
? Poblaci¨®n: Dubl¨ªn tiene
1,1 millones de habitantes.
C¨®mo ir
? Iberia (902 400 500; www.iberia.com) vuela a Dubl¨ªn desde Madrid, ida y vuelta, a partir de 118,31 euros, precio final. ? Ryanair (www.ryanair.es) vuela a Dubl¨ªn desde una docena de aeropuertos espa?oles. Ida y vuelta desde Madrid, a partir de 30 euros, tasas y gastos incluidos; desde Barcelona, a partir de 41,07 euros.
? Aer Lingus (www.aerlingus.com) vuela a Dubl¨ªn desde 11 aeropuertos espa?oles. Ida y vuelta desde Madrid, a partir de 75,87 euros, precio final.
? Clickair (www.clickair.es) desde Barcelona, ida y vuelta en septiembre, desde 115 euros, tasas y gastos incluidos.
Visitas
? Museo Irland¨¦s de Arte Moderno (www.imma.ie; 612 99 00). Royal Hospital, Military Road. Lunes cerrado. Gratis.
? Galer¨ªa Nacional de Irlanda (www.nationalgallery.ie; 661 51 33). Merrion Square West y Clare Street. Abre todos los d¨ªas. Entrada gratuita.
? Hugh Lane Gallery (www.hughlane.ie; 222 55 50). Parnell Square North. Aqu¨ª se encuentra la reconstrucci¨®n del Estudio de Francis Bacon. Cierra los lunes. Entrada gratuita.
Informaci¨®n
? Oficina de turismo de Dubl¨ªn (www.visitdublin.com; desde Espa?a, 00 35 36 69 79 20 83; en Dubl¨ªn, 18 50 23 03 30). ? Oficina de turismo de Irlanda en Espa?a (917 45 64 20; www.descubreirlanda.com).
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