Esa horita de siesta...
Era mi rutina antes de la final. Pasaba el d¨ªa de descanso paseando por la Villa Ol¨ªmpica, divirti¨¦ndome, reposando la adrenalina de las series. Y despu¨¦s, en la ma?ana de la carrera, me levantaba a la misma hora, desayunaba, realizaba 15 minutos de progresiones, una duchita reparadora, el almuerzo? y una hora de siesta. ?Qu¨¦ importante esa horita de descanso! Bajaba las revoluciones de mi cabeza y llegaba al estadio tranquil¨ªsimo y con tiempo para hablar con el resto de la delegaci¨®n. O con los masajistas. Daba igual.
Higuero debe hacer lo mismo en estos dos d¨ªas: relajarse, divertirse en la Villa, estar rodeado de su gente, pensar que una final ol¨ªmpica, en el fondo, es s¨®lo una carrera, como un mitin. Juan Carlos me inspir¨® ayer mucha confianza; no corri¨® como suele hacerlo, escondi¨¦ndose en el grupo y reaccionando con la campana. Ayer no. Ayer sali¨® atento y liderando el grupo junto a Ali Mansoor. Posiblemente no fuera su t¨¢ctica inicial, pero con la carrera lanzada a 57,81s en el primer 400, consider¨® prudente estar delante para asegurar el pase por puestos.
En cierto modo, Higuero hizo ayer de Casado, siempre delante, siempre por la cuerda, atent¨ªsimo para sacarle los codos a Van Deventer cuando el holand¨¦s lo pidi¨® en algunas situaciones de carrera. Despu¨¦s, en la segunda semifinal, Casado tambi¨¦n hizo de Casado, aunque esta vez le pudo ese exceso de personalidad y se equivoc¨® de estrategia. Nunca tuvo que haber marcado el ritmo en una serie como la suya —tan desequilibrado en cuanto a favoritos frente a la otra semifinal— donde se encontraban atletas con mejor marca que la suya, como Baala, Ramzi, Choge, Moustaui, Boukensa o Lagat. Casado deb¨ªa haberse refugiado en el centro del grupo, haber ahorrado fuerzas para la ¨²ltima vuelta y, de paso, haber traspasado los nervios a gente como el et¨ªope Mekonnen o el neozeland¨¦s Willis. ?Ya se habr¨ªan encargado ellos de acelerar para asegurarse la clasificaci¨®n por tiempos! Los rivales de Casado se han aprovechado de ¨¦l porque sab¨ªan que iba a tirar. Son sus primeros Juegos? pero no es inexperto. Fue quinto en Helsinki y s¨¦ptimo en Osaka. Y su juventud no puede ocultar el error de estrategia.
Pero los ojos se me siguen yendo hacia Ramzi. Si el marroqu¨ª no repiti¨® los 3m 32,89s del viernes es porque no le dio la gana. S¨®lo Baala parece con fuerzas para rebatir su dominio porque, entre los dem¨¢s, la igualdad es brutal. Hasta 15 atletas acabaron en 3m 37s, entre ellos Lagat, todo un bicampe¨®n mundial del 1.500 y 5.000 fuera de la final. El estadounidense se pierde por dos cent¨¦simas una carrera que Higuero prefiere r¨¢pida. Yo creo que se correr¨¢ a 3m 32s ¨® 3m 33s. Le puede venir bien a Juan Carlos, porque siempre vivi¨® c¨®modo en la alta velocidad de los m¨ªtines. Al que le dar¨¢ igual el ritmo es a Ramzi... porque lo tiene todo: un espl¨¦ndido 800, buena punta de velocidad, y mucha confianza en s¨ª mismo. Su autoconfianza le da concentraci¨®n, y esa es una lecci¨®n que podr¨ªa utilizar ma?ana Higuero: convencerse de que no es inferior a sus rivales. Ayer supo competir, que es lo que siempre le reprochamos. Ojal¨¢ lo repita en la final.
No me quiero olvidar de Marta Dom¨ªnguez. Su reacci¨®n tras la ca¨ªda, felicitar a sus rivales con una sonrisa en el rostro, fue un ejemplo de olimpismo y de deportividad. Merece una medalla al m¨¦rito y es un ejemplo para todos los j¨®venes. Felicidades, Marta.
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