El drama ol¨ªmpico de Marta Dom¨ªnguez
La palentina se traga la pen¨²ltima valla y se cae cuando peleaba por medalla en 3.000 obst¨¢culos
Una maldici¨®n de proporciones ol¨ªmpicas, tan grande como su coraje inmenso, persigue a Marta Dom¨ªnguez, que ayer choc¨® contra la pen¨²ltima valla, a 200 metros de la llegada, cuando peleaba por una medalla con dos rusas y una keniana. Desorientada, mareada, intent¨® levantarse, la mirada perdida, el cuerpo empapado por el agua de la r¨ªa en la que alegremente hab¨ªa chapoteado en cada vuelta, la cinta rosa, su amuleto desde que era juvenil, ca¨ªdo en el suelo. La palentina intent¨® seguir corriendo, se agarr¨® a una sombrilla, un mango flexible que no soport¨® su peso, sus escasos 50 kilos. Volvi¨® a caerse de espaldas sobre una protecci¨®n, casi fuera de la pista, sobre el c¨¦sped. Minutos despu¨¦s, mientras Galkina daba ya la vuelta de honor como ganadora envuelta en la bandera rusa, Marta, sola, atraves¨® en diagonal el c¨¦sped desierto del estadio, lleg¨® hasta la curva, hasta las gradas donde una docena de camisetas rosas roncas jaleaba su nombre, y se emocion¨®.
Era la Marta de siempre, la peleona, la que esperaban los que la conocen
Mareada, intent¨® levantarse, la mirada perdida, el cuerpo empapado por el agua
"No recuerdo nada. Atraves¨¦ el c¨¦sped intentando recordar por qu¨¦ estaba all¨ª
"Eran mi familia, mis amigos, todos los que han venido de Palencia a apoyarme", dijo despu¨¦s, una sonrisa falsa intentando tapar las l¨¢grimas que le asaltaban. Un golpe ya morado en la rodilla derecha, su pierna de apoyo, es la ¨²nica se?al que le dice que algo le ha pasado: "No recuerdo nada. Cuando atraves¨¦ el c¨¦sped, iba intentando recordar por qu¨¦ estaba all¨ª, qu¨¦ hab¨ªa pasado. Si hasta pensaba que a¨²n llevaba la cinta en el pelo..."
Era la tercera aventura ol¨ªmpica de Marta Dom¨ªnguez, de 32 a?os, la mejor atleta espa?ola de la historia. La tercera frustraci¨®n. "En la primera, en Atlanta, era a¨²n una ni?a. En la segunda, en Sidney, pill¨¦ un virus unos d¨ªas antes, en Adelaida, y compet¨ª enferma. Me eliminaron en las semifinales de 5.000 metros", relata; "a Atenas no llegu¨¦ porque estuve lesionada. Aqu¨ª, por fin, hab¨ªa llegado a la final. Hab¨ªa dado un paso m¨¢s, compet¨ªa sin ninguna enfermedad..."
El destino, que debe una medalla ol¨ªmpica a la doble subcampeona mundial, le empez¨® a esquivar a los 500 metros de la final de los 3.000 metros obst¨¢culos, cuando tropez¨® en la primera r¨ªa y se dio un chapuz¨®n. Era una se?al que se neg¨® a aceptar. "Ten¨ªa que seguir peleando", dijo; "ten¨ªa que seguir trabajando. De eso se trata la vida". Se descolg¨® ligeramente del grupo que intent¨® seguir el ritmo infernal de Galkina, que termin¨® ganando sola y con r¨¦cord mundial, la primera mujer que baja de los 9 minutos, tras una exhibici¨®n que apenas gener¨® m¨¢s emoci¨®n que la que proporciona un robot dando vueltas por una pista. Y eso favorec¨ªa a la palentina, que desde lejos ve¨ªa c¨®mo aqu¨¦llas que trataban de aguantar a menos de tres minutos el kil¨®metro, la rusa Petrova, la keniana Jepkorir, iban poco a poco perdiendo las fuerzas. "Sab¨ªa que la medalla era muy dif¨ªcil, pero la he peleado con mucha cabeza", dijo Marta, quien se puso a rueda de la tercera rusa y empez¨® a remontar desde la s¨¦ptima plaza hasta el grupo que se form¨® para pelear por la plata, lejos ya Galkina. "Era la carrera perfecta para m¨ª", dijo. Y era la Marta de siempre, la peleona, la que esperaban todos los que la conocen, la joven cuya infancia son recuerdos de una chopera y carreras campo a trav¨¦s, la que a falta de 500 metros se fue a por la medalla ol¨ªmpica. Adelant¨® a Volkova. Ya era tercera, pues Petrova se hab¨ªa hundido. Y sigui¨® persiguiendo a Jepkorir, a por la plata. "E iba ya a lo m¨¢ximo, con el coraz¨®n en la boca", dijo Marta, a quien en la contrarrecta le volvi¨® a superar Volkova: "Pero me negu¨¦ a perder. Sab¨ªa que la medalla iba a estar muy dif¨ªcil, que pod¨ªa quedar tercera o cuarta, pero iba a ir hasta el final".
Quiz¨¢s crey¨® que estaba en la final europea de los 5.000, cuando no encontr¨® obst¨¢culos a su ataque en la ¨²ltima curva, quiz¨¢s el esfuerzo la ceg¨®. No se sabe. Marta no lo recuerda, pero cuando contraatacaba en la misma recta, cuando alcanzaba a Jepkorir, cuando ya ol¨ªa el final, se trag¨® una valla, s¨®lida, inamovible. Por delante, Galkina, que cree en la suerte -dijo que le dio suerte el ramo de campe¨®n que le regal¨® Usain Bolt, quien le pidi¨® que se lo pasara a otra para que siguiera la cadena-, ya hab¨ªa ganado. Y unos metros m¨¢s atr¨¢s, mientras Marta, mareada, se preguntaba d¨®nde estaba, Jepkorir, en el papel que tantas veces ha interpretado la corredora palentina, adelantaba a Volkova en la ¨²ltima recta.
"Pero esto es el mejor est¨ªmulo para seguir adelante. Este golpe me dice que tengo que seguir trabajando para mejorar", concluy¨® Marta Dom¨ªnguez, quien s¨®lo lleva tres meses corriendo los 3.000 metros obst¨¢culos y que se ha enamorado de la prueba que mejor rima con su forma de entender la vida y que le ha devuelto sus recuerdos de infancia: "Hay que seguir luchando. Soy una luchadora. ?sta es una historia para contar, pero a¨²n no ha terminado. Creo en los finales felices. A la cuarta, en Londres 2012, ser¨¢ la vencida. Estoy gafada en los Juegos, pero creo en el destino..."
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