Victorino y la emoci¨®n
La ganader¨ªa de Victorino Mart¨ªn, indudablemente el mejor ganadero moderno, tiene como principal activo que suele acostumbrar a dotar al espect¨¢culo de emoci¨®n, la base de esta fiesta sin la cual naufraga, como lo hizo, por ejemplo, en la corrida del clavel del pasado s¨¢bado. Si bien la vacada ha sufrido, por una desconocida alquimia ganadera, una mutaci¨®n en su car¨¢cter, perdiendo en peligro y ganando en nobleza, cuando un Victorino embiste lo hace con un tranco m¨¢s y con una calidad insuperable.
Esa emoci¨®n era inherente al tercero de la tarde, que se asemejaba a una lagartija, por lo terciado y por la rapidez con la que se revolv¨ªa tras salir del enga?o. Toro incierto, encastado, con un genio que le hac¨ªa volverse en cuanto no se sent¨ªa dominado. Urdiales, tras un inicio dubitativo, sud¨® sangre ante la disyuntiva que se le presentaba: si no dominaba el toro terminar¨ªa por saltarle al cuello.
Victorino / Liria, Ferrera y Urdiales.
Seis toros de Victorino Mart¨ªn. De buena presentaci¨®n con excepci¨®n del terciado tercero. Encastados, con raza, transmisi¨®n y manejables en su conjunto con excepci¨®n de tercero y sexto.
Pep¨ªn Liria (de azul marino y oro): Bajonazo y descabellos (ovaci¨®n); pinchazo, metisaca, pinchazo hondo y tres descabellos (palmas de despedida).
Antonio Ferrera (de berenjena y oro): dos pinchazos sin soltar, y estocada ca¨ªda (aplausos tras un aviso); y media estocada y descabello (aplausos).
Diego Urdiales (de grana y oro) que debutaba en la plaza: Estocada ca¨ªda (oreja tras un aviso); y pinchazo, media estocada y tres descabellos (ovaci¨®n).
Plaza de toros de Illumbe. Dos tercios de entrada.
Diego Urdiales fue volteado por un animal que intent¨® rematarle con sa?a
Faena de atragant¨®n del riojano en la que, a base de tes¨®n y dominio, consigui¨® cuajar al animal por ambos pitones, tragando lo que no est¨¢ escrito, con la enorme virtud de llevar embebida la embestida con la franela y perder pasos a la salida de cada muletazo.
La emoci¨®n, esencia del espect¨¢culo taurino, se cortaba en el ambiente, ya que el riesgo de la cogida sobrevolaba Illumbe, y lleg¨® al final de la faena, cuando Urdiales fue volteado por un animal que intent¨® rematarle con sa?a cuando el riojano estaba tirado en el albero. Estocada ligeramente ca¨ªda, pero suficiente para cortar una oreja de ley.
Con gusto recibi¨® al sexto Urdiales con ce?idas y profundas ver¨®nicas demostrando su aptitud para el toreo de capa. Pelea de bravo en varas, la mejor de la feria. A partir de ah¨ª, en el primer embroque, se advirti¨® el peligro del pit¨®n derecho que cortaba el viento.
El mayor acople lo consigui¨® el riojano toreando al natural, con pasajes profundos, aun y cuando fue faena de uno en uno, ya que la ligaz¨®n ten¨ªa como enemigos la acometividad del animal y la imposibilidad de rematar los pases por la diestra por las razones apuntadas. Err¨® con el descabell¨®, lo que no le priv¨® de que Illumbe le reconociera su gran actuaci¨®n.
El primero de Ferrera, que hab¨ªa blandeado en varas, se vino arriba en banderillas, donde galop¨® con buen son. Fue preludio de su comportamiento en el ¨²ltimo tercio, en el que demostr¨® fijeza, calidad y largura en su embestida. Ferrera tir¨® de raza para emplearse en series poderosas por ambos pitones, pero faltando acople. Con la tizona, la mano se le fue a los bajos.
Las banderillas a su segundo oponente fueron colocadas a golpe de brincos y cimbreo de cintura, destacando un par al cambio al hilo de la barrera. Ante un ejemplar muy justo de fuerzas, de embestida descompuesta y sin la casta ni la clase del resto de sus hermanos, el extreme?o mostr¨® su disposici¨®n llegando a arrancar, al final de la lidia, dos series por la diestra a golpe de tes¨®n.
Pepin Liria est¨¢ en temporada de despedida y eso se percibe en todos sus pase¨ªllos. Actuaci¨®n discontinua, en la que destac¨® la primera tanda por la izquierda, el mejor pit¨®n del animal que abri¨® plaza. Todo ello, tirando l¨ªneas y sin cruzarse.
En su segundo, faena de atleta ol¨ªmpico, ya que recorri¨® tres veces el di¨¢metro del coso, si juntamos los pases perdidos tras cada muletazo, ante un animal con el que este recurso no era necesario, dada su franca y profunda embestida. Como hab¨ªa ocurrido en su anterior comparecencia, sainete a espadas.
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