Lewis, rey de la fiesta devaluada
Donde las dan las toman. No fue ninguna sorpresa que la URSS y 13 pa¨ªses de su ¨®rbita, menos Rumania y China, se borraran de la fiesta californiana cuatro a?os despu¨¦s del plant¨®n anterior. Estados Unidos invadi¨® la isla caribe?a de Granada en octubre de 1983, pero los sovi¨¦ticos buscaron un argumento m¨¢s rebuscado para la contestaci¨®n: "Falta de seguridad". El da?o fue tambi¨¦n enorme, incluso mayor que cuatro a?os antes, al faltar las dos principales potencias de los Juegos previos, URSS y RDA, y cuatro pa¨ªses m¨¢s de las 10 mejores: Cuba, Hungr¨ªa, Polonia y Bulgaria.
Ronald Reagan acababa de recibir a Juan Antonio Samaranch en la Casa Blanca y ambos se enteraron juntos del final de la pel¨ªcula del boicoteo. El presidente del COI, que siempre ha se?alado a Jimmy Carter como el personaje que m¨¢s da?o ha hecho al olimpismo por promover el boicot a Mosc¨², tampoco ha dudado en acusar al poderoso e influyente ministro de exteriores sovi¨¦tico, Andrei Gromyko, como el gran culpable de devolver la bofetada.
Pero los grandes tienen siempre m¨¢s capacidad para encajar los golpes. Los ?ngeles fue ya la ¨²nica ciudad que se atrevi¨® a repetir sede 52 a?os despu¨¦s con los precedentes tan siniestros como la tragedia de M¨²nich y el desastre econ¨®mico de Montreal. California, un pa¨ªs riqu¨ªsimo dentro de otro, hizo los Juegos m¨¢s rentables de la historia. Peter Ueberroth, actual presidente del tambi¨¦n acaudalado comit¨¦ ol¨ªmpico estadounidense gracias a los derechos de televisi¨®n, fue el cerebro de los segundos Juegos que se celebraban 52 a?os despu¨¦s en la misma ciudad. Al rev¨¦s de Montreal, no construy¨® apenas instalaciones, us¨® o mejor¨® provisionalmente las existentes, explot¨® al m¨¢ximo la financiaci¨®n privada y redujo gastos. Los ingresos publicitarios y medi¨¢ticos acabaron de disparar los beneficios hasta m¨¢s de 200 millones de d¨®lares. Los Juegos empezaron a verse como un gran negocio.
Fue un acierto celebrar algunos deportes en coquetos gimnasios de universidades, porque las bajas de los pa¨ªses del Este, dominadores en muchos deportes de sala, como la lucha, o la halterofilia, dejaron sus competiciones en campeonatos de barrio. Pero a los espectadores les dio igual. Aquello eran los Olympics y se llevaban los tiques como recuerdo de la fiesta americana con palomitas de ma¨ªz.
Surgi¨® Carl Lewis, uno de los atletas m¨¢s grandes de la historia. Gan¨® los 100 metros, 200, el relevo 4x100 y el salto de longitud 48 a?os despu¨¦s de Jesse Owens. Fue el rey de la fiesta.
Estados Unidos, lo mismo que la URSS en su casa, arras¨®. Bati¨® su r¨¦cord de oros. Detr¨¢s, tambi¨¦n se aprovecharon Rumania, RFA y China, que se sali¨® de la fila sovi¨¦tica y se reincorpor¨® al olimpismo despu¨¦s de la larga marcha mao¨ªsta. En gimnasia se llen¨® de medallas, seis, con tres oros del carism¨¢tico Li Ning, el relevista volador en Pek¨ªn y actual empresario de ropa deportiva que viste al equipo espa?ol.
Espa?a gan¨® s¨®lo cinco medallas. La vela sigui¨® su racha con el primer oro de Jos¨¦ Luis Doreste junto a Roberto Molina en la clase 470. La plata en baloncesto fue muy valiosa, pues s¨®lo falt¨® la URSS, que le quit¨® el bronce en Mosc¨², pero super¨® a Yugoslavia e Italia. ?nicamente cay¨® ante el Estados Unidos de Michael Jordan. Lo mismo ocurri¨® con el bronce de Jos¨¦ Manuel Abascal en el segundo triunfo de Sebastien Coe en 1.500. Climent y Lasurtegui tambi¨¦n fueron segundos en remo, y M¨ªnguez y Su¨¢rez, bronces en pirag¨¹ismo.
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