El Cid muy bien y Perera, mejor
En la corrida de ayer se apuntal¨® la consolidaci¨®n de un torero excepcional: Miguel ?ngel Perera. Su actuaci¨®n se cifr¨® en dos clases de toreo. En su primero, elabor¨® una faena con las dos manos. Derechazos largos, templados, ligados, densos, hondos. As¨ª en las dos primeras series. Luego con la izquierda los naturales de la primera serie pose¨ªan mesura, y profunda densidad, rematados con uno de pecho inmenso. Sum¨® otra serie de naturales muy ce?idos. Todo ello realizado con mucha ligaz¨®n. En la tercera tanda el toro apretaba para dentro, no dej¨¢ndole ligar los pases. Volv¨ªa a tomar la franela con la derecha para acabar embebiendo al toro, domin¨¢ndolo enteramente.
En el otro toro, sexto de la tarde, su faena tuvo otro signo. Ah¨ª apareci¨® el toreo de proximidad. Dej¨® entrever el torero valiente que lleva dentro. Tore¨® con las dos manos pas¨¢ndose el toro muy cerca. Vino el arrim¨®n. Por ah¨ª surg¨ªan pases circulares y remates por alto, todo ello muy quieto, sereno, dominador de cada instante.
Jandilla / Morante, El Cid, Perera
Toros de Jandilla: con movilidad, dieron buen juego, excepto el 5?, que sali¨® en sustituci¨®n de otro.
Morante de la Puebla: un pinchazo -aviso- y media desprendida (silencio); estocada corta y descabello (silencio).
El Cid: media estocada (oreja); bajonazo (silencio).
Miguel ?ngel Perera: estocada (oreja); estocada (oreja).
Plaza de Toros de Vista Alegre. Bilbao, 18 de agosto. 3? de feria. Tres cuartos de entrada.
Si tuvo calidad y belleza el toreo de Perera, no se pueden obviar la tres tandas de derechazos de El Cid. Despu¨¦s de unos buenos doblones del principio de faena, esas tres tandas eran pura ambros¨ªa. Pase ligados, largos, templados y bien rematados por altos. La segunda serie con la derecha no se puede mejorar. El torero arrastraba con las muletas, con las manos bajas, llevando al toro embrujado en los vuelos de la franela. La m¨¢xima plasticidad en esos pases. Alguien dijo que la belleza es equidad absoluta. Y a fe que esa serie del El Cid lo probaba.
Morante de la Puebla no quiso ser un convidado de piedra e intent¨® estar a tono de sus compa?eros de terna. Apunt¨® detalles, un natural aqu¨ª, un derechazo all¨¢, que fueron leves remedos de lo que El Cid y Perera hab¨ªan hecho. El toreo que vieron sus ojos en los nombres de sus compa?eros eran imposibles de superar, al menos en una tarde como la de ayer.
Alcalare?o y El Boni, subalternos de El Cid, prendieron pares de banderillas magistrales. El primero con facultades portentosas y el segundo con lo mejor de la torer¨ªa imaginable.
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