MI ESPOSA ES LA MAR
?ste es un viaje a trav¨¦s del armario. Otra manera de salir de vacaciones. Hace unos d¨ªas fui en busca de un amigo peruano que llevaba algunas semanas veraneando en una peque?a ciudad francesa. Aunque nada me aseguraba que B me iba a confesar por fin su t¨¢cita homosexualidad, le llev¨¦ de regalo Querelle de Brest, de Jean Genet: "Mi esposa es la mar; mi amante es mi capit¨¢n". En esa b¨¢rbara novela, Genet describe la redenci¨®n sodomita de un marinero asesino. B y yo hablamos mucho sentados a la orilla de ese mar que para Genet evoca el amor y el deseo entre hombres y terminamos en una discoteca cavernaria bailando con negros inmensos y hablando de sus penes.
Ayer lo encontr¨¦ en el chat. Est¨¢ de vuelta en Lima y con una depresi¨®n de caballo. No s¨®lo por el s¨ªndrome posvacacional, tambi¨¦n porque ha vuelto a ser ese "maric¨®n, cholo y feo que busca sexo", en una ciudad en la que ser todas esas cosas es peor que una maldici¨®n. Es el viaje de regreso al armario, uno oscuro y lleno de ropa sucia.
Me cuenta su d¨ªa: va a ver El caballero oscuro y al volver se conecta a Internet para buscar t¨ªos. Uno que dice estar bien dotado va a su casa. Mi amigo le da de comer. En la habitaci¨®n de al lado est¨¢ el padre de B durmiendo. B vive todav¨ªa con su padre y folla con lo que logre pillar en su habitaci¨®n, por eso tuvo que poner hace poco un cerrojo en la puerta. A B, que es un treinta?ero y refinado pol¨ªglota, le gusta estar con hombres altos, blancos, como la pareja de millonarios con los que lig¨® en esa ciudad francesa, al lado del mar, y que lo quer¨ªan para hacer un tr¨ªo por ser moreno y bajito. Pero donde vive nadie con esas caracter¨ªsticas le sigue el rollo. Nadie es m¨¢s racista con B que ¨¦l mismo. Cuando el t¨ªo se va intenta dormir, pero como no puede se masturba hasta cuatro veces.
B dice que lo hace por ansiedad. Odia tener sexo con t¨ªos que ni siquiera le parecen simp¨¢ticos, mientras sue?a con el becario hetero de su oficina. Dice que esta vida lo va a matar y yo tambi¨¦n temo que as¨ª sea: "No encuentro nada y estoy cada vez m¨¢s neur¨®tico y con ganas de llorar, como ahora. Voy a comer y a hacer re¨ªr a la gente de mi oficina para dar la impresi¨®n de que soy un tipo feliz", leo que ha escrito hace 20 minutos mientras yo atend¨ªa alg¨²n asunto de mi dom¨¦stica felicidad.
Aquella tarde recuerdo que est¨¢bamos sentados frente a una laguna artificial en medio de un condominio de casas blancas. Todav¨ªa puedo ver la imagen del hermoso marinero de la portada del libro de Genet aparecer en el instante en que ¨¦l arranca el papel de regalo y me mira a los ojos como dici¨¦ndome "perra".
Gabriela Wiener es autora del libro Sexograf¨ªas (Melusina, 2008).
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