Un regalo para Isaac
"Ten¨ªan tanta qu¨ªmica que les val¨ªa un gesto para entenderse", dice el m¨¦dico de Joan
La americana se llama madison porque se invent¨® en los a?os veinte del siglo pasado cuando el Madison Square Garden de Nueva York era a¨²n un vel¨®dromo que se abarrotaba todas las noches en la temporada de los seis d¨ªas y artistas como Ernest Hemingway y Edward Hopper encontraban inspiraci¨®n entre el humo y el jolgorio festivo que imped¨ªan casi ver u o¨ªr a los corredores. En el Madison, Hopper pint¨® un cuadro en el que un ciclista de seis d¨ªas espera su turno para salir a la pista sentado en un cub¨ªculo rodeado de bicicletas, una cama caliente que intercambia con su compa?ero, que le hace a la vez de dormitorio y de taller de reparaci¨®n. La soledad, el desarraigo, reflejada en la mirada perdida del ciclista de pista, del rey del pi?¨®n fijo: la ausencia del compa?ero hace a¨²n m¨¢s viva su necesidad.
El s¨ªmbolo de la americana es eso, la manera de dar el relevo un ciclista a otro en el ¨®valo con un agarr¨®n de manos. Cuando era m¨¢s joven, Joan Llaneras era un animal de los seis d¨ªas, que ya han desaparecido del mapa social de Nueva York, pero que a¨²n sobreviven en el norte de Europa. De la soledad se libraba mutuamente con Isaac G¨¢lvez, que era como el t¨ªo favorito de sus hijos, con quienes se pasaba el d¨ªa jugando cuando iba de visita.
Con Isaac G¨¢lvez, que muri¨® brutalmente en una ca¨ªda en los Seis D¨ªas de Amberes en noviembre de 2006, el ciclista de Porreres tambi¨¦n hac¨ªa pareja en los campeonatos. Con ¨¦l gan¨® dos Mundiales y fue plata en otros dos. Con ¨¦l cay¨® en la final ol¨ªmpica de Sidney y a ¨¦l necesit¨® en Atenas, donde la federaci¨®n le impuso a Alzamora, con el que no se hablaba y que ahora es jardinero. Ayer llevaba de compa?ero a Toni Tauler, otro mallorqu¨ªn, al que eligi¨® tras la ca¨ªda de Torrent. "Pero con quien de verdad ten¨ªa qu¨ªmica era con G¨¢lvez. Era como un hermano: cuando discut¨ªan era pensando en c¨®mo har¨ªan para reconciliarse", cuenta Pedro Celaya, amigo y m¨¦dico de Llaneras; "les val¨ªa un gesto para entenderse. Adem¨¢s, t¨¢cticamente, G¨¢lvez, que era sprinter, le abr¨ªa m¨¢s posibilidades. No necesitaban imperiosamente coger vueltas para puntuar".
Llaneras, de 39 a?os, una vez conseguido su objetivo de retirarse desde la cumbre, el d¨ªa siguiente de ganar su segundo oro ol¨ªmpico en puntuaci¨®n se lo pas¨® relajado, de turista en Pek¨ªn, de compras con su esposa, Eva. No necesitaba m¨¢s, pero le deb¨ªa algo a su amigo Isaac, con quien nunca hab¨ªa podido triunfar en los Juegos. Algo que compartir con D¨¦bora, la hermana de G¨¢lvez, una ciclista que pasa largas temporadas en Montagut (Girona), en su casa.
"Con los a?os", cuenta Celaya, "Joan ha perdido velocidad, pero ha ganado fuerza. Y para compensar ese problema tiene su truco, que es el de usar un desarrollo m¨¢s grande que el de sus rivales. As¨ª les sorprende con sus zarpazos". Con la edad, tambi¨¦n, Llaneras ha agudizado m¨¢s a¨²n su hiperdesarrollado sentido t¨¢ctico. "Luego, es muy fr¨ªo en la carrera. Sabe que todo lo que se gaste de m¨¢s al principio se echar¨¢ de menos al final. As¨ª calcula qu¨¦ sprints le pueden ir bien y, aunque est¨¦ tan vigilado, c¨®mo ganar vuelta. Eso, los primeros 25 kil¨®metros. Despu¨¦s se calienta, pero sigue siendo muy t¨¦cnico y astuto. Es una calculadora a 180 pulsaciones por minuto, a 50 kil¨®metros por hora, lo que demuestra que f¨ªsicamente est¨¢ muy bien. La cabeza s¨®lo funciona bien si el cuerpo est¨¢ bien", a?ade Celaya, que cuenta que poco despu¨¦s de ganar la plata en madison y cuando a¨²n se pensaba que podr¨ªan reclamar por el oro, le llam¨® Llaneras a su casa en Elorrio (Vizcaya): "Llevaba en la cabeza todos los datos, todos los puntos de las parejas rivales. Lo ten¨ªa claro, pero finalmente vieron el v¨ªdeo y la federaci¨®n pas¨® de reclamar". Tampoco necesitaba m¨¢s Llaneras. Ya ten¨ªa lo que quer¨ªa, un regalo de plata para G¨¢lvez.
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