Ben Johnson, la gran verg¨¹enza
Se¨²l fue elegida sede de los Juegos de la XXIV Olimpiada durante el Congreso Ol¨ªmpico de Baden-Baden, en 1981. S¨®lo ten¨ªa una rival, Nagoya. Todos los d¨ªas, antes de la elecci¨®n, un grupo de ecologistas japoneses protestaba a la entrada de la Sesi¨®n del COI contra la candidatura de su ciudad. Nadie lo hizo contra la dictadura militar surcoreana. Fue decisivo.
A?os despu¨¦s, precisamente en Se¨²l, la noruega Lillehammer gan¨® la elecci¨®n de los Juegos de Invierno de 1994, los primeros que romp¨ªan el ciclo de los de Verano para aumentar las arcas del COI en a?os distintos. En Baden-Baden, los inefables miembros del COI prefirieron la ecolog¨ªa que ni conoc¨ªan ni practicaban en sus negocios particulares y volvieron a meterse en un problema pol¨ªtico cuando hab¨ªa escampado bastante y pod¨ªa llover sobre mojado.
Al final, tras descolgarse Corea del Norte de una organizaci¨®n compartida y no participar Cuba, Etiop¨ªa y Nicaragua en una solidaridad exagerada que s¨®lo da?aba una vez m¨¢s a sus atletas, lo que llovi¨® fue stanozonol, el anabolizante que us¨® Ben Johnson, la gran estrella de la velocidad desde a?os antes. El canadiense de origen jamaicano y africano hab¨ªa asombrado con sus salidas y su rapidez, con su musculatura. Era el m¨¢ximo ejemplo de los esprinters negros imbatibles con la evoluci¨®n gen¨¦tica natural. Descendientes de los hombres musculosos de fibras r¨¢pidas de las zonas del golfo de Guinea, escogidos por los negreros que los ve¨ªan como los m¨¢s fuertes para resistir los viajes a Am¨¦rica y el trabajo de esclavos. Los sobrevivientes, libres y mejorando generaci¨®n a generaci¨®n sus condiciones de vida, daban frutos como Johnson. Pero ¨¦l fue mucho m¨¢s lejos con el dopaje. Crey¨® que no le iban a coger, pero los m¨¦todos empezaron a modernizarse y descubrieron sus m¨²sculos inflados artificialmente. La gran verg¨¹enza. Otra afrenta a la credibilidad del deporte de ¨¦lite.
En medio del esc¨¢ndalo, tambi¨¦n sorprendi¨® que no diera positivo, y que confirmara sus marcas siderales anteriores, Florence Griffith, retirada inmediatamente despu¨¦s y sospechosamente fallecida 10 a?os m¨¢s tarde. S¨®lo Marion Jones, que ha confesado su dopaje, se ha acercado despu¨¦s de 20 a?os a sus 10,49s en 100 y 21,34s en 200.
Matt Biondi, el gigante sucesor de Spitz, se qued¨® en cinco oros, una plata y un bronce. Los seis oros de la alemana oriental Kristin Otto, aunque no dio positivo, estuvieron manchados de origen.
Espa?a retrocedi¨® a¨²n m¨¢s en unos Juegos que abrieron Corea a la democracia. Pero las cuatro medallas fueron de ley en modalidades dif¨ªciles. Un anuncio, al menos, de que se pod¨ªa ganar a cualquiera con una buena preparaci¨®n. En la bah¨ªa de Pusan, al sur del pa¨ªs, la familia Doreste sigui¨® dando oros a la vela. Jos¨¦ Luis, el mayor, sucedi¨® en la clase finn a su hermano Luis, que naveg¨® en 470 en Los ?ngeles y volver¨ªa a ganar con el ¨²ltimo flyng dutchman en Barcelona. El profesionalismo total, con al astuto truco Samaranch de "tregua de publicidad e ingresos" durante los Juegos, entr¨® de lleno con el regreso del tenis. Steffi Graf orl¨® el cuadro de honor y Emilio S¨¢nchez Vicario y Sergio Casal fueron plata en dobles. Sergi L¨®pez, en 200 braza, quit¨® el bronce a Mike Barrowman, su compa?ero de entrenamiento en Estados Unidos y luego plusmarquista mundial y oro en 1992. Jorge Guardiola, en el desempate con otro estadounidense, Daniel Carlisle, logr¨® el tercer puesto que se mereci¨® largo tiempo el buen nivel del tiro de skeet. Terminaba un largo ciclo de sequ¨ªa. Llegaba Barcelona.
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