Las barreras de la edad
Vivimos en una sociedad que produce ni?os consumidores, que prima el contratar a j¨®venes por su menor coste y que desprecia la sabidur¨ªa. Es un despilfarro de capital humano insostenible
Nacemos de uno en uno y crecemos, nos estancamos o menguamos, tanto f¨ªsicamente, como en sentidos y capacidades; una conjunci¨®n de m¨²ltiples variables nos convierte en ¨²nicos. Sin embargo, la sociedad se empe?a en encasillarnos en cajas rotuladas por especies, texturas, formas, colores y -hoy, m¨¢s que nunca- por cronolog¨ªa. Respetada en el pasado, la edad madura no hab¨ªa sufrido antes tal acoso discriminador. La ONU ha llamado la atenci¨®n sobre la creciente tendencia de elegir empuje frente a experiencia -en realidad, sueldos baratos frente a remuneraciones dignas-. Acarrea, seg¨²n sus estudios, consecuencias negativas en la econom¨ªa, porque j¨®venes y veteranos aportan elementos distintos y complementarios al proceso productivo. En la vida social, la brecha de la segregaci¨®n, en funci¨®n del calendario, se agranda en el silencio de la casilla donde nos han colocado.
Naomi Wolf: "Borrar los a?os de la cara de una mujer es borrar su identidad y su historia"
Betty Friedan se preguntaba: "?Es la vejez un accidente o un avance evolutivo?"
Pol¨ªtica, mercado, comunicaci¨®n, modelos de referencia, apuestan por un icono de piel tersa. Espa?a -m¨¢s que otros pa¨ªses- se ha convertido en paradigma del culto a la juventud. Veneraci¨®n de fachada; hueca, como casi todo en la sociedad actual.
Los ni?os vienen henchidos de futuro. Pero los resultados de un inquietante sondeo llevado a cabo por una firma comercial aseguran que el 78% de los peque?os espa?oles aspiran a ser de mayores... "famosos", sin vincularlo a ninguna actividad profesional. Alguien -y algo- los ha fabricado con esa mentalidad. Aunque, seguramente, en muchos late un m¨¢s edificante esp¨ªritu.
Con un horizonte de trabajos inestables y sueldos mileuristas, los adolescentes no parecen confiar en disponer de verdaderas oportunidades, ni est¨ªmulos. Ni con apetito de lucha. Seg¨²n un estudio del Instituto Aragon¨¦s de Estad¨ªstica, m¨¢s del 70% de los estudiantes de ESO (Ense?anza Secundaria Obligatoria), de 12 a 16 a?os, preferir¨ªa cobrar el paro a tener un empleo. A?ade que esa cifra es similar a la media espa?ola. La apat¨ªa parece reinar hasta la treintena y a¨²n m¨¢s all¨¢, o de eso se les acusa. Hay excepciones que terminar¨¢n por dirigir su destino.
De los 30 a los 45 llega la plenitud, la consolidaci¨®n. El suelo se mueve bajo sus pies, sin embargo. Se¨ªsmos investidos de inseguridad laboral o temor al futuro que -en forma de otros m¨¢s j¨®venes- les pisa los talones. El liberalismo brutal, como ra¨ªz del problema. O la insuficiente soberan¨ªa del mercado, seg¨²n los contrarios al control m¨ªnimo o nulo del Estado, injusta desde el punto de vista social. Tambi¨¦n en ese tramo, los humanos aparecemos diferenciados, inimitables, capaces de demostrar que cualquier reto es posible.
Entretanto, un ingente n¨²mero de mujeres y unos pocos hombres -embutidos en botox, cosidos y estirados- tratan de planchar las arrugas de cara y cuerpo aspirando a que alguien con dificultades visuales les confunda con un joven -supuesto salvoconducto para obtener ¨¦xito, dinero, poder e incluso amor-. Para la escritora norteamericana Naomi Wolf, el problema ata?e a la capacidad de "estar orgullosos de nuestra propia vida". En El mito de la belleza, Wolf declara: "Borrar los a?os de la cara de una mujer es borrar su identidad, su poder y su historia". Y, aun as¨ª, surge la tentaci¨®n te?ida de contradicciones: s¨®lo terso se es competitivo, ?no ser¨¢ el bistur¨ª la llave?
Porque la mujer, como siempre, se ve m¨¢s perjudicada. Laboralmente... y en las relaciones personales. Buena parte de los hombres maduros que buscan estabilidad sentimental hurgan en estuches que ofertan parejas 5, 10, 20 a?os m¨¢s j¨®venes que ellos -la mujer sigue siendo un adorno est¨¦tico-. Los cincuentones, por ejemplo, no comprenden que sus coet¨¢neas ofrecen exactamente lo mismo que, en sus espejos, visualizan como atractivos propios: inteligencia, madurez, supuesta seguridad... y, eso s¨ª, un f¨ªsico deteriorado. A los 40, la mujer ya empieza a experimentar el v¨¦rtigo: ha de mantenerse, como sea, en el tope m¨¢ximo de la edad deseable. Las leyes del mercado sentimental se rigen, en parte, por modelos de temporada. Encontraremos quien se burle de la moda, mantenga su independencia y su raz¨®n, y se calce sus arrugas... y su soledad.
Voces muy autorizadas -Valent¨ªn Fuster en su ¨²ltimo libro, La ciencia y la vida, con Jos¨¦ Luis Sampedro y Olga Lucas- se alarman de la pasividad de la juventud actual, pero -tanto o m¨¢s- del retiro social de los maduros. El manto del olvido cubre sobre todo a los jubilados. Dom¨¦sticos de lujo en el cuidado de los nietos, no se les plantean oportunidades reales de desarrollo. Por fortuna, libres ya de ataduras y prejuicios, algunos se lanzan a vivir, tal vez, como nunca antes lo hicieron. Se zambullen en la Red -abierta a ignotos mundos-, descubren aficiones o hacen turismo. Los viajes mixtos de la tercera edad constituyen una "repesca" para poder experimentar el goce de sentir. No es m¨¢s halag¨¹e?a la situaci¨®n para la olvidada tierra de nadie entre la juventud y la senectud. Para aquellos que -plenos de facultades- hemos doblado el cabo de la vida, en donde, previsiblemente, es m¨¢s corto el tramo por vivir que el ya vivido. Atacados por un imperceptible virus maligno, nuestros cuerpos parecen despedir olor a retiro.
Nos ha tocado vivir la m¨¢s dif¨ªcil etapa hist¨®rica: la del falso culto a la juventud. Pero los matices marcan diferencias. En los pa¨ªses serios, las noticias son difundidas, a¨²n, por rostros curtidos, con m¨¢s de 50 a?os. Gran parte de ellos son mujeres, sin que nadie vomite al verlos. En Francia, pa¨ªses escandinavos, sajones, o Estados Unidos, se busca la credibilidad, nacida de la experiencia aprovechada. Barbara Walters, todav¨ªa presenta, con 79 a?os, programas especiales en la televisi¨®n norteamericana. Diane Sawyer contin¨²a, a los 63, en pantalla, altamente valorada. Aqu¨ª, la televisi¨®n p¨²blica estatal, TVE, ha mandado a casa a los mayores de 50 a?os. Mientras, se contrata la amnesia. Muchas grandes empresas se desprenden de los veteranos.... m¨¢s caros, libres e inc¨®modos. No es justo, aunque la libertad adquirida -con planes de prejubilaci¨®n que aseguran un m¨ªnimo sustento- permite estrenar una vida nueva.
Para el soci¨®logo Ferm¨ªn Bouza, catedr¨¢tico de Opini¨®n P¨²blica de la Universidad Complutense de Madrid, "prescindir de quien quiere trabajar, justo a la edad de conocimiento m¨¢ximo, es un despilfarro incalculable de capital humano". S¨®lo que "lo humano" no es una variable esencial a considerar en una sociedad mercantil y privatizada.
La feminista norteamericana Betty Friedan se preguntaba en Las fuentes de la edad: "?Es la vejez un accidente o un avance evolutivo?". Porque somos el ¨²nico ser vivo que llega a sobrepasar, en 30 o 40 a?os, la edad reproductiva. Estamos aqu¨ª para algo m¨¢s que asegurar la pervivencia de la especie -de sobra garantizada, y amenazada por peligros menos gratificantes-. La ciencia ha prolongado la vida, incluso la ha dotado de calidad; pero ya no sabemos con qu¨¦ fin. A menos que lo encontremos, como siempre, de uno en uno.
Todo icono refleja a la sociedad que lo crea. Muchas buscaron -desde los griegos- armon¨ªa, equilibrio, perfecci¨®n. El siglo XX se inicia con una explosi¨®n de creatividad y rebeld¨ªa. La misma que -algo m¨¢s ingenua- impregn¨® los sesenta, exuberantes y coloridos. La mujer, entretanto, engord¨® y adelgaz¨® al ritmo que le marcaban y siembre hubo de ser joven.
Nuestra sociedad de hoy parece querer borrar surcos y matices, peso. Allanar tambi¨¦n el pensamiento. Compartimentar, para aislarnos y enfrentarnos. Su imagen -enjuta, sint¨¦tica, plastificada- podr¨ªa simbolizar su inconsistencia en los fr¨¢giles hilillos que constituyen las piernas de las modelos. No es casual. Los mismos entes que producen ni?os planos, aspirantes a famosos, consumidores desde ahora y para siempre, cercan a las dem¨¢s generaciones. Planchar rostros genera beneficios econ¨®micos, contratar en el trabajo a j¨®venes inexpertos, menos costo. La insatisfacci¨®n permanente, vulnerable desasosiego, o rendici¨®n. ?Dignificar la escala de valores imperante es tarea imposible? ?Ser¨¢, a¨²n, verdad que las ideas, la ilusi¨®n, la imaginaci¨®n y el coraje cambian el mundo? Puede que haya llegado la apremiante hora de comprobarlo. A cualquier edad.
Rosa Mar¨ªa Artal es periodista y escritora.
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