Esta huella (de CO2) nos averg¨¹enza
El ciudadano ya puede 'pagar' por contaminar - Existe el canje de emisiones por ayuda social
Nadie se escapa. Numerosas organizaciones y p¨¢ginas web rastrean nuestra huella de carbono y nos la muestran para escarnio y verg¨¹enza. Incluso un grupo de parlamentarios del Reino Unido se ha aventurado a proponer un carn¨¦ por puntos al respecto. "Alguien que quiz¨¢ no posea una mansi¨®n con piscina, que no pueda tomar vacaciones anuales en el Caribe, podr¨ªa beneficiarse econ¨®micamente si reduce sus emisiones de CO2". Estas declaraciones del parlamentario Tim Yoe a la BBC pretend¨ªan apoyar la iniciativa presentada al Gobierno del Reino Unido, que consist¨ªa en elaborar un carn¨¦ por puntos a trav¨¦s del cual fueran sancionados los ciudadanos que sobrepasaran un l¨ªmite establecido de emisiones. La iniciativa fue rechazada, pero la idea qued¨® en el aire, como una aportaci¨®n m¨¢s para intentar disminuir la brecha vergonzante que permite que un espa?ol emita 10 toneladas anuales de CO2 a la atm¨®sfera mientras un ciudadano de Bangladesh no alcance los 300 kilos y uno de Mali, los 60.
El sistema de compensaci¨®n de las empresas no es del todo fiable
Una gira de Madonna genera 440 toneladas de di¨®xido de carbono
Contaminamos mucho. Eso lo sabemos hace tiempo. Lo nuevo es que ya empezamos a avergonzarnos y a poner medios. Primero para reducir las emisiones, individual y colectivamente. Segundo, para compensarlas invirtiendo en proyectos limpios. Incluso en esta iniciativa bienintencionada hay pol¨¦mica. Los criterios sobre las toneladas de emisiones y su compensaci¨®n son dispares y empiezan a detectarse contradicciones y abusos.
Pero tambi¨¦n surgen ideas novedosas que aportan su grano de arena. Por ejemplo, si busca un regalo para un cumplea?os, posiblemente no encuentre nada tan original como un certificado que compensa todas sus emisiones de di¨®xido de carbono (CO2) anuales. Hasta es posible que esa compensaci¨®n se traduzca en iniciativas que fomenten la ayuda social y el uso de energ¨ªas renovables en pa¨ªses como Bangladesh o Mali. El efecto del regalo ser¨ªa algo as¨ª como si al amigo le pag¨¢ramos la estancia en una cl¨ªnica para que se someta a una cura de desintoxicaci¨®n parcial por sus efectos negativos sobre el medio ambiente.
Este tipo de iniciativas a¨²n no se han consolidado en Espa?a, donde el regalo costar¨ªa alrededor de 100 euros, pero nada m¨¢s entrar en la p¨¢gina web de Climate Care (www.climatecare.org) se puede acceder a esta opci¨®n, ampliable a aniversarios, bodas y conmemoraciones varias; incluso se calcula el coste de las emisiones de cada comensal. Es una muestra m¨¢s de las muchas v¨ªas existentes para reducir y/o compensar nuestra desmesurada huella de carbono, la responsabilidad que cada ciudadano tiene por su perniciosa contribuci¨®n al efecto invernadero y su implicaci¨®n en el cambio clim¨¢tico.
Pero, ?es posible calcular de forma fiable esa huella de carbono, es decir, las emisiones anuales de CO2 de cada uno de nosotros? Y ?se puede reducir hasta alcanzar l¨ªmites tolerables para el entorno o, en su defecto, compensar con inversiones en proyectos de emisi¨®n cero? Parece que s¨ª, pero la cosa est¨¢ un poco verde. Incluso en el Reino Unido, donde empresas y ONG llevan m¨¢s tiempo trabajando en la compensaci¨®n de emisiones, se est¨¢n replanteando acudir a un sistema de verificaci¨®n y control oficial que corrija las contradicciones e incluso abusos conocidos.
Convertida en una publicaci¨®n de referencia en el ¨¢mbito de la defensa de los derechos de los consumidores, la publicaci¨®n Which? sac¨® a luz en marzo de este a?o un estudio en el que revelaba enormes diferencias en los c¨¢lculos de huellas de carbono y compensaciones. El chequeo a 13 empresas del sector, incluida Climate Care, demostraba que la diferencia en las emisiones anuales derivadas del hogar, introduciendo variables similares, era de 1,5 a 7,1 toneladas de CO2.
El c¨¢lculo de la huella es el primer paso a dar y si eso no est¨¢ claro, mal se puede orientar al ciudadano sobre cu¨¢nto debe reducir. La de los espa?oles, seg¨²n el ¨²ltimo informe Evoluci¨®n de las emisiones de gases de efecto invernadero en Espa?a (1990- 2007), elaborado por CC OO y la edici¨®n espa?ola de la revista World Watch, es de 9,8 toneladas de CO2 por habitante. Tanto ONG, como empresas relacionadas con la compensaci¨®n voluntaria de emisiones y el Ministerio de Medio Ambiente est¨¢n de acuerdo en la cifra, que en algunos casos elevan ligeramente por encima de las 10 toneladas. Se estar¨ªa as¨ª cada vez m¨¢s cerca de las emisiones de los pa¨ªses m¨¢s industrializados, que rozan las 12 toneladas por habitante y a?o. Donde surgen diferencias notables es en las cifras mundiales, que van desde las 4,31 toneladas que aparecen en el ¨²ltimo informe del Banco Mundial (datos de 2004) a las 7,2 toneladas que reflejan CC OO y World Watch (cifras de 2007), siempre con diferencias sangrantes, como los apenas 50 kilos que emite al a?o un habitante de Mali frente a las 21 toneladas de un estadounidense.
Sin embargo, hay instituciones, como el Instituto Ambiental de Estocolmo (SEI, en sus siglas en ingl¨¦s), que reconocen que no hay un consenso universal sobre lo que significa la huella de carbono, y, menos a¨²n, sobre la manera de calcularla. El SEI estima que la media de emisiones est¨¢ cerca de las 20 toneladas por habitante y a?o si se incluye, por ejemplo, no s¨®lo el consumo de un televisor y un frigor¨ªfico, sino lo que supone producirlo y llevarlo a los diferentes puntos de distribuci¨®n, venta y domicilio.
Raquel Mont¨®n, responsable de la campa?a de Cambio Clim¨¢tico de Greenpeace, considera que "no es cuesti¨®n de cargar sobre las espaldas de los ciudadanos toda la responsabilidad en las emisiones que se generan en la producci¨®n y consumo de bienes o en la de energ¨ªa. Es m¨¢s, que yo pueda ir andando al trabajo o en un transporte p¨²blico no contaminante y as¨ª reduzca la huella de carbono no depende s¨®lo de m¨ª, sino de administraciones y empresas que deben poner los medios para que lo pueda hacer". Por eso, cree que es bueno que se sepa que "detr¨¢s de cada gramo de emisi¨®n por habitante hay una el¨¦ctrica, una cementera, un fabricante de piensos, una papelera o una empresa ganadera. Si ¨¦stos redujeran su huella de carbono, permitir¨ªan que la del ciudadano fueran menor".
Greenpeace sugiere que para impedir que antes de 2050 las temperaturas suban m¨¢s de dos grados, cada ciudadano deber¨ªa reducir sus emisiones hasta las 1,3 toneladas de CO2 anuales. Esta cifra es por ahora inalcanzable: incluso las personas m¨¢s comprometidas con un consumo y forma de vida responsables emiten unas 2,3 toneladas de CO2 anuales. La imposibilidad de acceder a una energ¨ªa mayoritariamente renovable o la reducci¨®n y correcto reciclaje de los residuos, por poner dos ejemplos, frenan el alcance de metas m¨¢s verdes. La propia ministra de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, Elena Espinosa, ha reconocido que "la energ¨ªa que se consume en una gran ciudad depende en gran medida de c¨®mo est¨¦ dise?ada en cuanto al reparto del suelo entre distintas actividades y funciones; cuando se toman decisiones urban¨ªsticas desde un ayuntamiento hay que ser muy consciente de sus efectos energ¨¦ticos".
Tras las controversias sobre el c¨¢lculo, no resulta extra?o que las diferencias se trasladen a las compensaciones. De vuelta al mercado del Reino Unido, con al menos 13 empresas trabajando con un importante volumen de negocio, cada tonelada compensada de forma voluntaria va de los 9 a los 29 euros, por encima incluso del certificado m¨¢s exigente (Gold Standard) al que acuden las empresas, que la fija en 17 euros.
Un responsable de Climate Care (una de las compa?¨ªas que salen menos da?adas en el estudio de Which?) reconoc¨ªa en The Independent que hay razones para pensar que no se hacen las cosas con total transparencia y que incluso se enga?a a los clientes. Por este motivo, el Gobierno brit¨¢nico ha decidido elaborar un c¨®digo de buenas pr¨¢cticas para las empresas que ofrecen compensaciones voluntarias de carbono, aunque de momento se trata de una regulaci¨®n ligera.
"Hay que ir directamente a una regulaci¨®n obligatoria del sector para que se compruebe y verifique todo el sistema de compensaciones", advierte Kepa Solaun, socio-director de Factor CO
2 (www.factorco2.com), una de las empresas que trabajan en Espa?a en este campo. "Estamos en un periodo de prueba y error, por lo cual, hasta que no exista un sistema fiable de verificaci¨®n, nosotros recomendamos siempre reducir, y si no queda m¨¢s remedio, se estudia la compensaci¨®n", concluye Kepa Solaun.
Aunque Factor CO2 se centra principalmente en empresas (trabajan con 264 y la mayor¨ªa est¨¢ dentro de los grupos incluidos en el plan de asignaci¨®n de emisiones al que obliga el protocolo de Kioto) hay otras iniciativas, como la de Cero CO2 (www.ceroco2.org), desarrollada conjuntamente por la Fundaci¨®n Ecolog¨ªa y Desarrollo y Acci¨® Natura, que apuntan m¨¢s hacia los ciudadanos y apuestan por la reducci¨®n.
De vez en cuando, aparte de realizar su c¨¢lculo de emisiones, algunos se atreven a realizar consultas a Cero CO2 para compensarlas. Seg¨²n Roc¨ªo Berm¨²dez, responsable de Comunicaci¨®n y Marketing de Acci¨® Natura, "una de las preguntas m¨¢s frecuentes est¨¢ relacionada con el vuelo que van a hacer cuando salen de vacaciones, que es donde m¨¢s emisiones se generan en corto espacio de tiempo, y c¨®mo pueden compensar esa huella".
Los proyectos de compensaci¨®n que ofrecen fomentan la construcci¨®n y desarrollo de una minicentral hidroel¨¦ctrica y la rehabilitaci¨®n de manglares en Indonesia, el compostaje org¨¢nico en la regi¨®n de Michoac¨¢n (M¨¦xico), la captaci¨®n de carbono en peque?as granjas de Costa Rica y la restauraci¨®n y reforestaci¨®n de sierras en Brasil. "Como elemento principal -a?ade Berm¨²dez-, el proyecto debe tener cero emisiones, aparte de otras consideraciones ambientales y sociales que, en nuestro caso, se verifican a trav¨¦s de auditor¨ªas externas".
El avi¨®n es el gran tal¨®n de Aquiles de las emisiones individuales. Seg¨²n la calculadora de Cero CO2, un vuelo regular de ida y vuelta a Santiago de Chile desde Espa?a emite m¨¢s de 6 toneladas de CO2 por pasajero. Conviene tener en cuenta igualmente que los mercados emergentes y consolidados del sureste asi¨¢tico y China obligan a los empresarios a desplazarse, con lo que la factura de emisiones de muchas empresas se ha incrementado sustancialmente en los ¨²ltimos a?os.
Por el contrario, la extensi¨®n de las l¨ªneas ferroviarias de alta velocidad en Espa?a parece compensar el da?o que se hace a la atm¨®sfera. Seg¨²n un estudio elaborado por Alberto Garc¨ªa ?lvarez, ingeniero de la Fundaci¨®n de los Ferrocarriles Espa?oles, un pasajero que opte por hacer el trayecto Madrid-Barcelona en AVE genera alrededor de 13,8 kilogramos de CO
2, si lo hace en coche emite 63 kilos y si escoge el avi¨®n sube a 71 kilos, es decir, cinco veces m¨¢s que la opci¨®n de la alta velocidad en tren. Aunque este punto tambi¨¦n es cuestionable, ya que otro estudio, en este caso del profesor Roger Kemp, de la Universidad de Lancaster (Reino Unido), sobre el impacto de la l¨ªnea que une Londres con Edimburgo, demuestra que por encima de los 300 kil¨®metros por hora la alta demanda de electricidad de los trenes hace que se equiparen las emisiones a las del avi¨®n.
?stas no dejan de sonrojar a miembros de administraciones, ONG o artistas comprometidos que vuelan para asistir a reuniones, cumbres o conciertos de lucha contra el cambio clim¨¢tico. John Buckley, a trav¨¦s de su organizaci¨®n (Carbon Footprint) se dedic¨® a desnudar casi uno a uno a todos los grandes protagonistas que acudieron el pasado a?o a los conciertos de Live Earth apadrinados por Al Gore: "Las giras de Madonna producen 440 toneladas de CO2 en cuatro meses y las de Red Hot Chilli Peppers 220 toneladas durante medio a?o, principalmente derivadas de las emisiones de sus desplazamientos en aviones privados".
Tras los Live Earth, John Buckley era a¨²n m¨¢s cr¨ªtico, porque la cifra de emisiones total en conciertos que fomentaban la lucha contra el cambio clim¨¢tico fue de 31.000 toneladas en s¨®lo unos d¨ªas. "?3.000 veces lo que un brit¨¢nico al a?o!", clamaba.
En cualquier caso, todos deben hacer un esfuerzo por reducir su huella de carbono, desde el artista famoso al ciudadano mileurista y "sobre todo hay que subrayar el enorme bien que conlleva ese esfuerzo para la humanidad y para quien apuesta por reducir, porque en absoluto supone que perdamos calidad de vida; s¨®lo hay que pensar que una ciudad con menos coches y con menos emisiones de CO2 es una ciudad m¨¢s limpia, m¨¢s habitable y m¨¢s sana para todos", apostilla Raquel Mont¨®n.
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