Una burla inaceptable
Los taurinos hacen lo que quieren porque el p¨²blico no hace lo que debe. Los primeros hacen y deshacen a su gusto y, en funci¨®n de sus intereses, maltratan a la fiesta, la adulteran y la degeneran. Y el p¨²blico, bendito, superficial, festivalero e incompetente en esta materia, aplaude y admite toda clase de tropel¨ªas.
Lo ocurrido ayer en M¨¢laga es de una desverg¨¹enza inconcebible. Los taurinos, con la autoridad -y la presidenta- a la cabeza, infligieron una grav¨ªsima cornada en las entra?as mismas de la fiesta. Se reconocieron 16 toros y se aprobaron seis de tres hierros diferentes que eran -a excepci¨®n del quinto- monas de circo, gatos, raspas impresentables para una plaza de ?primera? como ¨¦sta de M¨¢laga. La corrida, en consecuencia, fue una burla, una farsa, una caricatura y un fraude en toda regla porque no hubo toros, sino cabras sospechosamente afeitadas, inv¨¢lidas -no existi¨® el tercio varas-, descastadas y qui¨¦n sabe si enfermas o beodas. Pero el p¨²blico, tan contento. Y ah¨ª radica el problema: si el cliente no exige le dan gato por liebre.
Domecq/Rivera, El Fandi, Manzanares
Tres toros de Juan Pedro Domecq, primero, segundo y sexto, que fue devuelto; dos de Parlad¨¦, tercero y cuarto, todos anovillados, inv¨¢lidos y descastados: y el quinto de Hierbabuena, mejor presentado y brusco. Sobrero de Julio de la Puerta, manso.
Rivera Ord¨®?ez: estocada y un descabello (silencio); pinchazo _aviso_ y estocada trasera (ovaci¨®n). El Fandi: bajonazo (ovaci¨®n); pinchazo, estocada y descabello (ovaci¨®n). Jos¨¦ M. Manzanares: estocada (oreja); estocada baja (ovaci¨®n).
Plaza de la Malagueta. 21 de agosto. Corrida de feria. Lleno.
?Y la autoridad? En esta plaza, al menos, no manda, no pinta nada, es un convidado de piedra. No s¨®lo admiti¨® la se?ora presidenta los seis infumables ejemplares ya citados, que es lo m¨¢s grave, sino que permiti¨® hechos inconcebibles: los toreros, por ejemplo, tardan una eternidad en salir del patio de cuadrillas para hacer el pase¨ªllo, aburren a los alguacilillos -que tambi¨¦n act¨²an como figuras decorativas-, y a la m¨²sica, mientras el delegado gubernativo mira a las musara?as; un catering reparte tortillas y medias noches en pleno festejo, y un empleado de la televisi¨®n auton¨®mica, que retransmiti¨® el festejo, persigue a El Fandi desde el callej¨®n con un micr¨®fono en forma de pistol¨®n enorme mientras el delegado se hac¨ªa el longui.
Alguien deber¨ªa recordarle a la presidenta que presidir es algo m¨¢s que subir al palco; presidir es mandar, defender la pureza de la fiesta y los derechos de los espectadores.
?Y despu¨¦s de lo visto merece el festejo un juicio cr¨ªtico? Lo primero que habr¨ªa que hacer es dar un curso acelerado de formaci¨®n al p¨²blico, pero, si eso ocurriera, m¨¢s de un taurino ser¨ªa corrido a gorrazos; y muchos toreros habr¨ªan de marcharse a sus casas y presidentes varios a sus respectivas ocupaciones. Har¨ªa falta, tambi¨¦n, un curso de verg¨¹enza torera para los diestros actuantes. Un torero de verdad no hace el pase¨ªllo ayer en M¨¢laga.
Pero lo hizo Rivera Ord¨®?ez -empresario de la plaza, por cierto-, y demostr¨® en su corrida 1001 que no es ni sombra de lo que fue; hoy es un torero de vuelta de todo, carente de t¨¦cnica e ilusi¨®n. Y El Fundi, que es tan espectacular en banderillas como negado con los enga?os; y Manzanares, que se entren¨® con un juguete, el tercero, y lo intent¨® voluntarioso ante el deslucido sexto.
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