El 'vertedero' de las viudas
13.000 indias repudiadas por no tener marido mendigan en Vrindaban para vivir
Miles de fantasmas rondan por Vrindaban. Mujeres vestidas en su mayor¨ªa de blanco, sin zapatos y rapadas. Viejecitas encorvadas con los ojos cubiertos por cataratas, pero tambi¨¦n j¨®venes, en algunos casos con hijos. Su marido muri¨®, y con ¨¦l perdieron su lugar en la sociedad. Se refugian y deambulan por esta ciudad, al norte de India, una de las m¨¢s sagradas porque aqu¨ª creci¨® el juguet¨®n dios Krishna.
"Cuando mi esposo muri¨®, me qued¨¦ sin nada: sin dinero y sin poder trabajar. No tengo hijos. Nadie me pod¨ªa ayudar. Por eso vine a Vrindaban. Aqu¨ª, Krishna protege y da comida", dice Bashuna Das. Como ella, muchas llegan arrastradas por la miseria o porque fueron echadas de la casa de los maridos. Unas 13.000 viudas malviven de la caridad en este pueblo y sus alrededores, seg¨²n un estudio del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM).
Llegan tra¨ªdas por la familia, que no quiere hacerse cargo de ellas
Bashuna se considera afortunada. Est¨¢ en una casa de la ONG Guild of Service. Otras viven en las lodosas y ca¨®ticas calles de Vrindaban, o comparten habitaciones que el Gobierno o fundaciones les alquilan. Los ashram (mitad asilo, mitad convento) acogen gratis a algunas.
Las viudas son de mal augurio en India. A veces se dice que son la causa de la muerte del marido. Seg¨²n el C¨®digo de Manu, una de las escrituras sagradas m¨¢s antiguas, una mujer no ser¨¢ nunca independiente. "Una viuda debe sufrir mucho antes de morir, debe ser pura en cuerpo, pensamiento y alma", dice el texto. El Skanda Purana va m¨¢s all¨¢: "Un hombre sabio debe evitar a las viudas, a¨²n sus bendiciones, como si fuera el veneno de una serpiente". En Vrindaban comparten su soledad y se alejan un poco de este desprecio. El hare krishna rezado por cientos de gargantas conmueve hasta los huesos. Cantan durante cuatro horas a cambio de tres rupias (cinco c¨¦ntimos de euro). Y, si tienen suerte, se llevar¨¢n un pu?ado de arroz.
"Algunas vienen por religi¨®n, pero otras no tienen elecci¨®n. Las m¨¢s pobres carecen de educaci¨®n, y las familias las traen aqu¨ª para quit¨¢rselas de encima", cuenta Pria Saki, una valenciana hare krishna que lleva dos a?os como voluntaria. El Gobierno les da una pensi¨®n de 1.800 rupias al a?o (unos 30 euros), pero, adem¨¢s de ser muy poco, no llega a todas. S¨®lo el 25% la recibe. "La burocracia es muy complicada para ellas, en su mayor¨ªa analfabetas. Otras no saben ni que existe", dice Usha Rai, responsable del estudio de UNIFEM. S¨®lo les queda mendigar.
Pero tambi¨¦n mujeres educadas vienen a parar aqu¨ª. "Mi hijo es terrible. No trabajaba; s¨®lo me ped¨ªa dinero y se lo gastaba en alcohol y cigarros. Su esposa se fue llev¨¢ndose a su hijo, y yo me cans¨¦ de mantenerle", dice Prim Kishori, una ex empleada de banca de 61 a?os. Como en su caso, los hijos muchas veces se quedan con todo al morir el padre. Aunque la ley reconoce el derecho de las viudas a heredar, en la pr¨¢ctica muy pocas veces ocurre.
El n¨²mero de j¨®venes sorprende. Se debe a la costumbre de casar ni?as con hombres mayores. Por ejemplo, Pratima Sharma fue obligada a hacerlo a los 17 a?os con un hombre rico treinta a?os mayor. Qued¨® viuda a los 24 a?os y con un hijo de 6. Un segundo matrimonio es casi imposible.
En India hay 33 millones de viudas, seg¨²n cifras oficiales. Aunque no todas est¨¦n en condiciones tan terribles como las de Vrindaban, todas sufren "al menos el estigma social. La mayor¨ªa no puede trabajar y son maltratadas por su familia", dice Mohini Giri, directora de Guild for Service.
Mientras, la sociedad de alguna forma se escuda argumentando que est¨¢n en Vrindaban porque quieren dedicar sus ¨²ltimos d¨ªas a alabar a Dios. "Mi vida est¨¢ vac¨ªa: no tengo ni para comer, pero estoy llena, porque tengo a Krishna", dice Sarosati Banarjee con una sonrisa de resignaci¨®n. Al terminar sus sentidos cantos en el ashram, desaparece entre las retorcidas callejuelas de la ciudad de las viudas.
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