Carteras ministeriales por guitarras o maracas
Lo deja. Ya hab¨ªa amagado varias veces con su salida, pero a cada intento el presidente Lula le convenci¨® para que siguiera. Despu¨¦s de cinco a?os como ministro de Cultura de Brasil, Gilberto Gil renuncia por problemas de voz -tuvo que operarse de las cuerdas vocales- provocados al parecer por los frecuentes discursos. De momento Rub¨¦n Blades, que en su ¨²ltimo disco adapt¨® al espa?ol una canci¨®n de su colega brasile?o, contin¨²a como ministro de Turismo de Panam¨¢. El 18 de agosto se reincorpor¨® a su despacho oficial tras poner fin -con una gira por Espa?a, Italia y Holanda, que combinaba con desparpajo salsa y campa?a tur¨ªstica- a un ayuno de cuatro a?os.
Muchos en Panam¨¢ le daban a Blades tres meses en el puesto. Y en Brasilia se cruzaban apuestas sobre los d¨ªas que durar¨ªa Gil. Se equivocaron. El compromiso iba muy en serio. Los dos ya se hab¨ªan interesado antes por las tareas pol¨ªticas: Gil (Salvador de Bah¨ªa, 1942), licenciado en empresariales y afiliado al Partido Verde, lleg¨® a ser concejal de Medio Ambiente y Cultura en Salvador; Blades (Ciudad de Panam¨¢, 1948), el abogado por Harvard que trajo al conservador mundo de la salsa canciones como El padre Antonio -historia de un sacerdote asesinado en un pa¨ªs centroamericano- o Desapariciones -sobre los horrores de las dictaduras de Am¨¦rica Latina-, se present¨® como candidato a las elecciones presidenciales de Panam¨¢ en 1994 y 1999.
Desde luego que no buscaban las prebendas de los altos cargos p¨²blicos ni la agenda de contactos agradecidos tan ¨²til al pol¨ªtico profesional que luego decide cambiarse a alguna tarea m¨¢s lucrativa. Para el paname?o no es posible hablar de corrupci¨®n y decir que alguien est¨¢ un poquito corrupto porque ser¨ªa igual que decir que una mujer est¨¢ un poquito pre?ada. Tampoco es cuesti¨®n de egos: ni Gilberto Gil, uno de los grandes de la canci¨®n brasile?a, ni Rub¨¦n Blades, autor de cl¨¢sicos como Pedro Navaja y actor de cine, necesitaban del aplauso o el reconocimiento p¨²blico. En realidad los dos ten¨ªan m¨¢s que perder tanto en sus respectivas cuentas corrientes -ganan m¨¢s dinero con sus actividades art¨ªsticas- como en el n¨²mero de posibles desafectos.
Si el brasile?o pidi¨® permiso a Lula para poder actuar durante sus periodos vacacionales, el paname?o prefiri¨® no comprometer a Mart¨ªn Torrijos. Y este verano se anim¨® por fin a salir de gira s¨®lo porque ya ha cuadrado la ley de turismo, el plan maestro sobre las capacidades de carga medioambiental de cada lugar, la reglamentaci¨®n de actividades y unas campa?as publicitarias con fondos asegurados. Gil no pudo llegar al ansiado 1% del presupuesto para la cultura en un pa¨ªs en que ¨¦sta representa un 7% del PIB. Y al margen de las renovadas acciones del ministerio y de su inter¨¦s por esas nuevas tecnolog¨ªas que han abierto la caja de Pandora de la copia libre, probablemente su mejor contribuci¨®n sea el mensaje al Gobierno de Brasil de que la cultura est¨¢ en todos los ¨¢mbitos y es demasiado importante para dej¨¢rsela a las corporaciones.
Bueno es que la m¨²sica recupere ya plenamente al brasile?o y que falte menos para que el paname?o nos muestre esos Cantares del subdesarrollo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.