Frustraci¨®n en el para¨ªso
Narrativa. John Fante (Colorado, 1909- California, 1983), hijo de emigrantes italianos, "macarroni despreciable", se propuso ser m¨¢s americano que el puente de Brooklyn, y lo consigui¨®; como su ¨¢lter ego Arturo Bandini, lloraba "por tener una corbata, igual que un hombre piadoso llora por sus pecados", y logr¨® una posici¨®n tan acomodada que en sus corbatas brillaban alfileres de perla; dese¨® la fama literaria ("me gustar¨ªa que mis libros estuvieran entre los indispensables, como la Biblia y el diccionario"), y con la publicaci¨®n de su primera novela, Espera a la primavera, Bandini, conoci¨® un relativo ¨¦xito; la escritura representaba para Fante, adem¨¢s, dinero y notoriedad, es decir, el mejor modo de expulsar la indigencia vital en la que hab¨ªa crecido, y tambi¨¦n consigui¨® dinero y notoriedad al ser contratado de guionista en Hollywood por una bonita suma que no pod¨ªa rechazar. Desde la perspectiva de la ambici¨®n lograda, la vida de John Fante es una vida de ¨¦xito. Y, para colmo (pero esto ya no lo pudo saborear), gracias a la revaloraci¨®n que de su obra hizo Bukowski, que lo declar¨® "una influencia vitalicia", a partir de la d¨¦cada de los ochenta se ha convertido en un autor equ¨ªvocamente emplazado en el origen del realismo sucio, una especie de tutor de Bukowski, a pesar de ser coet¨¢neos (Fante era s¨®lo 11 a?os mayor).
Llenos de vida
John Fante
Traducci¨®n de Antonio-Prometeo Moya
Anagrama. Barcelona, 2008
157 p¨¢ginas. 15 euros
Con Llenos de vida Anagrama completa la publicaci¨®n de las ocho novelas conocidas de John Fante. En todas, no s¨®lo en la tetralog¨ªa de Arturo Bandini (Espera a la primavera, Bandini; Preg¨²ntale al polvo; Camino de Los ?ngeles, y Sue?os de Bunker Hill), el material autobiogr¨¢fico resulta dominante, y no es ning¨²n descr¨¦dito para su arte literario ver en su protagonista un trasunto del autor. Para Fante, el proceso que lleva a un ciudadano a convertirse en escritor es una ¨¦pica cuya rememoraci¨®n supone el reconocimiento de un sue?o, antes de que, al cumplirse, se corrompa. Consciente de la p¨¦rdida de las ilusiones, vuelve una y otra vez a aquellas ansias de grandeza, parodi¨¢ndolas (en Camino de Los ?ngeles), o narrando el triunfo social que pudre las energ¨ªas del creador, muy bien pagado pero mutilado por el lujo y la pereza (en Sue?os de Bunker Hill). De la ocupaci¨®n de guionista en Hollywood, dijo que era "el trabajo m¨¢s espantoso en el reino de Dios"; de haber sido un escritor ret¨®rico, esa frase ser¨ªa una boutade; en la pluma de Fante, es la definici¨®n m¨¢s precisa del remordimiento que impregna toda su obra. El malestar de no estar nunca en el lugar adecuado, aunque su autor no haga ascos de sus provechos, sustenta en sus personajes la lealtad a la indigencia, previa a la acomodaci¨®n y el consentimiento.
En Llenos de vida el protagonista se llama John Fante, y est¨¢ casado con una mujer llamada Joyce, como la mujer de Fante. El autor de esta novela dejar¨ªa de escribir, durante m¨¢s de veinte a?os, para dedicarse al cine. Pero antes de su muerte, ciego por la diabetes, dictar¨¢ a su mujer, Joyce, Sue?os de Bunker Hill, asediado por la permanencia en su memoria de Arturo Bandini, que en esta novela es un guionista en Hollywood bien retribuido simplemente por estar sentado en un despacho. Ese Bandini inactivo, rodeado de estupidez y mediocridad, es un reflejo m¨¢s exacto que el John Fante al que el escritor cede su nombre. Pero ambos participan de la misma sensaci¨®n de desalojo. Y de la necesidad de redimirse de la insulsez de la vida cotidiana. Los problemas que afronta el Fante de Llenos de vida son los pre¨¢mbulos de convertirse en padre, el mantenimiento de una casa adecuada a las necesidades familiares y la fidelidad al catolicismo. Nada que ver con la rebeld¨ªa juvenil, la aversi¨®n del emigrante y el reconocimiento literario. El escritor, en cierto modo, se burla de s¨ª mismo, a veces hasta la s¨¢tira, al retratarse zaherido m¨¢s por los problemas de la prosperidad que por su conciencia de artista. Y si el joven Bandini de Camino de Los ?ngeles le¨ªa a Nietzsche, Schopenhauer y Splenger sin entender una palabra, transportado por el delirio verboso, la embarazada Joyce ("el embarazo propicia la lectura", dir¨¢ el marido) pasar¨¢ de los manuales de autoayuda prenatal a leer a Chesterton, Belloc, Thomas Merton, Fran?ois Mauriac, Kart Adam, Fulton Sheen y Evelyn Waugh, y as¨ª esta mujer "fr¨ªa y materialista" se convertir¨¢ al catolicismo, siguiendo las convenciones de la ¨¦poca, y dotando a la familia de la cohesi¨®n religiosa que fortalece su consistencia americana.
Fante no fue v¨ªctima de su ambici¨®n social, pero no cabe duda de que la prosperidad alcanzada recondujo la desventura de su origen social al melodrama. Con la perspectiva de este g¨¦nero, sus novelas confirman (como bien ha se?alado V¨ªctor M. Carrillo, traductor de Bukowski) que "pese a su arrogancia Fante era un buf¨®n de s¨ª mismo". Como todos los escritores cuyo talento se abastece excesivamente de su autobiograf¨ªa. -
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