"De Juana es un terrorista y un desgraciado, pero ha cumplido su condena"
Desde el peque?o despacho de su domicilio, en el distrito de Retiro, se divisa todo el sur de Madrid, la ciudad donde ha residido desde su tumultuoso regreso del exilio, con peluca incorporada, tras la muerte de Franco. Santiago Carrillo (Gij¨®n, 18 de enero de 1915), secretario del PCE entre 1960 y 1982 y uno de los art¨ªfices de la Transici¨®n espa?ola, no deja de trabajar, a los 93 a?os cumplidos. Prepara un nuevo libro "sobre los camaradas", explica, y se muestra escandalizado por lo que considera la miop¨ªa de Europa hacia Rusia. "Est¨¢n acorralando a Rusia. La OTAN la est¨¢ sitiando, la rodea por todas partes. Europa deber¨ªa jugar un papel de puente, y estamos actuando como un protectorado norteamericano. Vamos a una ampliaci¨®n del terrorismo, y a una tercera guerra mundial". Carrillo, reci¨¦n llegado de sus vacaciones, viste elegantes pantalones grises, sujetos con tirantes, y camisa de rayas blancas sobre fondo azul. La mirada, siempre viva bajo los gruesos cristales de las gafas, y entre los dedos, el eterno cigarrillo humeante.
"La Transici¨®n la hicimos un poco a ciegas. En 1977 y 1978 no sab¨ªamos muy bien lo que est¨¢bamos construyendo"
"Si el PP hubiera puesto a Ruiz-Gallard¨®n a la cabeza, pensar¨ªa que algo hab¨ªa cambiado en ese partido"
Pregunta. Cuantos m¨¢s a?os cumple, m¨¢s actividad desarrolla. Despu¨¦s de una etapa de silencio no para usted de hablar.
Respuesta. Estoy m¨¢s activo de lo que suelen estarlo las personas de mi edad. Tengo bastante buena memoria, sigo los acontecimientos, trabajo para ganarme la vida... Tengo suerte.
P. Ha vivido siempre volcado en la pol¨ªtica.
R. He sido un hombre de ideas, un hombre de partido. La gente de mi generaci¨®n entr¨® en el partido comunista como se entra en una orden militar...
P. O religiosa...
R. S¨ª, s¨ª, militar y religiosa: poniendo a disposici¨®n del partido todos los minutos del d¨ªa y la propia vida. Hoy hay ese fen¨®meno de los m¨¢rtires que se inmolan pensando que defienden una causa justa, en algunos pa¨ªses musulmanes...
P. S¨ª... el terrorismo islamista.
R. En el partido comunista ha habido miles de personas que, sin ser creyentes, no han vacilado en arriesgar su vida ni en entregarla en la guerra contra el fascismo, y en la clandestinidad.
P. Los terroristas que se hacen estallar disponen tambi¨¦n de las vidas ajenas.
R. No estoy comparando a los comunistas de este pa¨ªs con los terroristas. No. Lo que digo es que el desinter¨¦s por la vida propia al servicio de una idea, de una causa, exist¨ªa en personas no creyentes.
P. Quiz¨¢ hay un punto de fanatismo en esa forma de defender las ideas.
R. En Espa?a no hab¨ªa diez modos de defender las ideas. A mi generaci¨®n no le qued¨® m¨¢s remedio que hacer la guerra con todas las consecuencias, y la resistencia.
P. Usted, que tuvo un papel tan destacado en la Transici¨®n, tan elogiado por todos, ?no tiene la sensaci¨®n de que la sociedad espa?ola est¨¢ m¨¢s dividida y crispada de lo que lo estaba al inicio de aquel periodo?
R. Hay un problema. Todav¨ªa no hemos asimilado los cambios que nosotros mismos hemos introducido en la estructura del Estado. Con la Constituci¨®n de 1978 se liquida el Estado centralista y surge el Estado de las autonom¨ªas, que se acerca en cierto modo al federalismo. Yo creo que ni los pol¨ªticos ni muchos ciudadanos hemos llegado a asimilar ese nuevo Estado.
P. Quiz¨¢ porque est¨¢ en constante ebullici¨®n. No se sabe hasta d¨®nde llegan las aspiraciones de algunas comunidades.
R. Eso no me alarma. Un cambio de Estado tan profundo no se asimila en poco tiempo. Hace falta rodar ese nuevo Estado y hace falta que nos acostumbremos a ver ese Estado no solamente en el Gobierno que funciona en Madrid, sino en el Estado de las autonom¨ªas. Y hoy, los pol¨ªticos que gobiernan no lo han asimilado. Tampoco las autonom¨ªas tienen sentido del Estado nuevo, y no se dan cuenta de que ellas son responsables tambi¨¦n de su mantenimiento y que la solidaridad es un factor decisivo.
P. Pero ?cree que vamos por el buen camino?
R. S¨ª, yo creo que s¨ª, porque este Estado lo construimos un poco a ciegas. En 1977 y 1978 no sab¨ªamos muy bien lo que est¨¢bamos construyendo.
P. ?Y no proceder¨¢n nuestros problemas actuales de esa construcci¨®n un poco a ciegas del nuevo Estado?
R. S¨ª, ah¨ª se originan. Todo procede del hecho de que ese Estado no ha sido suficientemente explicado.
P. O suficientemente planificado...
R. Era muy dif¨ªcil ver en la Constituci¨®n ad¨®nde desembocaban las cosas. Pero hay elementos muy claros que defin¨ªan ya el nuevo Estado. Por ejemplo, el reconocimiento de nacionalidades y regiones, por primera vez en la historia de este pa¨ªs. Los pol¨ªticos tienen que aceptar que ese Estado centralista ha muerto. La derecha no lo ha aceptado.
P. Tambi¨¦n el Gobierno socialista tiene problemas, como el de la financiaci¨®n auton¨®mica con Catalu?a.
R. Ese problema se va a resolver. No hay que asustarse. Estamos en una situaci¨®n nueva, y lo que ha faltado para hacer una labor pedag¨®gica sobre el papel del Estado es un Senado que fuese de verdad el Senado territorial en el que se debatieran los problemas.
P. ?Sospecharon alguna vez, en esos a?os iniciales de la Transici¨®n, que las reivindicaciones ling¨¹¨ªsticas llegar¨ªan tan lejos?
R. Eso no me preocupa. He estado de vacaciones en un balneario, en Girona, y hablaba castellano y la gente me contestaba en castellano. Si alg¨²n idioma puede avasallar al castellano, es el ingl¨¦s.
P. No me refiero a la salud del idioma, sino a la libertad de estudiar en la lengua materna, que muchos espa?oles ven limitada en algunas autonom¨ªas.
R. En ese balneario del que le hablo hab¨ªa muchas familias, en general modestas, de Extremadura, o de Andaluc¨ªa, y esta gente que ha nacido en territorio de lengua castellana tiene la idea de que Catalu?a es superior. Porque Catalu?a asimila a los no oriundos y los convierte en catalanes. Montilla es un ejemplo de esa realidad. Y el nuevo Estado tiene que reconocer esa realidad y convivir con ella.
P. Actos como ese ultraje a Espa?a, que se produjo hace unos d¨ªas en las fiestas del barrio de Gracia, crean mal clima.
R. Lo que ocurri¨® en el barrio de Gracia es totalmente minoritario en la Catalu?a de hoy. La mejor demostraci¨®n de ello es que un cordob¨¦s sea presidente de la Generalitat, por primera vez en la historia. Lo grave aqu¨ª es que cuando en Europa hab¨ªa desaparecido ya el viejo r¨¦gimen, en Espa?a todav¨ªa estaba vigente. Llevamos un retraso secular. Y por eso tenemos una derecha que no se parece a la europea.
P. ?No le parece moderno el nuevo PP de Mariano Rajoy?
R. No le veo nada nuevo. No hemos tenido ninguna prueba de que la derecha espa?ola haya cambiado. Si nos remontamos a meses atr¨¢s y recordamos las marchas que hubo sobre Madrid, yo las he vivido con la sensaci¨®n de que est¨¢bamos en 1936. Lo ¨²nico que les faltaba a estas marchas para ser iguales que aqu¨¦llas era la invocaci¨®n al Ej¨¦rcito. Lo dem¨¢s, las quejas de que hay persecuci¨®n religiosa, era como de 1936. Es inaudito, porque no existe por ning¨²n lado persecuci¨®n religiosa en este pa¨ªs. Si algo hay, es un d¨¦ficit en la aplicaci¨®n de la Constituci¨®n. La aconfesionalidad del Estado no se ha aplicado completamente. La Iglesia ha estado siempre detr¨¢s de la derecha espa?ola. Si en ese congreso del PP hubieran colocado a Ruiz-Gallard¨®n a la cabeza del partido, habr¨ªa pensado que hab¨ªa cambiado algo en ¨¦l. Pero Gallard¨®n sigue siendo la guinda de un pastel incomestible. Eso es lo que estamos pagando: los uno o dos siglos de retraso que llevamos con el resto de Europa.
P. ?No es el terrorismo de ETA lo que nos coloca fuera de este siglo?
R. S¨ª, evidentemente. El terrorismo de ETA es una reminiscencia del pasado. Algo que pod¨ªa entenderse, no justificarse, frente a Franco, pero frente al sistema democr¨¢tico es incomprensible.
P. Es adem¨¢s una fuente de crispaci¨®n, como lo hemos visto con la salida en libertad del etarra I?aki de Juana Chaos.
R. Como persona, De Juana es un terrorista, y un desgraciado, pero ha cumplido su condena. Si vuelve a delinquir, tendr¨¢n que juzgarle de nuevo. Pero si no lo hace... tendr¨¢n que dejarle. Ha cumplido 21 a?os de prisi¨®n. A m¨ª, a veces, me sorprende escuchar que 21 a?os de prisi¨®n no son nada. Cuando es algo tr¨¢gico. La vez que m¨¢s he estado en la c¨¢rcel ha sido un a?o y medio, y s¨¦ que 21 a?os es mucho. Este hombre ha pagado seg¨²n las leyes y no me parece inteligente convertirle en un m¨¢rtir.
P. Usted defiende con frecuencia al nacionalismo catal¨¢n y al vasco, e incluso ha quitado hierro al plan soberanista del lehendakari Ibarretxe que tantos disgustos le est¨¢ dando al Ejecutivo.
R. Me parece que hubiera sido m¨¢s inteligente tomar en consideraci¨®n en el Congreso ese plan y eliminar esos elementos soberanistas. As¨ª se habr¨ªa desarmado a muchos de los m¨¢s radicales separatistas. La soluci¨®n a esos problemas exige una finura pol¨ªtica y una audacia que desarme. El propio Ibarretxe cree que la mayor¨ªa de los vascos no quiere la separaci¨®n.
P. Puede que de momento no, pero su pulso con el Estado es un mal precedente y enrarece la atm¨®sfera pol¨ªtica.
R. O aceptamos convivir con esos problemas y buscarles soluci¨®n, o tendremos que volver a la dictadura.
P. ?No se le puede pedir al lehendakari Ibarretxe algo m¨¢s de sentido de Estado? ?Le parece sensato plantear esa consulta cuando en el Pa¨ªs Vasco no existe libertad democr¨¢tica porque no ha cesado la violencia de ETA y de su entorno?
R. La forma de superar esa cuesti¨®n es discutirla en el Parlamento. De todos modos, a m¨ª el que me preocupa es el nacionalismo espa?ol. Es el peor.
P. ?Por qu¨¦ es el peor?
R. Todo el mundo tiene derecho a defender sus ideas. No vaya a caer usted en la simpleza de pensar que yo aplaudo al nacionalismo vasco o al catal¨¢n, no. Yo los respeto. Pero el nacionalismo espa?ol es el que ha dominado durante los 40 a?os de dictadura de Franco. Y si miramos atr¨¢s, aparte del breve par¨¦ntesis de la Rep¨²blica, hay siglos de monarqu¨ªa autocr¨¢tica en Espa?a.
P. ?Es un problema entonces sentirse espa?ol?
R. No, yo me siento muy espa?ol y he contribuido a que la bandera nacional sea la bandera de siempre. Pero mire, en Estados Unidos, el presidente Bill Clinton aprob¨® una ley que consideraba que la quema de una bandera americana no era un delito. ?Por qu¨¦ en Espa?a lo es?
P. Parece una cuesti¨®n anecd¨®tica, teniendo en cuenta las enormes diferencias que hay entre ambos pa¨ªses.
R. Enormes, desde luego, aunque tenemos que procurar parecernos a un pa¨ªs moderno.
P. Seg¨²n usted, entonces, la pelota est¨¢ en el tejado del Gobierno central, y no hay cerraz¨®n en el nacionalismo vasco.
R. Lo que pienso es que el Gobierno central tiene m¨¢s poder y tiene m¨¢s posibilidades de actuar. Tiene el Ej¨¦rcito.
P. Le veo bastante en sinton¨ªa con Ezker Batua, el partido hermano de Izquierda Unida.
R. No. Me han invitado muchas veces a participar en encuentros y no he querido asistir porque no siento identidad con esa formaci¨®n.
P. El PNV le entreg¨® un premio importante hace unos meses, el de la Fundaci¨®n Sabino Arana, un premio que comparte usted con un gran amigo de ese partido, el ex presidente italiano Francesco Cossiga, democristiano para m¨¢s se?as.
R. No lo sab¨ªa. Pero mire, el PNV ha sufrido transformaciones muy profundas. Hoy no es un partido confesional.
P. Bueno, la Iglesia vasca est¨¢ muy pr¨®xima al nacionalismo vasco.
R. Igual que la Iglesia espa?ola al nacionalismo espa?ol. Quiz¨¢ menos. Los cambios en el PNV han sido muy serios.
P. Se habr¨¢ dado cuenta de que no he mencionado la matanza de Paracuellos, ocurrida en 1936. Es una pregunta que siempre le hacen los periodistas, ?no?
R. Es una obsesi¨®n morbosa. Espero que usted me d¨¦ pruebas de que no la padece.
P. Es que usted siempre contesta lo mismo, que no estaba al corriente de los hechos. En aquel noviembre de 1936 ten¨ªa 21 a?os y estaba completamente implicado en la guerra. ?No tiene, a veces, un sentimiento de culpa? ?No lamenta que le tocara vivir aquella etapa terrible?
R. No. Estoy orgulloso de haber pertenecido a una generaci¨®n que pudo defender a la Rep¨²blica, a la democracia, que dio su vida por el futuro de Espa?a.
P. ?Qu¨¦ les dir¨ªa a los j¨®venes de la kale borroka que tambi¨¦n creen que hacen lo mejor?
R. La violencia es inaceptable en el sistema democr¨¢tico cuando no hay una amenaza a ese sistema, cuando con el voto pueden defenderse todas las ideas.
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