Gigantes en unos Juegos grandiosos
Espa?a tuvo el honor de cerrar el torneo con un partido memorable de baloncesto - Pek¨ªn ha divinizado a dos mitos, Phelps y Bolt - Con s¨®lo seis casos de dopaje, el deporte es m¨¢s cre¨ªble
![Jos¨¦ S¨¢mano](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F65950e2d-87d8-4b87-87d2-e499999b380a.jpg?auth=00cf6232e7a3a64d1deda6c0f646ae477c05fa68bfa4e35ece63fdb41e1e9601&width=100&height=100&smart=true)
Un emotivo e inolvidable partido de baloncesto puso ayer el broche a unos Juegos grandiosos de principio a fin, de Michael Phelps a Kobe Bryant y Pau Gasol, con Rafa Nadal, Usain Bolt y Leo Messi entre medias. Todos ellos, el mejor p¨®ster del deporte mundial a falta de Tiger Woods, se han exhibido en el mejor escaparate posible, en unas instalaciones fabulosas, de futurista aire catedralicio, con una organizaci¨®n impecable y en un concordato extraordinario por la colaboraci¨®n y amabilidad del masivo voluntariado chino movilizado en favor de la causa. La majestuosa cartelera deportiva y el eco de sus gloriosos protagonistas subyugaron durante tres semanas la crispaci¨®n pol¨ªtica que marc¨® el pr¨®logo. Los Juegos se abrieron a China de la misma forma que desde el globo se esperan ahora mayores signos de apertura por parte del r¨¦gimen comunista. Hace 20 a?os, Corea del Sur puso en marcha el ventilador tras la cita ol¨ªmpica de Se¨²l; el olimpismo conf¨ªa ahora en que el gigante asi¨¢tico siga el mismo camino. Pek¨ªn ha conseguido lo que quer¨ªa ante el escaparate m¨¢s medi¨¢tico del planeta: unos Juegos seguros, sin sobresaltos, con una tregua pol¨ªtica, y vencer a Estados Unidos en el medallero. Falta alg¨²n gesto por su parte.
El olimpismo se abri¨® a China y espera del r¨¦gimen comunista la misma respuesta
El Gobierno espa?ol har¨ªa bien en revisar el actual modelo federativo
En t¨¦rminos deportivos, en la capital china no ha faltado de nada. Espa?a tuvo el honor de cerrar los Juegos con una actuaci¨®n memorable de su selecci¨®n de baloncesto, capaz de acongojar al segundo mejor equipo de la historia, tras el dream team de Barcelona 1992, a la imperial y arrogante NBA. Pese al maquillado resultado final (118-107), el conjunto espa?ol llev¨® al l¨ªmite a las megaestrellas estadounidenses, que tuvieron que recurrir a su gran pope, Kobe Bryant, para evitar lo que les habr¨ªa supuesto un descalabro descomunal. Hace 24 a?os, en Los ?ngeles, con Michael Jordan en sus primeros pasos hacia la mitificaci¨®n, un equipo no profesional dej¨® a Espa?a a 31 puntos de diferencia (96-65). El recorte producido ejemplifica la gran progresi¨®n del deporte espa?ol.
Tras un a?o de euforia permanente, la delegaci¨®n espa?ola, con el bronce logrado por el balonmano ante Croacia, se colg¨® finalmente 18 medallas, una menos que en Atenas, y cuatro por debajo del objetivo fijado, las 22 de Barcelona. Un buen resultado, pero a distancia a¨²n del cosechado por pa¨ªses de su entorno, como Francia (40) o Italia (28).
El tir¨®n de los deportes de equipo, el brillante auxilio de Rafa Nadal y la perpetuidad de deportistas como Joan Llaneras, Gervasio Deferr y David Cal han engordado la clasificaci¨®n: Espa?a fue vig¨¦sima en el medallero griego y decimocuarta en el chino. En un pa¨ªs cada vez m¨¢s polideportivo, en el que ya hay deportistas capaces de discutir el trono con el f¨²tbol, hay notables carencias en los tres grandes vectores del olimpismo: la irremediable nataci¨®n -22 pa¨ªses han logrado al menos una medalla y Espa?a un solo finalista-, el envejecido atletismo -el marchador Jes¨²s ?ngel Garc¨ªa Bragado, de 38 a?os, ha sido el mejor clasificado- y la paralizada gimnasia -sin las chicas en concurso, detr¨¢s de Deferr s¨®lo se adivina puro barbecho-. Es tarea de la Administraci¨®n deportiva acunar atletas y gimnastas, y, sobre todo, propiciar una catarsis total en la nataci¨®n, feudo de enconamientos y subsidios. El Gobierno no har¨ªa mal en revisar el modelo federativo imperante en Espa?a, en muchos casos cortijos en los que prevalecen los intereses particulares a costa de la hucha estatal y en detrimento de los deportistas. No son pocos los directivos que han hecho carrera en la gesti¨®n p¨²blica mientras los resultados de sus federaciones eran tercermundistas. Y amparados por los altos rectores del deporte.
Mientras Espa?a, con bases para el optimismo ya sentadas, avanza en sus reformas, los Juegos de Pek¨ªn han divinizado a dos mitos: Michael Phelps y Usain Bolt. El primero se ha inmortalizado para siempre en Olimpia tras liderar un deporte que vive en ¨¦xtasis, el que m¨¢s se acerca al pr¨®ximo siglo: 25 r¨¦cords mundiales, lo que da idea de a cu¨¢ntas estrellas ha superado y empeque?ecido el propio Phelps. El velocista jamaicano ha registrado marcas del m¨¢s all¨¢ en un deporte al que sus inicios de purificaci¨®n le han frenado -s¨®lo cinco r¨¦cords-. Al margen de alg¨²n posible sobresalto final, apenas quedan corredores de mentira y Estados Unidos, arrastrado por el caso Balco, lo ha pagado con su derrota en todos los sprints ante los jamaicanos.
Hasta en el cap¨ªtulo del dopaje han sido unos Juegos admirables. Con mil controles m¨¢s que en Atenas, hasta ayer s¨®lo hab¨ªan aparecido seis positivos -uno, desgraciadamente, espa?ol-, veinte menos que en Grecia. Hoy, el deporte es m¨¢s cre¨ªble y las emociones no se han reducido. Basta con ver la espectacularidad de lo sucedido en Pek¨ªn. Imborrable.
![Pau Gasol y Kobe Bryant se abrazan al t¨¦rmino de la final de baloncesto.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/47IEJ7HADYS3LLCFCDAEBVEKS4.jpg?auth=b914be354ad084f120dc804331d9624fd7f6c44133bf6a12db4dbdb0e39c2203&width=414)
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