Phelps vuela entre r¨¦cords
En los Juegos m¨¢s disputados, el nadador estadounidense logr¨® ocho oros en la piscina de las grandes marcas
Los Juegos son una referencia universal y sus h¨¦roes un producto de las obsesiones humanas. El padre de Mark Spitz resumi¨® su manera de ver la vida en una frase que repiti¨® a su hijo hasta la saturaci¨®n: "Nadar no es lo ¨²nico importante; ganar s¨ª".
Michael Phelps, que acudi¨® a los Juegos con el prop¨®sito de superar los siete oros de Spitz en 1972, acab¨® su periplo chino dando tumbos por la noche de Pek¨ªn y regres¨® a Baltimore para tomarse las vacaciones m¨¢s largas de su vida. No volver¨¢ a entrenarse hasta febrero. Atr¨¢s dej¨® las aguas revueltas de la piscina del Centro Acu¨¢tico Nacional, donde consigui¨® ocho oros, siete r¨¦cords mundiales y uno ol¨ªmpico. La cosecha m¨¢s abundante de la historia cobra una dimensi¨®n superior cuando se verifica en el ¨¢mbito de la mayor sucesi¨®n de r¨¦cords mundiales que ha registrado la nataci¨®n.
A diferencia de Spitz, el chico de Baltimore ha tenido una enorme competencia
A diferencia de Mark Spitz, que en M¨²nich no encontr¨® gran oposici¨®n, salvando a Jerry Heidenreich en los 100 metros libre, Phelps debi¨® hacer frente a una concurrencia magn¨ªfica. En las pruebas de estilos se midi¨® a Ryan Lochte y a Laszlo Cseh, dos superdotados. En los 100 mariposa tuvo que nadar contra Ian Crocker y Milorad Cavic, los especialistas m¨¢s perfectos de la prueba. En los relevos debi¨® imponerse a los mejores velocistas del mundo, con Sullivan y Bernard a la cabeza. Haber sido capaz de ganarles a todos hace que su haza?a tenga mayor grandeza.
La piscina del Centro Acu¨¢tico Nacional fue un ¨¢mbito propicio para marcas extraordinarias. Se batieron un total de 25 r¨¦cords mundiales en 21 pruebas. Algo nunca visto. Producto de la coincidencia de cuatro factores decisivos: unos ba?adores que ayudan a flotar, una piscina cuya construcci¨®n favorece la velocidad, nuevos m¨¦todos de entrenamiento y avances en fisioterapia, y un grupo de nadadores en estado de gracia.
Eddie Reese, el entrenador jefe del equipo masculino de Estados Unidos, explic¨® su visi¨®n de la piscina: "En Grecia ten¨ªamos dos metros de profundidad. Aqu¨ª hay tres metros. La profundidad del agua hace que vayas m¨¢s r¨¢pido durante m¨¢s tiempo. Las turbulencias llegan con menos fuerza al fondo de la piscina, y al rebotar tardan m¨¢s tiempo en subir. El agua poco profunda golpea a los nadadores. El agua con olas es agua mala para los agarres. El agua tranquila es la ideal. Esta piscina es un espejo porque, adem¨¢s de ser profunda, est¨¢ cubierta y no hay viento".
Alan Thompson, responsable de la nataci¨®n australiana, se?ala que hubo una carrera que represent¨® como ninguna otra la evoluci¨®n de la nataci¨®n en Pek¨ªn. Fue el relevo de 4x100 metros libre, en el que Phelps y el equipo de Estados Unidos batieron el r¨¦cord mundial. Lo asombroso fue que el segundo (Francia), el tercero (Australia) y el cuarto clasificado (Italia) bajaron de 3 minutos 12 segundos, tiempo correspondiente a la anterior plusmarca. "Si se observa este relevo se comprueba que todos fueron r¨¢pidos. Cuando termin¨® la carrera le dije al nadador que ten¨ªa al lado: '?Puedo ponerme un nadador, a ver si puedo bajar de 3m 12s?' Todos lo est¨¢n haciendo. Tienes que tener los destructores de barreras: Phelps, Sullivan, Bernard... Lo dem¨¢s llega solo. Puedo recordar cuando rompieron el r¨¦cord de cuatro minutos de la milla, en atletismo. Un a?o despu¨¦s hab¨ªa cinco o seis personas por debajo de los cuatro minutos. Entonces los fisi¨®logos proclamaron que nadie pod¨ªa bajar de cuatro minutos. Que fisiol¨®gicamente era imposible".
Michael Phelps, el gran destructor de muros, volver¨¢ a entrenarse en febrero para preparar el Mundial de Roma. Su programa ser¨¢ entonces mucho m¨¢s limitado que en Pek¨ªn: los tres relevos y un par de carreras de 100 metros. Si el motor de Mark Spitz era la tensa relaci¨®n que manten¨ªa con su padre, a Phelps quien le pisa el acelerador es la se?ora Debbie: "Mi mam¨¢ me ha dicho que quiere viajar a Roma, as¨ª que supongo que volver¨¦ a nadar. Tengo la presi¨®n de mam¨¢".
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