El miedo y el lento deterioro
Hace un a?o, cuando empezaban a percibirse los primeros signos de la actual crisis financiera, yo insinu¨¦ que esta crisis, a diferencia de la de 1998, similar a primera vista, no acabar¨ªa r¨¢pidamente. Y no lo ha hecho. La buena noticia, supongo, es que hemos experimentado un deterioro a c¨¢mara lenta, por as¨ª decirlo, sin Viernes Negros y dem¨¢s. La forma paulatina en que se ha desarrollado la crisis ha dado pie a un debate sin sentido entre los economistas sobre si lo que estamos sufriendo merece realmente llamarse recesi¨®n. Pero incluso una crisis lenta puede causar mucho da?o si dura m¨¢s de un a?o.
Los precios de la vivienda descendieron cerca del 16% el a?o pasado, y no dan se?ales de que vayan a estabilizarse. Los perjuicios de esta bajada se han sentido ampliamente: hay millones de familias estadounidenses que no compraron activos hipotecarios y que no han perdido sus casas, pero que no obstante son m¨¢s pobres por culpa de la destrucci¨®n de buena parte o la totalidad del aval crediticio que les aporta su vivienda.
Sorprende que la mala situaci¨®n econ¨®mica no haya tenido m¨¢s impacto en la campa?a de EE UU
Entretanto, el mercado de trabajo se ha deteriorado a¨²n m¨¢s de lo que podr¨ªa suponerse observando el salto que ha dado la tasa de desempleo que vemos en los titulares. La valoraci¨®n m¨¢s amplia del desempleo, que tiene en cuenta el n¨²mero r¨¢pidamente creciente de trabajadores obligados a aceptar recortes en las horas pagadas y en los salarios, ha aumentado del 8,3% al 10,3% en el ¨²ltimo a?o, alcanzando aproximadamente el techo al que lleg¨® hace cinco a?os. Y no se vislumbra el final.
Desde el pasado septiembre, Ben Bernanke y sus colaboradores de la Reserva Federal han bajado repetidamente los tipos de inter¨¦s que controlan. Pero no han conseguido reducir los costes de los pr¨¦stamos para el sector privado. Los intereses hipotecarios son aproximadamente los mismos que el verano pasado, y los tipos de inter¨¦s que muchas empresas tienen que pagar han subido de hecho. Por lo tanto, la pol¨ªtica de la Reserva Federal no ha servido para fomentar la inversi¨®n privada.
El problema es el miedo: la financiaci¨®n del sector privado se ha agotado porque los inversores, quemados por las p¨¦rdidas sufridas en activos financieros que supuestamente eran seguros, se muestran ahora reacios a comprar nada que no est¨¦ garantizado por el Gobierno estadounidense. Y la proliferaci¨®n de medidas de rescate especiales -el TAF
[Mecanismo de subasta de bonos con vencimiento fijo], el TSLF
[Mecanismo de pr¨¦stamo de valores con vencimiento fijo] y el acuerdo Bear Stearns- tal vez haya servido para evitar el p¨¢nico ciego, pero no ha conseguido ni de lejos restaurar la confianza. Ah, y esas devoluciones de impuestos que el Congreso y la Casa Blanca acordaron enviar por correo ya han hecho todo lo que pod¨ªan hacer. Mirando al futuro, es dif¨ªcil ver c¨®mo pueden los consumidores seguir gastando aunque sea al ritmo actual, lo cual significa que probablemente las cosas empeorar¨¢n considerablemente antes de que empiecen a mejorar.
?Qu¨¦ m¨¢s puede hacer la pol¨ªtica? La Reserva Federal pr¨¢cticamente ha agotado su munici¨®n: nadie cree que unos nuevos recortes de los tipos de inter¨¦s sirvan para mucho. Y nada puede o deber¨ªa hacerse para sostener el precio de las viviendas, que sigue estando demasiado alto despu¨¦s de ajustar la inflaci¨®n. Washington tampoco puede evitar que contin¨²e la escasez de cr¨¦ditos: las instituciones financieras, excesivamente grandes y con poco capital, tienen que controlar sus pr¨¦stamos, y no es realista esperar que el sector p¨²blico cargue con el muerto, en especial cuando instituciones semip¨²blicas tambi¨¦n tienen problemas. Sin embargo, es recomendable establecer otro conjunto de est¨ªmulos fiscales m¨¢s serios, como modo de sostener el empleo mientras los mercados superan los efectos secundarios de la burbuja inmobiliaria. El "plan econ¨®mico de emergencia" anunciado por Barack Obama es un paso en la direcci¨®n adecuada, aunque ser¨ªa preferible que fuera mayor y m¨¢s audaz. Aun as¨ª, Obama ofrece m¨¢s que John McCain, cuya pol¨ªtica econ¨®mica equivale principalmente a "mantener el rumbo".
Por cierto, es sorprendente que la mala situaci¨®n econ¨®mica no haya tenido todav¨ªa m¨¢s impacto en la campa?a. McCain propone en esencia mantener las pol¨ªticas de un presidente cuyo ¨ªndice de aprobaci¨®n en econom¨ªa es s¨®lo del 20%. Entonces, ?por qu¨¦ Obama no le adelanta m¨¢s en las encuestas?
Una de las respuestas podr¨ªa ser que Obama, a quien a lo mejor inhibe su deseo de superar las l¨ªneas partidistas (?y evitar elogiar al anterior presidente dem¨®crata?), se ha mostrado sorprendentemente reacio a atacar el historial econ¨®mico de Bush. Un ejemplo: si vamos a la p¨¢gina oficial de Obama en Internet y entramos en la secci¨®n de asuntos econ¨®micos, lo primero que vemos no es un llamamiento al cambio, sino una larga cita del candidato exaltando las maravillas del libre mercado, que f¨¢cilmente podr¨ªa haber salido de un discurso del presidente Bush.
En todo caso, volvamos a la econom¨ªa. Hace un a?o titul¨¦ una de estas columnas sobre las primeras fases de la crisis econ¨®mica Cosas que dan mucho miedo. Un a?o despu¨¦s, con la crisis todav¨ªa en marcha, est¨¢ claro que ten¨ªa razones para estar asustado.
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa de la Universidad de Princeton. Traducci¨®n de News Clips. (c) 2008 New York Times Service.
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