Dando vida a la Dama de la fiesta
El encargado del montaje y cuidado de Marijaia explica su proceso de creaci¨®n
Su cuerpo rotundo se viste con una falda colorida, faja y una blusa adornada con una gran flor y un pa?uelo. Una enorme sonrisa ilumina su rostro campechano. Una descripci¨®n m¨¢s escueta e incluso la sola alusi¨®n a sus brazos alzados bastar¨ªa para que cualquiera reconozca a Marijaia, principal s¨ªmbolo de la Aste Nagusia. Ayer, en su 30? cumplea?os, fue devorada de nuevo por las llamas como colof¨®n de las fiestas. Renacer¨¢ en julio pr¨®ximo, cuando su creadora, la artista Mari Puri Herrero, la monte y ponga guapa para otra aparici¨®n estelar en Aste Nagusia.
Desde 2000, Herrero ya no hace ese trabajo sola. To?o Valdiviejo (Barakaldo, 1964), profesor de pintura y creador habitual de gigantes, cabezudos y toda clase de mu?ecos para teatro, le acompa?a en la creaci¨®n y mantenimiento de la enorme mu?eca. A finales de junio o comienzos de julio el Ayuntamiento les avisa de que pueden ponerse manos a la obra. Lo primero es modelar el cuerpo y la cara con cart¨®n. Cuando se ha secado, se le a?aden el cabello de esparto y unos brazos rellenos de hierba recogida en el Gorbea, explica Valdiviejo.
"A partir del 'txupin' la veo como cualquier bilba¨ªno, no como a una hija"
Ya montada, toca ir de tiendas para buscar las telas que m¨¢s le favorezcan. No hay lugar para grandes improvisaciones, pues el personaje debe mantener su esencia. "Lo m¨¢s importante es que la falda sea amplia y hueca para que tenga un vuelo bonito", indica. Este a?o han optado por combinar una falda estampada con una blusa asalmonada adornada con pa?uelo burdeos y una flor crema. "Pensamos en qu¨¦ le quedar¨¢ bien. A veces encontramos primero el pa?uelo y elegimos el resto a juego; otras veces empezamos por la falda".
Tras presentarse en sociedad en el txupinazo, la entra?able mu?eca comienza una ajetreada semana. A las once de cada ma?ana, To?o la lleva del almac¨¦n del Arriaga al Txikigune, donde se mezcla con los ni?os. Desde entonces, los miembros de las comparsas se responsabilizan de pasearla por los lugares y eventos m¨¢s emblem¨¢ticos. To?o revisa que sigue en buen estado y repara los peque?os da?os. "Unos a?os se estropea m¨¢s que otros. Lo m¨¢s frecuente es alg¨²n desgarro en la ropa o que se le rompan los brazos, pues la gente se los agarra mucho", explica.
Tras ocho a?os con ella, reconoce que cada vez le tiene m¨¢s cari?o. Sus dos hijos y sus alumnos de pintura se entusiasman con su trabajo, lo que demuestra que ese aire de amatxu tradicional, pero juerguista no deja de atraer a las nuevas generaciones, que la siguen asociando con las ganas de fiesta. Sin embargo, no siente que Marijaia le pertenezca: "Mientras la creas, la sientes como algo tuyo, pero a partir del txupin la veo como cualquier bilba¨ªno, no como a una hija. Cobra vida propia. Un a?o desapareci¨® todo un d¨ªa. O¨ªmos que se hab¨ªa ido de fiesta a otros pueblos".
Alg¨²n a?o Marijaia ha estado a punto de llegar tarde a la quema. "Nos ponemos muy nerviosos, porque hemos estado justos de tiempo para prepararla. Le ponemos paja por dentro para facilitar la quema, porque da palo cuando le cuesta arder". No le apena ver a su creaci¨®n reducida a cenizas: "Me encanta, es un momento imprescindible. Tiene que tener su proceso vital, morir para volver a nacer al a?o siguiente".
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