Retrete
Los retretes p¨²blicos sol¨ªan cumplir una doble funci¨®n, fisiol¨®gica y psicol¨®gica. Adem¨¢s de facilitar la evacuaci¨®n de fluidos y s¨®lidos, el retrete ofrec¨ªa un espacio liberatorio: las paredes se llenaban, con el tiempo, de dibujitos obscenos, poemas escatol¨®gicos e insultos tremebundos. La literatura y el dibujo de retrete llegaron a adquirir ciertos c¨¢nones, fueron objeto de tesis universitarias y durante muchos a?os constituyeron una v¨ªa de desahogo (adicional) al creador, y entretenimiento (m¨¢s o menos repulsivo) al conjunto de los usuarios.
Quiz¨¢ es una impresi¨®n personal err¨®nea, pero el graffiti de retrete parece estar desapareciendo. Cabe deducir que, como otras actividades, ha sucumbido ante las nuevas tecnolog¨ªas y los nuevos apetitos del consumidor. Los antiguos artistas de retrete se congregan ahora en los medios digitales. Muy especialmente en las secciones de comentarios. Como el retrete, proporcionan al artista an¨®nimo un espacio a la vez ¨ªntimo y p¨²blico. Los lectores potenciales son, sin embargo, muchos m¨¢s, y por tanto debe ser tambi¨¦n m¨¢s gratificante el exabrupto liberatorio.
Los medios digitales pueden censurar los comentarios ofensivos. Es lo m¨¢s frecuente y tiene como objetivo proteger la dignidad del propio medio y la de los usuarios. Pero la censura resulta frustrante y, en ¨²ltimo extremo, est¨¦ril. Cuando, por la raz¨®n que sea, no hay censura, los resultados asombran. Dejemos de lado la ortograf¨ªa y la sintaxis, que para el caso son irrelevantes. Vayamos a la esencia y tomemos como ejemplo un medio muy respetable, la edici¨®n digital de Abc, el d¨ªa del accidente a¨¦reo. En el espacio ofrecido a los lectores para comentar la noticia de la tragedia y expresar sus condolencias brotaron primero supuestas conspiraciones ("ha sido ETA con un misil tierra-aire, lo dice la radio"), luego bramidos antigubernamentales, y finalmente, obscenidades a secas.
En la era de la incredulidad, lo m¨¢s disparatado puede acabar siendo, parad¨®jicamente, lo m¨¢s veros¨ªmil. Sospecho que la vieja literatura de retrete est¨¢ convirti¨¦ndose en fuente de informaci¨®n fiable para una parte de la sociedad: debe de tener su p¨²blico, porque ya aflora en las portadas y las emisiones de algunos medios tradicionales, con firma y r¨²brica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.