L¨ªster y Casares
Ignacio Ramonet y yo acabamos de publicar una gu¨ªa de Par¨ªs titulada Par¨ªs Rebelde; en ella se?alamos los lugares en los que vivieron personajes formados en la capital francesa para despu¨¦s alzarse y oponerse a las ideas heredadas o impuestas. Lo primero que hicimos Ramonet y yo fue indagar sobre gallegos que siguieran esa trayectoria, pero result¨® muy dif¨ªcil. Observamos algo muy curioso: mientras que muchos espa?oles se exiliaron o educaron en Par¨ªs, los gallegos se fueron a Am¨¦rica Latina, que les quedaba m¨¢s cerca, porque bastaba con tomar el barco. As¨ª pensamos en Castelao, y por mucho que porfi¨® Ignacio en que exist¨ªan rastros de su paso por Par¨ªs, no pudimos dar con ellos. Igual Seoane, Celso Emilio Ferreiro (en Argentina y Venezuela, respectivamente), as¨ª como Luis Soto y Carlos Velo, en M¨¦xico.
A Mar¨ªa la conocimos en 1978 en Par¨ªs. Le dijimos que ¨¦ramos gallegos y se le ilumin¨® el rostro
No obstante, dimos con Mar¨ªa Casares y Enrique L¨ªster. A ella la conoc¨ªamos, pero en lo que se refiere a L¨ªster contamos con informaci¨®n facilitada por su hijo Enrique y por Margarita Ledo. Para dar con el domicilio parisino de L¨ªster tuvimos que echar mano de una lupa para ver la calle Charles Bossut en un plano, tan corta es y encajada est¨¢ entre la avenida Daumesnil y la estaci¨®n de Lyon.
El piso quinto del n¨²mero uno de la calle -una habitaci¨®n, comedorcillo y cocina modulable en cuarto de ba?o (el water se encontraba fuera y serv¨ªa para las cinco familias del piso)- era el lugar ideal para Enrique L¨ªster. En ¨¦l vivi¨® desde 1946 a 1950, y eso que la direcci¨®n del partido le ofrec¨ªa un chal¨¦ en la periferia de Par¨ªs. "Lo rechac¨¦. Y no creo que eso tuviese ning¨²n m¨¦rito, ni que fuese un acto de hero¨ªsmo por mi parte, pues esas, y a¨²n peores, eran las condiciones en las que viv¨ªan los militantes de nuestro partido en Francia", cont¨® ¨¦l mismo.
Este domicilio fue inspeccionado dos veces por la polic¨ªa. Una, en 1947, cuando lo detuvieron despu¨¦s del Congreso del Partido Comunista b¨²lgaro, y otra, el 7 de septiembre de 1950, tras la ilegalizaci¨®n en Francia del Partido Comunista de Espa?a. Sucedi¨® esto cuando la operaci¨®n Bolero, de la que se salvaron como por milagro Francisco Ant¨®n, Santiago Carrillo, Fernando Claud¨ªn, Ignacio Hidalgo de Cisneros, Enrique L¨ªster y Antonio Mije.
La esposa y los hijos de L¨ªster disfrutaban entonces de vacaciones en Hungr¨ªa, y, por prudencia, el padre hab¨ªa decidido no dormir esa noche en su casa. La polic¨ªa no encontr¨® nada il¨ªcito. En cambio, nos imaginamos el asombro del inquilino que hered¨® el piso: al deshollinar la chimenea se descubri¨® el arma personal de Lister, dos cajas de balas y una pistola Walter 9 mil¨ªmetros. ?Sabr¨ªa ese desconocido se?or que tal pistola hab¨ªa inspirado un poema a Antonio Machado?
Tu carta -?Oh noble coraz¨®n en vela,/ espa?ol indomable, pu?o fuerte!-,/
tu carta, heroico L¨ªster, me consuela/
de esta que pesa en mi carne de muerte./
Fragores en tu carta me han llegado/
de lucha santa sobre el campo ibero;/
tambi¨¦n mi coraz¨®n ha despertado/
entre olores de p¨®lvora romero./
Donde anuncia marina caracola,/
donde brota esa que llega el Ebro, /
y en la pe?a fr¨ªa de r¨²brica espa?ola/
de monte a mar, esta palabra m¨ªa:/
"Si mi pluma valiera tu pistola/
de capit¨¢n, contento morir¨ªa".
A Mar¨ªa Casares la conocimos en 1978 en su camerino del Espace Cardin. Bast¨® con una presentaci¨®n ("somos gallegos") para que se le iluminara el rostro y nos agasajase con una mirada plena de sue?os y recuerdos. Nos habl¨® en castellano con un acento gallego casi par¨®dico. Le contamos una an¨¦cdota que corr¨ªa en Galicia: El abogado Santiago Casares, abogado recibe a un paisano. Sus vecinos ten¨ªan unos ¨¢rboles inmensos que no dejaban pasar el sol. ?Qu¨¦ pod¨ªa hacer?
- Pues su vecino tiene que cortarlos.
- ?Me lo puede escribir en un papel, para ense?¨¢rselo?
As¨ª lo hace don Santiago, y el aldeano le suelta:
- Pues le pido que los corte, porque los ¨¢rboles son suyos.
Mar¨ªa nos lo agradeci¨® con otra an¨¦cdota: Su ciudad rinde un homenaje popular a Santiago Casares. Estaban en el balc¨®n del ayuntamiento, y el padre le dice premonitorio: "?Ves c¨®mo me aclama la gente? Pues pronto me tirar¨¢n tomates".
Mar¨ªa Casares no fue una insumisa en sentido estricto, por lo cual no la incluimos en Par¨ªs Rebelde. Nos la reservamos para un libro que estamos a punto de terminar sobre la inmigraci¨®n.
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