LA HIBERNACI?N DE LAS RANAS
Hay datos que sugieren que en 2050 los habitantes de Jap¨®n y de Estados Unidos podr¨¢n alcanzar una esperanza de vida media de 92 a?os
La ciencia est¨¢ arrojando luz sobre los grandes misterios del origen de la vida y puede incluso redise?ar organismos, pero hay una pregunta que nos interesa especialmente, para la que tambi¨¦n est¨¢ buscando respuesta: ?hasta cu¨¢nto podemos vivir? Cada 10 a?os aproximadamente renovamos casi todas las c¨¦lulas de nuestro organismo gracias al poder regenerador de las c¨¦lulas madre, pero el declive org¨¢nico empieza muy pronto, antes de los 30 a?os. Parece como si el ¨²nico objetivo de la naturaleza fuera mantener nuestro organismo en buenas condiciones hasta que pueda procrear. Despu¨¦s ya le da igual. Pero ?estamos realmente condenados a envejecer?
-No necesariamente. Hay bacterias que no mueren. Hay organismos multicelulares que no tienen programa de envejecimiento. La misma l¨ªnea germinal de los humanos o de cualquier otra especie es inmortal, porque muere un individuo concreto, pero el genoma se perpet¨²a en sus hijos. Y hay un tipo de c¨¦lulas, las cancer¨ªgenas, que tampoco mueren, responde el profesor Gin¨¦s Morata, investigador del Centro de Biolog¨ªa Molecular CSIC-Universidad Aut¨®noma de Madrid.
?cu¨¢nto podemos vivir? De momento lo que sabemos es que el humano con existencia m¨¢s prolongada fue una mujer, la francesa Jeanne Louise Calment, que cumpli¨® 122 a?os y 164 d¨ªas y falleci¨® en 1997
En desentra?ar las claves del envejecimiento trabajan en estos momentos cientos de equipos de todo el mundo. ?Hasta cu¨¢nto podemos vivir? De momento lo que sabemos es que el humano que m¨¢s ha vivido es una mujer, la francesa Jeanne Louise Calment, que cuando falleci¨®, en 1997, hab¨ªa vivido 122 a?os y 164 d¨ªas. Le gustaba el champ¨¢n y cada a?o que cumpl¨ªa levantaba su copa como un nuevo hito de la especie humana. S¨®lo las tortugas superan a los humanos en longevidad. Pueden vivir 175 a?os y el investigador Francisco Mora, catedr¨¢tico de Fisiolog¨ªa Humana de la Universidad Complutense de Madrid y del Departamento de Fisiolog¨ªa y Biof¨ªsica de la Universidad de Iowa, explica que la clave est¨¢ en la gesti¨®n del ox¨ªgeno. Las tortugas pueden vivir sin respirar ox¨ªgeno, sumergidas en agua, hasta una semana. El resto de las especies son menos longevas, aunque sorprende a veces lo que resisten algunas. La paloma dom¨¦stica, por ejemplo, puede llegar a vivir 35 a?os; el elefante indio, 81; y entre los primates, el chimpanc¨¦ alcanza 59 a?os.
-Hay muchos equ¨ªvocos sobre la longevidad -dice Francisco Mora, mientras se mesa la barba blanca.
-?Por ejemplo?
-Que conforme avanza la higiene y la medicina, nos hacemos m¨¢s longevos. Es cierto que ha aumentado la esperanza de vida, pero la longevidad m¨¢xima no ha cambiado. Est¨¢ poco m¨¢s all¨¢ de los 100 a?os. El homo erectus viv¨ªa una media de 20 a?os. La esperanza de vida en la antigua Roma era de 40 a?os y seg¨²n hemos visto en el Corpus Inscriptionum Latinorum con un censo de 4.575 hombres, s¨®lo el 7,5% de la poblaci¨®n llegaba a los 60 a?os, aunque este registro muestra que tres hombres pasaron de los 100. Y a principios del siglo XX, s¨®lo el 20% de la poblaci¨®n llegaba a celebrar su 60? aniversario.
-Pero en un siglo hemos doblado la esperanza de vida...
-Es cierto, pero hay estudios que dicen que si suprimi¨¦ramos de golpe todas las enfermedades cardiovasculares, el c¨¢ncer y otras patolog¨ªas cr¨®nicas, como la diabetes, ganar¨ªamos unos a?os, pero no muchos. Las prospectivas indican que en 2050 Jap¨®n y Estados Unidos pueden alcanzar una esperanza de vida media de 92 a?os. De momento, a lo ¨²nico que podemos aspirar es a prolongar la supervivencia hasta el m¨¢ximo que nuestra biolog¨ªa nos permite, es decir, unos 120 a?os.
El profesor Mora lo ha dicho: de momento. Porque puede cambiar con la manipulaci¨®n gen¨¦tica. Muchos equipos trabajan en identificar los mecanismos que intervienen en el deterioro org¨¢nico que lleva al envejecimiento. En realidad, el envejecimiento como tal no est¨¢ programado en los genes. El objetivo del programa gen¨¦tico es construir el organismo y hacer que sobreviva durante un tiempo. Para ello dispone de mecanismos capaces de ir reparando los da?os que el medio ambiente o los propios errores del programa puedan ocasionar. Si pudi¨¦ramos controlar mejor esos mecanismos reparadores...
De momento se han hecho ya experimentos muy interesantes en los que se ha llegado a duplicar la vida m¨¢xima. Pero en gusanos, moscas y ratones. Y por unos procedimientos nada atractivos para nosotros: restringiendo la ingesta cal¨®rica entre un 30% y un 60%, es decir, pasando mucha hambre, o extirpando las g¨®nadas. Pero de estos trabajos se esperan grandes avances en el conocimiento, y desde luego est¨¢n siendo observados con lupa por las compa?¨ªas farmac¨¦uticas.
Rafael del Cabo es uno de los cient¨ªficos que mejor puede hablarnos de estos experimentos. Dirige la unidad de Envejecimiento, Metabolismo y Nutrici¨®n del Instituto Nacional de Envejecimiento de EE UU y desde Baltimore coordina un programa internacional de investigaci¨®n.
-?Tiene alguna buena noticia que darnos?
-Me temo que no. Los mecanismos del envejecimiento no est¨¢n a¨²n definidos. Sabemos que es un deterioro de toda la organizaci¨®n del organismo, pero no conocemos sus detalles. No est¨¢ claro, por ejemplo, qu¨¦ papel juegan las c¨¦lulas madre, si siguen produciendo nuevas c¨¦lulas, o tambi¨¦n se acaban agotando. Todo eso est¨¢ ahora en estudio.
-Pero algunos experimentos, como la restricci¨®n cal¨®rica, s¨ª que han demostrado que se puede alargar la vida, ?no es as¨ª?
-Cierto, pero a¨²n no sabemos por qu¨¦ mecanismos. Se discute si el estr¨¦s producido por el hambre juega o no un papel. Lo que hemos visto es que la restricci¨®n cal¨®rica lo que provoca es que todo ocurra m¨¢s lentamente. El proceso degenerativo se hace m¨¢s lento, todo se prolonga, como si la vida fuera una goma y la estir¨¢semos. Pero los animales en los que experimentamos acaban muriendo de las mismas cosas. Y adem¨¢s, esa restricci¨®n no ser¨ªa factible en humanos, pues para surtir alg¨²n efecto tendr¨ªa que ser muy severa durante mucho tiempo. Lo que nos interesa de estos experimentos es conocer los genes que intervienen, con objetivo de intentar inducir el mismo efecto, pero sin pasar hambre.
De momento ya se han identificado algunos. Un experimento con gusanos ha demostrado, por ejemplo, que modificando los genes daf2, los animales viven el doble. Lo interesante es que con esta modificaci¨®n gen¨¦tica se consigue el mismo resultado que con la restricci¨®n cal¨®rica. Luego parece un buen camino por el que avanzar. Pero puede ser muy, muy largo. La aceleraci¨®n del conocimiento cient¨ªfico es impresionante, pero de ah¨ª a la inmortalidad hay algo m¨¢s que un abismo. La ciencia-ficci¨®n nos ha mostrado unos humanos tan longevos como decr¨¦pitos. No est¨¢ claro el inter¨¦s de vivir una ancianidad interminable.
Pero el ansia de vivir y un cierto triunfalismo cient¨ªfico pueden producir espejismos incluso en las mentes m¨¢s dotadas. Ray Kurzweil es un ingeniero computacional formado en el Massachusetts Institute of Tecnology (MIT), autor de investigaciones pioneras en inteligencia artificial. Tambi¨¦n sus trabajos de prospectiva fueron en su d¨ªa muy apreciados. Kurzweil se ha propuesto ahora vivir para siempre. Y lo promueve activamente en libros como Fantastic voyage: live long enough to live forever. Est¨¢ convencido de que la ciencia, en 20 o 30 a?os, estar¨¢ en condiciones de resolver la cuesti¨®n del envejecimiento. Su principal preocupaci¨®n es vivir lo suficiente para poder beneficiarse de esos avances. Para ello toma cada d¨ªa, seg¨²n ha explicado, un c¨®ctel de suplementos, 10 vasos de agua alcalina y 10 copas de t¨¦ verde, adem¨¢s de seguir un riguroso programa de ejercicio f¨ªsico.
El caso de Kurzweil, que ahora tiene 59 a?os, ha dejado perpleja a la comunidad cient¨ªfica porque estaba considerado un cient¨ªfico muy respetable. Hab¨ªa recibido premios como el Lamelson de Innovaci¨®n, que el MIT concede a destacados inventores, o la medalla nacional de Tecnolog¨ªa de EE UU. Su figura es hoy muy pol¨¦mica. Shervin Nuland, profesor de Bio¨¦tica de la Universidad de Yale, lo considera un genio, pero tambi¨¦n "producto de estos tiempos narcisistas en los que personas brillantes acaban obsesionadas con su longevidad". El problema es que sus elucubraciones est¨¢n basadas en datos cient¨ªficos, en una combinaci¨®n de gen¨¦tica, inteligencia artificial y nanotecnolog¨ªa, y por eso se ha convertido en un fen¨®meno medi¨¢tico.
No es el ¨²nico pose¨ªdo por la obsesi¨®n de la inmortalidad. Y por si su programa de mantenimiento f¨ªsico falla y muere antes de que la ciencia se la garantice, Kurzweil ha dispuesto ser conservado en suspensi¨®n cri¨®nica en las instalaciones de Alcor, una empresa de Arizona especializada en crioconservaci¨®n. La Alcor Life Extension Foundation tiene ya m¨¢s de 800 contratos firmados con otros tantos millonarios, y varias decenas de cuerpos conservados en nitr¨®geno l¨ªquido a -196 grados cent¨ªgrados. La teor¨ªa es que si un cuerpo en muerte cerebral se mantiene en estado de suspensi¨®n cri¨®nica, cuando la ciencia avance, podr¨¢ revivirlo como ahora se reviven los embriones congelados.
Malas noticias para ellos: de momento parece bastante improbable que lleguen a resucitar. El profesor Morata pone las cosas en su sitio:
-Se puede congelar un embri¨®n y conseguir que viva despu¨¦s porque est¨¢ formado por muy pocas c¨¦lulas. Las bacterias se pueden congelar, pero la mayor parte de ellas muere al descongelarlas. No se ha conseguido congelar con ¨¦xito un ¨®rgano completo y mucho menos la cabeza de un ser vivo. Ni siquiera el cerebro de la mosca Drosophila. El problema es que, al formarse cristales, se destruye el material org¨¢nico.
La criobiolog¨ªa es una nueva disciplina que se ocupa precisamente de eso, de encontrar formas de congelar sin que se formen cristales. Y para eso est¨¢ estudiando algunos ejemplos de la naturaleza, como una rana que es capaz de hibernar como si estuviera congelada.
Ya ven que en este punto las cosas no est¨¢n como para echar las campanas al vuelo: la ingenier¨ªa gen¨¦tica no nos va a librar, por ahora, del envejecimiento, y la inmortalidad sigue perteneciendo al g¨¦nero de la ciencia-ficci¨®n. Pero lo que s¨ª podemos hacer, y no es poco, es ayudar a nuestro organismo a vivir todo lo que pueda. No hacerle perrer¨ªas es la mejor forma de aumentar la longevidad. El Instituto Nacional de Envejecimiento de EE UU tiene en marcha desde hace a?os un estudio de seguimiento de una extensa muestra de centenarios y cuando se analiza qu¨¦ tienen en com¨²n, aparte de algunos genes reparadores seguramente muy potentes, es que casi ninguno fuma, casi todos son delgados y casi todos tienen una gran capacidad de manejar bien las situaciones de estr¨¦s. El profesor Mora nos recuerda que en la isla japonesa de Okinawa, el lugar del mundo donde hay m¨¢s centenarios, la mayor parte de la poblaci¨®n come un 30% menos que la media japonesa, se desplaza habitualmente en bicicleta y sigue una dieta sana, que incluye muchos vegetales, soja y t¨¦ verde. Anoten estos datos, porque no nos van a dar la inmortalidad pero nos pueden ayudar a vivir unos a?os m¨¢s y en mejores condiciones.
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