"Jam¨¢s pens¨¦ que ver¨ªa un candidato negro"
Miles de afroamericanos viven el mitin de Obama en Denver como el mayor acontecimiento de sus vidas
"?ste es nuestro tiempo. Podemos mover monta?as". Lilian Woods asiente mientras escucha estas palabras que alguien pronuncia en el escenario. Es media tarde del jueves, y lleva desde la una ocupando su asiento en la zona 132 del estadio Invesco Field, en Denver. Ha venido desde Phoenix, Arizona, a celebrar su cumplea?os en lo que califica como el "acontecimiento m¨¢s importante" de su vida. Es afroamericana y tiene 50 a?os. "Jam¨¢s pens¨¦ que presenciar¨ªa c¨®mo un negro llegaba a ser candidato a la presidencia de Estados Unidos. Dios debe de estar detr¨¢s, porque, si no, no se entiende. He venido para poder contar a mis nietos que estuve aqu¨ª el d¨ªa que se hizo historia".
Historia. Es la palabra que todos utilizan, la que ayuda a aguantar largas colas para acceder al estadio que en algunos casos se demoran durante horas. Son m¨¢s de 75.000 personas que no han querido perderse el momento en el que Barack Obama, coincidiendo con el 45? aniversario de la marcha sobre Washington de Martin Luther King y su discurso I have a dream (Tengo un sue?o), acepta su candidatura a la Casa Blanca por el Partido Dem¨®crata.
"Dios debe estar detr¨¢s, porque si no, no se entiende", dice una mujer de color
"Mis nietos ver¨¢n a alguien que es como ellos en lo m¨¢s alto", comenta Woods
Al estadio en el que normalmente juegan al f¨²tbol americano los Broncos de Denver van llegando a lo largo de la tarde personas de todo tipo, raza, edad y condici¨®n. Como Madison, que a sus 10 a?os tambi¨¦n habla de "un momento hist¨®rico". Es muy blanco, pecoso y de ojos azules, y, a pesar de estar en quinto de primaria, habla como si tal cosa de la guerra de Irak o el precio de la gasolina. Luego, explica: "Es que mi madre es una forofa y me hace ver los discursos de Obama".
Dentro del estadio, el p¨²blico toma nachos, perritos calientes y limonadas en vasos de los Broncos mientras compra merchandising de la Obamaman¨ªa. Tambi¨¦n hay puestos donde se pueden iniciar los tr¨¢mites para registrarse como votante. "De nada sirve todo esto si la gente no va a las urnas el 4 de noviembre", dice uno de los captadores.
El espect¨¢culo se va desarrollando sobre un escenario colocado en medio del campo. El estrado en el que hablan los oradores est¨¢ en uno de los extremos de una plataforma alargada con alfombra azul tras la cual hay una especie de templete griego con una pantalla gigante a cada lado y grandes banderas de barras y estrellas. Los gobernadores de Nuevo M¨¦xico (Bill Richardson) y Virginia (Tim Kaine) y otros ilustres dem¨®cratas como el ex vicepresidente Al Gore van interviniendo y lanzando el mismo mensaje: Obama es el hombre. Por las pantallas se proyectan varias intervenciones del candidato, el h¨¦roe de la noche. Cantantes como Stevie Wonder y Sheryl Crow desfilan por el escenario. Seis ciudadanos salen a explicar sus razones para apoyar al senador de Illinois. Son electores que concretan los problemas del pa¨ªs: educaci¨®n, sanidad... Una mujer explica c¨®mo una operaci¨®n a coraz¨®n abierto de su marido dej¨® al matrimonio arruinado. "He votado siempre a los republicanos", dice. "A Nixon, Reagan, Bush y Bush. Pero no puedo permitirme cuatro a?os m¨¢s".
Empieza a anochecer. Un documental sobre la vida de Obama aparece en las pantallas. Minutos despu¨¦s, el candidato hace su entrada triunfal. El estadio enloquece. Apenas le dejan hablar. "Con profunda gratitud y gran humildad, acepto vuestra nominaci¨®n a la presidencia de Estados Unidos".
Es el momento cumbre de una semana de emociones y sinsabores en el seno de los dem¨®cratas para elegir a su candidato en la convenci¨®n. Todos son gritos y aplausos. El Yes, we can (S¨ª, podemos) llena el ambiente mientras los miles de asistentes sostienen carteles azules con la palabra Change (Cambio).
El discurso dura 42 minutos. Obama sigue su l¨ªnea de las ¨²ltimas semanas: encarnarse como representante del sue?o americano. Ha sido tachado por los republicanos de elitista, arrogante y de celebridad superficial. Y en Invesco intenta cambiar las tornas. Es McCain quien tiene siete casas, quien piensa que la econom¨ªa va bien, quien dice que los estadounidenses se quejan demasiado (una persona de su equipo dijo que EE UU era una naci¨®n de "quejosos") y quien opina que Bush ha hecho un gran trabajo. ?l es el elitista. Y es Obama quien, viniendo de la nada, ha llegado a lo m¨¢s alto.
"No creo que a John McCain no le preocupe lo que est¨¢ pasando en las vidas de los americanos", dice Obama. "Lo que pienso es que no lo sabe. ?C¨®mo si no puede definir como clase media a todos los que ganan menos de cinco millones de d¨®lares al a?o? Lo que le pasa a McCain es que no se entera". El p¨²blico participa activamente: "S¨ª". "As¨ª se habla".
"Am¨¦rica, somos mejores que estos ¨²ltimos ocho a?os. Ha llegado el momento de cambiar". Obama empieza a concretar algunas de sus propuestas. Se compromete a acabar con la dependencia del pa¨ªs del petr¨®leo de Oriente Pr¨®ximo en 10 a?os, a rebajar los impuestos para la clase media y mantenerlos para las empresas que deslocalizan el empleo. Y deja claro que los republicanos no son qui¨¦nes para decidir si ¨¦l es o no un patriota. "Tengo noticias para ti, John McCain: todos ponemos a nuestro pa¨ªs primero". "Y esta elecci¨®n nunca ha sido sobre m¨ª", a?ade. "Es sobre vosotros".
Obama concluye con Luther King y su sue?o. "?l dijo que no podemos caminar solos, y que siempre debemos ir hacia delante. No podemos volver atr¨¢s, Am¨¦rica. No con tanto trabajo por hacer. En estas elecciones debemos, una vez m¨¢s, marchar hacia el futuro". Llega el momento de la despedida: "Gracias. Que Dios os bendiga y que bendiga a los Estados Unidos de Am¨¦rica". Fuegos artificiales y confeti llenan el cielo y el escenario de Invesco Field con m¨²sica de fondo. Obama se queda saludando junto a su mujer, sus hijas y el vicepresidente Joe Biden. El p¨²blico est¨¢ al borde del infarto emocional. Se ve gente que no puede parar sus l¨¢grimas. Lilian Woods, que ven¨ªa a celebrar su cumplea?os desde F¨¦nix, se queda quieta, mirando fijamente el centro del campo. "No tengo palabras", dice. "Estoy abrumada. ?Sabes qu¨¦? Cuando estudi¨¦ quer¨ªa ser reportera, y no hab¨ªa negros en las televisiones. Tuve que elegir otro camino. Ahora, mis tres nietos van a ver que alguien que es como ellos ha llegado a lo m¨¢s alto. Hasta a m¨ª me dan ganas de intentar nuevos desaf¨ªos a mi edad. ?ste ha sido el mejor cumplea?os de mi vida". A la salida, todos hablan de magia, se sienten parte de la historia.
Videogaler¨ªa: El discurso ¨ªntegro de Obama
Medio siglo de lucha contra el racismo
- En 1954 se declaran ilegales las escuelas en donde s¨®lo se permit¨ªa estudiar a los blancos.
- Por un asiento de autob¨²s. La costurera Rosa Lee Parks ten¨ªa 44 a?os cuando el 1 de diciembre de 1955 se neg¨® a cederle su asiento a un hombre blanco en un autob¨²s de Montgomery (Alabama). La ley amparaba la separaci¨®n racial en autobuses, restaurantes y lugares p¨²blicos en todo el sur de EE UU.
El arresto de Rosa desencaden¨® un boicot de 381 d¨ªas en la red de autobuses organizado por un negro entonces poco conocido: el reverendo Martin Luther King. Comenzaba as¨ª la gran lucha de los negros por sus derechos civiles.
- La Guardia Nacional impidi¨® el ingreso de nueve estudiantes negros al instituto de Little Rock (Arkansas) en septiembre de 1957. El presidente Eisenhower envi¨® al Ej¨¦rcito para escoltarles.
- La marcha de los ni?os. En mayo de 1963, colegiales se manifestaron por la igualdad en Birmingham. Todo el pa¨ªs vio por televisi¨®n como la polic¨ªa azuz¨® sus perros contra ellos, y como ca¨ªan bajo el agua a presi¨®n de los bomberos. Tres meses despu¨¦s Martin Luther King pronunci¨® en Washington su c¨¦lebre discurso en el que explic¨® en qu¨¦ consist¨ªa su sue?o de igualdad.
- La discriminaci¨®n por el color de la piel fue legalmente permitida hasta junio de 1964, cuando se prohibi¨® la discriminaci¨®n racial a la hora de ejercer el derecho al voto, alojar hu¨¦spedes en hoteles y pensiones y contratar empleo.
- Martin Luther King, quien recibi¨® el premio Nobel de la Paz en 1964, fue asesinado en abril de 1968 por un sicario.
- El heredero de King. El reverendo Jesse Jackson, colaborador de M. L. King, fue el primer negro en obtener el apoyo nacional para ser elegido candidato presidencial. Opt¨® a ello en 1984 y 1988, sin lograr la nominaci¨®n del partido.
- Barack Obama acepta la nominaci¨®n como candidato dem¨®crata a la presidencia de Estados Unidos, 45 a?os despu¨¦s del discurso de Martin Luther King en el que anunci¨® su sue?o.
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