La 'reentr¨¦': ?8 horas sin sexo?
La reentr¨¦, ese trance pesadillesco, nos enfrenta a una verdad catedralicia: qu¨¦ hacer con todo este cuerpo de dios forjado en la inanici¨®n y el ejercicio forzado que a¨²n reverdece parejamente tostado, en qu¨¦ invertir este morenazo de estaci¨®n que tan bien disimula edad como michelines y demanda despelote integral y no traje de yuppy en rebajas. D¨®nde aprovechar tanta libido acumulada en horas de improductividad hoy que la jornada completa no significa otra cosa que ocho horas sin sexo. La reentr¨¦ tiene un sabor a paradoja y a cosa desperdiciada. De ah¨ª que lo urgente sea reiniciar la operaci¨®n retorno, pero retorno a aquel viejo ligue del trabajo con el que antes de las vacaciones confabulabas hipot¨¦ticos encuentros m¨¢s all¨¢ de la m¨¢quina de caf¨¦.
Como en las c¨¢rceles, ocurre que en el curro la necesidad tambi¨¦n obliga. En la ¨¢rida playa que es una oficina, la llegada de un e-mail con tem¨¢tica de tonteo es un sol de oto?o en plena crisis. La gran fortuna de contar con un escritorio para cubrir la entrepierna, las pocas ganas de trabajar y la siempre oportuna cercan¨ªa de un lavabo, permite sesiones de sexo virtual m¨¢s largas que un revolc¨®n convencional (con webcam para ejecutivos de alto standing) y correo electr¨®nico lis¨¦rgico con intercambio de material audiovisual il¨ªcito incluido (para la clase trabajadora). Una escena: la administrativa va al ba?o, se hace una foto con el m¨®vil y se la env¨ªa al amigo inform¨¢tico, que va al ba?o, se masturba mirando la foto y toma a su vez una foto de su pene manchado para volver fresquito y envi¨¢rsela a la mujer, que sonr¨ªe sobre la p¨¢gina de Excel. Eso para calentar. Y para quienes han ido m¨¢s lejos de los besitos furtivos en el pasillo est¨¢ el Kamasutra en la oficina, de Julianne Balmain. Al acto de acariciarse con los dedos del pie bajo la mesa durante una reuni¨®n se le llama la "danza de los dedos caprichosos", objetivo sencillo si todav¨ªa portamos coquetas sandalias. M¨¢s complicada pero no imposible resulta la "danza de los mil post-it", en la cual la pareja se dise?a un traje con papelillos adhesivos llenos de notas de los que debe ir desprendi¨¦ndose sensualmente. Y est¨¢ el "amasado con roedor": un masaje a base de rat¨®n inal¨¢mbrico. Seg¨²n un pu?ado de cachondas encuestas, la mitad de los espa?oles folla en el curro, en el ba?o pero tambi¨¦n en la fotocopiadora (registro gr¨¢fico de la travesura mediante), o en el escritorio del jefe (en plan transgredir por transgredir). La ¨²nica advertencia es discreci¨®n, pues ser pillado podr¨ªa dejarte en la delicada situaci¨®n de trabajador por cuenta propia. Aunque qui¨¦n sabe, en cuestiones de sexo los aut¨®nomos, que tambi¨¦n pagan impuestos, a menudo se quedan m¨¢s contentos.
Gabriela Wiener es autora del libro Sexograf¨ªas (Melusina, 2008).
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