Fot¨®grafo de Hitler, amante de Leni
Im¨¢genes in¨¦ditas de Hans Ertl, operador de Riefenstahl, del rodaje de 'Olympia' - Su hija custodia en Bolivia la memoria de un aventurero marcado por el nazismo
En el humilde barrio de casas bajas de Cupini, al sur de La Paz (Bolivia), en una construcci¨®n de techo negro y estilo alem¨¢n se atesora un tesoro nazi. En una caja de zapatos. Un pu?ado de fotograf¨ªas in¨¦ditas del rodaje de Olympia, obra maestra sobre los Juegos Ol¨ªmpicos de Berl¨ªn de 1936, e im¨¢genes sepultadas por la memoria de la campa?a de Rommel durante la Segunda Guerra Mundial se apilan junto a recuerdos de una asombrosa y novelesca vida. Pertenecen (los recuerdos y la vida) a Hans Ertl, fot¨®grafo de los nazis, camar¨®grafo y amante de la cineasta Leni Riefenstahl.
La guardiana del tesoro es su hija Beatriz, de 63 a?os. Muestra con mimo a un apuesto y sonriente Ertl en la ¨¦poca de Olympia, la gran obra de Riefenstahl. Tras la c¨¢mara, sumergido en el agua, colocando un ingenio en un bote de remo, filmando a un nadador justo antes de lanzarse a la piscina...
Fue retratista oficial de la campa?a del norte de ?frica de Rommel
Las im¨¢genes ofrecen pistas ¨²nicas sobre la filmaci¨®n de una de las pel¨ªculas de deporte m¨¢s famosas de la historia, clave adem¨¢s en la estrategia nazi de mostrar al mundo el resurgimiento alem¨¢n. De un modo muy similar, no puede evitar pensar el que las contempla, al de los Juegos de Pek¨ªn 2008.
"Por supuesto que Leni fue el gran amor de su vida, mi padre lo cont¨® hasta sus ¨²ltimos d¨ªas", explica Beatriz, fruto del matrimonio de Ertl con una secretaria a la que conoci¨® precisamente en aquellos Juegos Ol¨ªmpicos de 1936. Tuvieron cuatro hijas. "Mantuvimos contacto con ella hasta que falleci¨®, en 2003".
Beatriz habla con orgullo de c¨®mo su padre fue el primero en colocar c¨¢maras en los esqu¨ªs de los saltadores en los Juegos de Garmisch-Partenkirchen o de su papel como fot¨®grafo oficial del mariscal de campo Erwin Rommel, el Zorro del Desierto, en la campa?a del norte de ?frica. "Mi padre conoc¨ªa bien a Hitler desde los Juegos, pero consideraba a Rommel su verdadero jefe, sent¨ªa verdadera adoraci¨®n por ¨¦l", se?ala Beatriz, quien sobrevive gracias a una peque?a pensi¨®n del Gobierno alem¨¢n. Rommel condecor¨® a Ertl con la Cruz de Hierro por su pericia al inventar c¨¢maras sumergibles y capaces de tomar fotos desde el aire.
Pese a tan estrechas relaciones con los nazis, Ertl mantuvo hasta su muerte que su conexi¨®n con el partido era ¨²nicamente a trav¨¦s del trabajo. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, los aliados arrestaron brevemente a Ertl y a los pocos a?os decidi¨® abandonar Alemania porque ten¨ªa problemas para conseguir trabajo. Emigr¨® con su familia a Chile y en 1953 hizo la traves¨ªa de Brasil a Bolivia subido a un antiguo cami¨®n militar, y siguiendo los pasos de nazis famosos como Klaus Barbie, sanguinario miembro clave de la Gestapo en Francia y vinculado al narcotr¨¢fico y al golpismo en el exilio boliviano. Muchos recuerdan a¨²n hoy c¨®mo se sentaba pl¨¢cidamente en las cafeter¨ªas de La Paz tomando caf¨¦ rodeado de guardaespaldas.
Un d¨ªa, a Ertl le dej¨® tirado un cami¨®n en San Ignacio de Velasco, a unos 500 kil¨®metros al sureste de La Paz. En la localidad vecina de Concepci¨®n, mientras esperaba que fuese reparado, Ertl vio una estancia en mitad de la selva llamada La Dolorida, en plena Chiquitan¨ªa. Estaba en venta. La compr¨® y construy¨® una casa donde vivi¨® el resto de su vida.
"Cuando llegamos, el pasto ten¨ªa dos metros de alto. Hab¨ªa v¨ªboras y tar¨¢ntulas en todos lados. Viv¨ªa con 15 perros y much¨ªsimos gatos, engordaba el ganado con marihuana", explica Beatriz con una sonrisa. Ertl fotografi¨® las misiones jesuitas de la zona y tom¨® las ¨²ltimas im¨¢genes conocidas de los indios sirion¨®, extinguidos.
En sus viajes iba acompa?ado siempre de su hija predilecta, Monika. "Con nosotras nunca fue realmente un padre, era muy injusto y nunca escuchaba, s¨®lo la quer¨ªa a ella. Mi abuela jam¨¢s le mostr¨® cari?o: mi padre fue el producto de una violaci¨®n, nos enteramos de esto mucho m¨¢s tarde y eso le marc¨® para siempre", contin¨²a Beatriz. Ir¨®nicamente, Monika se uni¨® a la guerrilla izquierdista del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN) en 1969 tras fracasar en su matrimonio. Dos a?os despu¨¦s, haci¨¦ndose pasar por una joven australiana que quer¨ªa conseguir un visado para un grupo de m¨²sica folcl¨®rico, asesin¨® a quemarropa a Toto Quintanilla, c¨®nsul boliviano en Hamburgo y uno de los responsables de torturar y cortar la mano del Che en Sierra Madre. En su huida, dej¨® atr¨¢s una peluca, su bolso, su pistola Colt Cobra 38 y un trozo de papel donde se le¨ªa "Victoria o muerte. ELN". As¨ª se convirti¨® en la mujer m¨¢s buscada de Latinoam¨¦rica.
"Mi padre la bot¨® de la estancia porque quer¨ªa convertirla en campo de entrenamiento para guerrilleros. Nunca m¨¢s la vimos. Escrib¨ªa una vez al a?o a toda la familia diciendo que no nos preocup¨¢semos, que estaba bien", recuerda Beatriz. Cuatro a?os despu¨¦s la mataron los militares en un tiroteo en las calles de La Paz. "M¨¢s de 34 a?os despu¨¦s de su muerte todav¨ªa no nos han devuelto su cad¨¢ver".
Para entonces, Ertl hac¨ªa a?os que hab¨ªa dejado de filmar, desilusionado por una mala experiencia. Mientras transportaba en su tractor los rollos de su ¨²ltima pel¨ªcula, el puente que cruzaba se derrumb¨® y perdi¨® todo. Por si fuera poco, fue demandado por la productora alemana que le contrat¨®. Regal¨® todas sus c¨¢maras y se dedic¨® a mantener su ganado.
Hasta comienzos de los a?os noventa, cuando recibi¨® durante una recepci¨®n con la reina Sof¨ªa una c¨¢mara. "Mi padre estaba muy contento con el regalo, pero se lo dio a mi hija Saskia". Ertl pas¨® los ¨²ltimos a?os de su vida pr¨¢cticamente solo, aislado del mundo. Falleci¨® en 2000, a la edad de 92 a?os, en su granja de La Dolorida, convertida ahora en peque?o museo. Nunca quiso volver a Alemania pero pidi¨® a su otra hija, Heidi, que le enviara una bolsa con tierra alemana para esparcirla sobre su tumba. Fue lo ¨²ltimo que le rog¨® antes de que la relaci¨®n entre ambos se rompiera, s¨®lo 10 d¨ªas antes de su muerte. Hoy yace enterrado en un peque?o mont¨ªculo en una esquina de su antigua estancia. Vestido con el viejo uniforme militar alem¨¢n color verde oliva que llev¨® puesto hasta sus ¨²ltimos d¨ªas.
Babelia
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