Letan¨ªas y contraletan¨ªas
Las grandes creencias suelen tener entre sus ritos plegarias compuestas de enumeraciones de car¨¢cter repetitivo. Lo vemos en la recitaci¨®n reiterada de partes del Cor¨¢n, en los salmos del juda¨ªsmo y en las religiones orientales. En la liturgia cat¨®lica las letan¨ªas de la Virgen se componen de una lista invariable de advocaciones de la Madre de Dios a las que hay que responder de forma apropiada. Son oraciones, formas de aprendizaje, expresiones art¨ªsticas, y tambi¨¦n una forma de demostrar la propia aquiescencia a una creencia y a sus pr¨¢cticas. En multitud de decisiones sociales parece a menudo que es m¨¢s f¨¢cil referirse a una lista inamovible de juicios o referencias que tratar de analizar incertidumbres o escenarios que requieren reflexi¨®n y an¨¢lisis.
No puede haber recetas ¨²nicas y universales ante los problemas ecol¨®gicos
En la ciencia, por definici¨®n, se renuncia a dogmas y ritos
El concepto de letan¨ªa, referido a las cuestiones de ¨ªndole ecol¨®gica, fue acu?ado por Bjorn Lomborg en su pol¨¦mico libro El ambientalista esc¨¦ptico. En ¨¦l trata de desmontar lo que considera un conjunto de aserciones no demostradas de los efectos de la actividad humana sobre el planeta. El autor se aplica a ello de una forma tan sistem¨¢tica que al final acaba produciendo lo m¨¢s parecido a una letan¨ªa de signo contrario. Para un ciudadano de escepticismo practicante, el problema reside en que al tratar de analizar cuestiones complejas de la forma lo m¨¢s objetiva posible se acaba enfrentando a una u otra letan¨ªa.
De forma invariable podemos observar que ante cualquier decisi¨®n, especialmente las que tienen que ver con actuaciones sobre el territorio, se manifiesta alg¨²n tipo de oposici¨®n social que encuentra un eco inmediato en determinados grupos organizados. Se trata de decir no a los trasvases, a la energ¨ªa nuclear, a las plantas transg¨¦nicas, a las conexiones de alto voltaje y un largo etc¨¦tera, al que se pueden a?adir novedades como el no a los biocombustibles. Toda la lista se suele aceptar en su conjunto sin discusi¨®n alguna. Esta oposici¨®n puede aparecer como una reacci¨®n de intereses personales o locales afectados, pero tambi¨¦n por la inquietud relativa a la destrucci¨®n de los sistemas ecol¨®gicos o por el cambio clim¨¢tico. Sin embargo, a menudo, estas posiciones se basan en ideolog¨ªas basadas en el convencimiento de que estamos llevando nuestra sociedad del bienestar demasiado lejos. Ello ha ocurrido invariablemente en el decurso de la historia, como nos demostraba hace 2.000 a?os la historia de Sodoma y Gomorra, destruidas por una lluvia de fuego a causa de su vida disipada.
Este tipo de ideolog¨ªas no son compartidas por muchas personas que acaban rechazando de plano la letan¨ªa que defienden. En este rechazo se encuentran posiciones muy distintas, pero, en muchos casos, de corte liberal. Por ejemplo, a muchos economistas les cuesta introducir en sus an¨¢lisis factores como el cambio clim¨¢tico o el fin de las reservas de petr¨®leo que los resultados cient¨ªficos establecen claramente. Se oye a menudo la afirmaci¨®n de "ya se encontrar¨¢ algo" con la idea de que la presi¨®n del mercado ayudar¨¢ a encontrar alguna soluci¨®n tecnol¨®gica a los problemas por m¨¢s complicados que sean. Lo cual es a menudo posible pero es dif¨ªcil calcular a qu¨¦ coste, como demuestra el informe Stern, sobre todo si se tarda en encontrar la respuesta, si es que la hay. Tambi¨¦n hay oposici¨®n a la letan¨ªa ecol¨®gica por parte de entornos t¨¦cnicos en los cuales hay una resistencia a aceptar que el progreso tecnol¨®gico haya acabado produciendo problemas globales. Por ello, se da lugar a una contraletan¨ªa en la cual a cada afirmaci¨®n de unos se contrapone una afirmaci¨®n en sentido diametralmente opuesto al de los otros.
Todo esto ocurre en un momento en el que el entorno en el que nos encontramos es de una gran complejidad. Los problemas a los que nos enfrentamos de sobrepoblaci¨®n, cambio clim¨¢tico y sus relaciones con el uso del agua, de los combustibles f¨®siles o la producci¨®n de alimentos son complejos en s¨ª mismos y en sus interrelaciones. Y a ello se a?ade la complejidad de problemas que por su misma naturaleza se plantean a escala planetaria. Por tanto, los intereses que se contraponen son muy diversos y tienen una base cient¨ªfica, econ¨®mica, pol¨ªtica y cultural que necesitan contrastarse sobre datos complejos y a veces incompletos de tendencias globales. Parece, por tanto, que la complejidad deber¨ªa alejarnos de las simplicidades de soluciones universales y tajantes, pero, parad¨®jicamente, no es el caso.
Enfrentados a una realidad a veces con urgencias, los que deciden deben afrontar problemas que se presentan en entornos sociales y pol¨ªticos que no suelen ser f¨¢ciles. Ante cualquier proyecto se alzan oposiciones tipo que suelen avanzar sus propuestas en forma de conceptos lo m¨¢s sencillos posible. Lo peor sucede cuando quienes han de decidir llegaron a su posici¨®n defendiendo este tipo de posturas simplificadas. Ya se ha visto recientemente de qu¨¦ forma se han tenido que tomar decisiones ante la necesidad acuciante de agua en Barcelona y c¨®mo se ha tenido que gestionar la posible soluci¨®n de emergencia proponiendo un trasvase que es parte del anatema para la letan¨ªa vigente. El agua, como la energ¨ªa, como la agricultura, como los transportes o cualquier otra cuesti¨®n a este nivel necesitan de reflexi¨®n y an¨¢lisis de la complejidad a menudo en un entorno de incertidumbres.
Quiz¨¢ por esto mismo es por lo que se da la paradoja de que s¨®lo parecen valer las soluciones sencillas. A la b¨²squeda del eslogan y del titular, la comunicaci¨®n de los problemas por muy complejos que sean parece que s¨®lo pueda hacerse en t¨¦rminos lo m¨¢s esquem¨¢ticos posible. Y esto se acaba demostrando un error, ya sea de la parte de los profesionales de los medios, como de los responsables pol¨ªticos. A menudo, la respuesta de los ciudadanos es mucho m¨¢s positiva cuando se reconoce la complejidad, se demuestra que se estudian las opciones y se dan las razones por las cuales se escogen unas y no otras. Tenemos ejemplos recientes en la prensa espa?ola de excelentes reportajes explicando las opciones en la gesti¨®n del agua, la energ¨ªa o la alimentaci¨®n. No es seguro que los esl¨®ganes sensacionalistas atraigan m¨¢s lectores que art¨ªculos razonados. Y, al menos, una visi¨®n optimista del mundo nos deber¨ªa permitir pensar que los electores acaban valorando tambi¨¦n a pol¨ªticos que reconocen la complejidad y toman sus decisiones con transparencia.
En cualquier caso, parece razonable pensar que, cuando se deben tomar decisiones sobre temas complejos, los responsables que deben tomarlas y los ciudadanos deber¨ªamos tratar de abandonar cualquier tipo de letan¨ªa, lo cual no quiere decir abandonar una ideolog¨ªa. En los temas complejos a los que nos enfrentamos no puede haber recetas ¨²nicas y universales, sino que en cada momento y en cada sociedad se tiene que tratar de encontrar la soluci¨®n mejor adaptada. En este contexto, la contribuci¨®n del an¨¢lisis cient¨ªfico, junto a otras consideraciones, deber¨ªa ser siempre esencial. La ciencia es, por definici¨®n, la actividad que renuncia a dogmas y letan¨ªas. Ello deber¨ªa permitir que se admitiera, por ejemplo, que alguien pueda estar convencido de que existe un cambio clim¨¢tico que puede tener consecuencias negativas para todos y, al mismo tiempo, piense que la energ¨ªa nuclear o las plantas transg¨¦nicas pueden ser una soluci¨®n, al menos parcial, a los problemas de energ¨ªa o alimentaci¨®n. O deber¨ªa admitir que en algunos casos los biocombustibles pueden ser ¨²tiles como alternativa al barbecho o que hay que hacer alg¨²n trasvase. Las letan¨ªas pueden ser una manera de terminar el rosario pero no son la forma de discutir posiciones que son complejas y acuciantes. La ¨²ltima de las letan¨ªas marianas es una advocaci¨®n de Mar¨ªa como Reina de la Paz. Tal como est¨¢n las cosas, le pediremos que siga rogando por nosotros.
Pere Puigdom¨¨nech es profesor de Investigaci¨®n del CSIC.
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