Aznar
Creo que Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar no se lleva demasiado bien con la empresa para la que trabajo. Mi mujer no le soporta: en cuanto aparece en televisi¨®n, cambia de canal o abre un libro. Deduzco que buena parte de los lectores de este diario tampoco son devotos de Aznar. Tengo todo eso muy en cuenta.
Debo confesar, sin embargo, que a m¨ª no me dispara la ¨²lcera. Entiendo que Aznar confundi¨® la invasi¨®n de Irak con el desembarco en Normand¨ªa y acab¨® haciendo el mequetrefe en la foto de las Azores, pero tambi¨¦n puedo entender algunas de las razones que le llevaron hasta ese disparate. Recuerdo perfectamente la manipulaci¨®n posterior a los atentados del 11-M (las instrucciones a las embajadas, la condena a ETA en la ONU), pero me repugnaron los gritos de "asesino, asesino". El tipo se empecina hasta el asco en justificar sus errores, pero s¨¦ de otros ex presidentes que tambi¨¦n lo hacen.
M¨¢s que el Aznar pol¨ªtico, ya amortizado, me interesa el personaje que ha creado. No tanto el que se crey¨® Felipe II en la boda de su ni?a, como el tipo disparatado y pol¨ªticamente incorrecto que se mofa de las campa?as contra la mezcla de alcohol y volante, que llega a los congresos de su partido como si llegara a la fiesta de Blas, que luce abdominales en el yate de Briatore y, en general, se pone el mundo por montera. Yo cre¨ªa que un hombre de sus caracter¨ªsticas (cejijunto y herm¨¦tico, digamos) no resultar¨ªa exportable. Pero ah¨ª le tienen, convertido en un "international man of mistery".
Me permito hablar de esto porque ya lo ha hecho ¨¦l mismo y lo han hecho televisiones, radios y digitales: ayer sent¨ª un pinchazo de decepci¨®n cuando neg¨® ser el padre del hijo de Rachida Dati, la ministra francesa de Justicia. ?sa s¨ª habr¨ªa sido una foto, y no la de las Azores. Desde el Tratado de los Pirineos, Espa?a estaba esperando algo as¨ª. Con todo el respeto a la familia Aznar, quiz¨¢ desconcertada, deploro el desmentido. L¨¢stima.
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