Un buen primer paso

La iniciativa de elaborar un anteproyecto con el fin de garantizar una muerte digna, mediante el cual se da simult¨¢neamente respuesta al ejercicio de derechos por parte de los pacientes y de sus familias y seguridad a los m¨¦dicos y dem¨¢s personal sanitario que tienen la obligaci¨®n de atenderlos, es un buen primer paso para enfrentarnos a una cuesti¨®n muy espinosa. En este sentido creo que es de justicia reconocer el trabajo de la consejera de Salud, que est¨¢ dando muestras, y no solamente en este asunto, de una valent¨ªa sobresaliente.

Creo, sin embargo, que nos encontramos ¨²nicamente ante un primer paso. Est¨¢ bien el anteproyecto de ley, est¨¢ bien el consenso que parece estar constituy¨¦ndose en torno al mismo, a tenor de la informaci¨®n que estamos teniendo por los distintos medios de comunicaci¨®n y es, adem¨¢s, el paso que puede dar una comunidad aut¨®noma, ya que para coger el toro por los cuernos y regular la eutanasia ser¨ªa necesaria la intervenci¨®n de las Cortes Generales.

Y aqu¨ª es donde hay que llegar. No he entendido nunca muy bien por qu¨¦ ha habido tanta resistencia a reconocer el derecho a la vida desde una perspectiva negativa, es decir, para reconocer el derecho a la propia muerte. La vida entra dentro del c¨ªrculo de la libertad personal y no hay, en principio, ninguna raz¨®n jur¨ªdica para negar a un individuo el derecho a poner fin a su vida. Podr¨¢ haber razones de naturaleza religiosa o filos¨®fica, pero no jur¨ªdicas.

Digo derecho y no libertad. Porque libertad para poder poner fin a la vida la tenemos. El suicidio no est¨¢ tipificado como delito. De lo que se trata es de tener derecho, es decir, de poder recabar la ayuda de la sociedad para el ejercicio del mismo. Un ciudadano no tiene por qu¨¦ tener que poner fin a su vida de manera vergonzante, en condiciones de clandestinidad, sino que tiene que tener derecho a poder estar acompa?ado y ser asistido en un momento tan extraordinariamente dif¨ªcil.

Es obvio que la sociedad podr¨¢ regular las condiciones del ejercicio de tal derecho a la muerte y determinar en qu¨¦ supuestos y de qu¨¦ forma el individuo puede solicitar y obtener el concurso de la sociedad. Pero una negaci¨®n absoluta del derecho a la muerte, no se entiende muy bien en qu¨¦ razonamiento de tipo jur¨ªdico puede descansar.

No existe ninguna raz¨®n jur¨ªdica, ni sustantiva ni procesal, para que una sociedad no regule la eutanasia. Se podr¨¢n regular las condiciones en las que los ciudadanos pueden ejercer su derecho, pero ante una manifestaci¨®n de voluntad clara e inequ¨ªvoca de poner fin a la propia vida de una persona en pleno uso de sus facultades mentales, no tiene por qu¨¦ no producirse una respuesta por parte de la sociedad.

Espero que el debate sobre la eutanasia, que ya est¨¢ abierto desde hace alg¨²n tiempo, ocupe un lugar destacado en la agenda pol¨ªtica de los pr¨®ximos a?os. No deber¨ªa demorarse una respuesta compasiva y civilizada a un problema que angustia a una enorme cantidad de ciudadanos.

Mientras tanto, bueno es que se adopten iniciativas como el anteproyecto de ley que est¨¢ siendo estudiado por el Consejo de Gobierno de la Junta de Andaluc¨ªa y que ser¨¢ remitido pr¨®ximamente al Parlamento para su aprobaci¨®n. Sin duda son numerosas las situaciones de angustia que se van a ver paliadas con la entrada en vigor de la ley, as¨ª como tambi¨¦n mucha la inseguridad jur¨ªdica que se evitar¨¢ para los profesionales sanitarios. Tras lo ocurrido en el Hospital de Legan¨¦s, estoy seguro de que muchos pacientes y m¨¦dicos andaluces habr¨¢n experimentado una sensaci¨®n de alivio.