Desmemoriados
Los que tenemos mala memoria solemos refugiarnos en que la memoria es la inteligencia de los tontos. As¨ª parecemos m¨¢s inteligentes, m¨¢s transgresores, como m¨¢s modernos. La memoria se asocia (hasta que el mal de alzheimer lo arrasa todo) a la sabidur¨ªa de la vejez, a las batallas del abuelo con puntos y comas, a las clases de geograf¨ªa e historia de aquellos tiempos.
Los que no tenemos memoria decimos que somos m¨¢s intuitivos, m¨¢s imaginativos, que no sabemos en que d¨ªa vivimos porque recreamos cada d¨ªa y nos da igual que sea martes, y olvidamos las fechas de cumplea?os se?alados porque pasamos de convencionalismos, como si s¨®lo hubiera un d¨ªa al a?o para felicitar a tu pareja, a tus hijos, a tus amigos... Eso decimos.
El principal problema son los desmemoriados vocacionales, es decir interesados
Los que tienen buena memoria suelen refugiarse en que la memoria es el back ground de la inteligencia, el almac¨¦n de datos que permite establecer juicios y opiniones m¨¢s asentadas, m¨¢s coherentes. Y dicen que la memoria de la vida cotidiana te permite ser m¨¢s educado, m¨¢s sociable, incluso m¨¢s activo. Te permite, dicen, entre otras cosas, no tener que acudir permanentemente a Google para saber los resultados de aquellas elecciones o las orejas que cort¨® El Cid aquella tarde de Bilbao, lo que autom¨¢ticamente te convierte en un ser m¨¢s ¨¢gil, m¨¢s ejecutivo. Eso dicen.
El problema es que los que no tenemos memoria corremos el riesgo de vivir al d¨ªa, de perder permanentemente el m¨®vil o las gafas de sol (con el consiguiente perjuicio econ¨®mico a?adido) y de no poder participar en tertulias de esas serias en las que todos saben de todo. El problema es que los que tienen memoria corren el riesgo de sufrir el s¨ªndrome de Petete, convertidos en repelentes ni?os Vicente que por recordar el t¨ªtulo de mil libros se autoconvencen de que ya los han le¨ªdo.
Pero el principal problema son los desmemoriados vocacionales, es decir, interesados. La iniciativa del juez Garz¨®n de remover el caso de los desaparecidos durante el franquismo ha desatado en el Partido Popular los mismos argumentos que ya esgrimi¨® cuando se empez¨® a remover el derecho a la memoria hist¨®rica. Que si han pasado 70 a?os, que si no reabrir viejas heridas, que si la transici¨®n ya sancion¨® un armisticio humano y sentimental, que si lo del agua pasada y el molino, que si pelillos a la mar...
Y no. Si hay un contrasentido may¨²sculo es el de la historia desmemoriada. La historia est¨¢ para ser recordada, para estar presente en el futuro de los pueblos. La historia no esclaviza, al contrario, libera y ense?a. Pero la historia est¨¢ protagonizada por personas y hechos, y es algo vivo que con los a?os va despejando agujeros negros, explicando situaciones desconocidas.
La transici¨®n no fue sino la ausencia de revoluci¨®n, tal y como era concebida pol¨ªticamente, pero no fue el borr¨®n y cuenta nueva con el que el PP (y m¨¢s a¨²n algunos entornos pol¨ªticos, medi¨¢ticos y, sobre todo, religiosos) quiere hacer desaparecer las sucias huellas del franquismo en nuestro pa¨ªs.
La guerra civil termin¨® y el franquismo tambi¨¦n (aunque a veces tengo dudas sobre esto ¨²ltimo), pero aun quedan fosas comunes que descubrir, cr¨ªmenes que sancionar (si hubiere el caso), memorias que defender e historias que reconstruir. Aqu¨ª no se puede distinguir entre petetes y desmemoriados. Es cosa de todos.
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