Del 'spray underground' al 'spray' oficial
Ayuntamientos y organismos p¨²blicos contratan a los 'graffiteros' a los que hasta ahora persegu¨ªan y multaban - Almer¨ªa y Paracuellos del Jarama, pioneros
Preguntas que, por ahora, no tienen respuesta: ?ser¨¢ el graffiti definitivo objeto del deseo en el mercado del arte? ?Se han rendido los alcaldes y los concejales de turno ante la seducci¨®n del spray urbano, hasta ahora perseguido y multado? Y al final, ?acabar¨¢ la cultura oficial con el car¨¢cter n¨®mada, clandestino y algo blasfemo del graffiti?
Si la cultura del graffiti tiene algo de ind¨®mito, habr¨¢ quien no acepte que pintar a Nemo, a Pocoy¨® o al rat¨®n Mickey en la pared de una guarder¨ªa pueda ser considerado como una de sus manifestaciones. Sin embargo, a sus 18 a?os, Ra¨²l Gualix es demasiado pragm¨¢tico para plante¨¢rselo: "Me pagan por hacerlo y encima puedo practicar, tengo la oportunidad de pintar con mis sprays en una pared", explica mientras muestra, uno a uno, sus dibujos.
La cultura oficial ayuda al 'graffiti', pero tambi¨¦n le resta espontaneidad
Hace algunas semanas, el Ayuntamiento madrile?o de Paracuellos del Jarama (8.600 habitantes) le encarg¨® pintar las paredes de los centros educativos infantiles. Reconoce que no ha podido hacerlo con total libertad. Es lo que tiene trabajar por encargo. "Como es una escuela para ni?os me pidieron dibujos que ellos pudieran reconocer". Para sus murales m¨¢s personales, Ra¨²l se busca la vida: naves abandonadas, alg¨²n muro... "Siempre por lo legal", advierte.
En el fondo, es un ejemplo de la paradoja que rodea al mundo del graffiti. Underground por esencia, adolece de espacios en los que poder desarrollarse. Sin embargo, al entrar en contacto con la cultura oficial -que le ofrece sus soportes- tiende a desnaturalizarse, a desprenderse de su car¨¢cter rebelde y prohibido.
Pero Ra¨²l no ha perdido su pragmatismo: "No hay muchas oportunidades de que te cedan un espacio para que hagas tus dibujos y para la gente vea qu¨¦ eres capaz de hacer". El padre de su oportunidad es Sergio Krstic, responsable de participaci¨®n en el Ayuntamiento de la localidad madrile?a de Paracuellos del Jarama. Una ma?ana, mientras paseaba por su pueblo, Krstic vio un graffiti en una pared que no hab¨ªa visto nunca antes. "Entre tantas pintadas y garabatos que ves por todos lados ¨¦sa me pareci¨® una pintura con sentido y pens¨¦ que por qu¨¦ no pod¨ªan buscarse espacios para cosas como ¨¦sa", recuerda el edil.
Entonces convoc¨® un concurso para elegir a la persona que decorar¨ªa las paredes de las dos escuelas infantiles y el colegio de la localidad. Muchos j¨®venes graffiteros se interesaron por la propuesta, pero muy pocos se atrevieron a dar el paso. "Son como los moteros, grupos m¨¢s o menos cerrados con sus recelos a lo oficial", reflexiona Krstic.
Entonces apareci¨® Ra¨²l. Lleva desde los 15 a?os pintando: primero grabando su firma por donde pod¨ªa, despu¨¦s elaborando sus bocetos que, poco a poco, ha ido plasmando donde ha podido. Su cabeza advierte: "Oye, si pones mi nombre no pongas el seud¨®nimo con el que firmo, que paso de movidas".
Pinta, dice, porque le gusta hacerlo y porque le motiva que la gente pueda ver sus obras. Tambi¨¦n hay un poco de riesgo. "Pintar en un vag¨®n de tren, o en un puente tiene el riesgo de que te pillen y hay gente que lo hace por eso. A m¨ª no me pasa", aclara.
En Paracuellos ya anuncian que buscar¨¢n m¨¢s espacios para que j¨®venes como Ra¨²l puedan pintar con la mayor libertad posible. Y es que la cultura oficial empieza a ver en el graffiti una alternativa de refresco a sus propuestas habituales.
Pudiera parecer exagerado, pero muchos almerienses ya se han hecho m¨¢s fotos delante de los gigantescos graffitis que adornan la ciudad desde hace unos meses que de la propia Alcazaba. Al menos eso piensa el concejal de Obras P¨²blicas, Francisco Amizi¨¢n. Su departamento ha firmado un convenio con Sevillana-Endesa para pintar ventanas de arte en los antiest¨¦ticos transformadores de electricidad desparramados por la ciudad: "Hicimos una prueba con tres transformadores y vimos que, adem¨¢s de ofrecer una perspectiva art¨ªstica a la ciudad, la caseta en cuesti¨®n se respetaba mucho m¨¢s. Dejaron de aparecer carteles publicitarios de vendo piso, pintadas y otras manifestaciones espont¨¢neas. Y decidimos hacer graffitis tambi¨¦n en algunas medianeras de la ciudad", cuenta.
El Consistorio ha dado orden ya de pintar otros 25 transformadores al graffitero Daniel Fern¨¢ndez, graduado de Gr¨¢fica Publicitaria en la Escuela de Artes de Almer¨ªa. Sus obras, rebosantes de po¨¦tica, realismo y colorido, han llamado la atenci¨®n de viandantes y conductores y ofrecen una cara amable desde las paredes m¨¢s castigadas de la urbe. "Hacer de un mazacote lleno de carteles y pintadas algo que decore y se integre en el entorno urbano es todo un reto. Con esto disfruto bastante. Es una manera de llevar el arte a la calle, para la gente que no va a museos ni exposiciones", explica.
Pinta muros y medianeras pidiendo permiso siempre a los propietarios. Y es que si hay algo que no soporta este artista urbano es trabajar bajo presi¨®n. Por eso decidi¨® que pedir¨ªa la conformidad de vecinos y propietarios de inmuebles en cada una de sus obras. Uno de sus trabajos de mayor repercusi¨®n ha sido un lienzo de pared de 320 metros cuadrados, parte trasera de un supermercado. Para pintar esa superficie precis¨® de hasta una gr¨²a y m¨¢s de 600 botes de spray. Pero lo normal son encargos m¨¢s peque?os, como el de los transformadores de Sevillana-Endesa, que tienen una superficie de 20 metros cuadrados. Para ellos, Daniel emplea una media de 35 botes y cobra unos 1.200 euros. La iniciativa ha entusiasmado tanto a los vecinos y al equipo de gobierno local que el Consistorio ya tiene en proyecto hacer una convocatoria p¨²blica para abrir el campo a m¨¢s artistas y trabajos.
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