Profesi¨®n: Rockefeller
Christian Karl Gerhartsreiter se hac¨ªa pasar por un miembro de la familia del millonario. Hoy est¨¢ detenido y es sospechoso de asesinato. Es el ¨²ltimo impostor
Rockefeller es un nombre clave de la realeza econ¨®mica estadounidense y son muchos los que han so?ado alguna vez con ser de la familia. Pero entre la fantas¨ªa y la realidad hay un abismo que algunos personajes osados han superado, robando un apellido que abr¨ªa puertas y les llenaba los bolsillos. Uno de los m¨¢s c¨¦lebres fue Christophe Rocancourt, arrestado en 2001 tras descubrirse las estafas que hab¨ªa cometido haci¨¦ndose pasar por un Rockefeller franc¨¦s. Ahora, otro falso Rockefeller, esta vez de origen alem¨¢n, ha sido arrestado en Estados Unidos tras secuestrar a su hija. Ese detalle destap¨® la rocambolesca historia de un hombre que vivi¨®, durante dos d¨¦cadas, como Clark Rockefeller.
Un amigo recuerda que ya practicaba en su adolescencia el vicio de asumir personalidades aristocr¨¢ticas
La polic¨ªa encontr¨® el cad¨¢ver de uno de sus caseros diez a?os despu¨¦s. ?l desapareci¨® antes de ser interrogado
Con un apellido as¨ª, es imposible pasar desapercibido. Por eso, cuando a finales de julio se supo que un Rockefeller estaba en busca y captura por haber secuestrado en Boston a su hija de siete a?os, la noticia salt¨® de las p¨¢ginas locales de aquella ciudad y dio la vuelta a Estados Unidos. ?C¨®mo era posible que un millonario de una familia tan famosa y respetable arrancara a una ni?a de los brazos de su madre?
Una semana despu¨¦s del secuestro, este hombre carism¨¢tico y bien educado, con acento de Nueva Inglaterra, erudito en artes y ciencias, fabulador insuperable y considerado por sus conocidos como "el alma de todas las fiestas", era arrestado en Baltimore. En diciembre pasado hab¨ªa perdido la custodia de su hija -que ha vuelto con su madre, sana y salva- tras divorciarse de su esposa, Sandra Boss. Se hab¨ªa comprado una casa en Baltimore y hab¨ªa secuestrado a su hija con ¨¢nimo de comenzar "una nueva vida".
No era la primera vez que se reinventaba. En las ¨²ltimas tres d¨¦cadas fue el estudiante Christian Gehart Reiter en Wisconsin, un descendiente de la realeza europea llamado Christopher Chichester en California, un falso productor y broker de apellido Crowe en Nueva York y Connecticut y, desde 1990, un rico heredero, Clark Rockefeller. En realidad, no era ninguno de ellos.
Este personaje, que convenci¨® a todos de la falsa identidad que a¨²n hoy defiende, naci¨® en Alemania en 1961. Seg¨²n desvel¨® el FBI tras su arresto, el falso Rockefeller, de 47 a?os, se llama Christian Karl Gerhartsreiter. Creci¨® en Bergen, un pueblo donde, seg¨²n su amigo Thomas Schweigen, ten¨ªa ya el vicio de asumir personalidades aristocr¨¢ticas. "A los 13 a?os llam¨® a la central de tr¨¢fico diciendo que era un millonario holand¨¦s y que quer¨ªa registrar dos Rolls-Royce. Le creyeron", cont¨® a The New York Times.
Un programa de intercambio cultural le llev¨® hasta Berl¨ªn (Connecticut) a los 17 a?os. Se cas¨® con una chica de Wisconsin para conseguir el permiso de residencia y la abandon¨®. Su madre, costurera, le escuch¨® por ¨²ltima vez a mediados de los a?os ochenta, cuando llam¨® para anunciar su personalidad de entonces, Christopher Chichester.
Ese nombre tambi¨¦n ha resultado estar cargado de dinamita: al hacerse p¨²blico el curr¨ªculum del falso Rockefeller, se ha reabierto el caso de un doble asesinato sin resolver ocurrido en San Marino (California), precisamente en la casa donde Gerhartsreiter se aloj¨® durante tres a?os siendo Chichester. La coincidencia resulta sospechosa. Sus caseros, John y Linda Sohus, desaparecieron en 1985. Antes de que la polic¨ªa pudiera interrogarle, ¨¦l tambi¨¦n desapareci¨®. A las pocas semanas llam¨® a una amiga: "Estoy en Francia. Me he casado y soy feliz. No volver¨¦". Diez a?os despu¨¦s, la polic¨ªa encontraba el cuerpo de John Sohus enterrado en el jard¨ªn de la casa. El de Linda nunca apareci¨®. Volvieron a buscar a Chichester, pero s¨®lo supieron de un tal Christopher Crowe Mountbatten Chichester cuyo rastro comenzaba en Greenwich (Connecticut) en 1985 y se perd¨ªa en Nueva York a finales de aquella d¨¦cada.
Reconvertido en Crowe, este hombre de apenas metro y medio, de pelo rojizo, hablar pausado e ins¨®lito talento para la interpretaci¨®n de su propia vida, dec¨ªa tener varios t¨ªtulos universitarios. Presum¨ªa de haber producido la serie Hitchcock presenta, y de haber coleccionado coches deportivos en Europa. Trabaj¨® como broker en diversas firmas. De una le despidieron. De la otra, ya en Nueva York, se fue una ma?ana diciendo que hab¨ªan secuestrado a sus padres en Suram¨¦rica. Al d¨ªa siguiente, la polic¨ªa irrump¨ªa en su oficina busc¨¢ndole: hab¨ªa tratado de vender el cami¨®n sin licencia del desaparecido John Sohus. "Era camale¨®nico", recuerdan ahora sus compa?eros.
A primeros de los noventa ya ejerc¨ªa como Rockefeller en los mejores clubes de Manhattan, entre ellos, el Lotus, donde aparece registrado en la misma p¨¢gina que Laurence S. Rockefeller, el nieto de John D. Rockefeller, el patriarca. "Viv¨ªa como Clark Rockefeller y se presentaba y comportaba como si lo fuera", recordaba Robert Beau Leonard, un abogado que le frecuentaba en una iglesia de la Quinta Avenida.
En 1993 organiz¨® una fiesta tem¨¢tica: "Vengan disfrazados de personajes del Cluedo", en alusi¨®n al juego de mesa. ?l era el profesor Plum. Sandra Boss, que se convertir¨ªa en su esposa, acudi¨® de Miss Scarlet. Amor real o braguetazo, al casarse con esta estudiante de Harvard, Gerhartsreiter se acercaba un poco m¨¢s a su fantas¨ªa de rico heredero. Ella gan¨® millones de d¨®lares como abogada. No se sabe si se crey¨® o no el apellido de su esposo. No quiere hablar.
Entre los detalles autobiogr¨¢ficos con los que deleitaba a sus amigos se inclu¨ªa su afici¨®n a hablar en el idioma klingon de la serie Star Trek, o el haber tenido un chef que le cocinaba men¨²s de cuatro platos a su perro. En Nueva York se mov¨ªa como pez en el agua hablando sobre arte contempor¨¢neo. Tanto, que incluso escribi¨® para la revista Artnews sobre los problemas de tener animales en un apartamento del que colgaban rothkos. Lo firm¨® con el nombre de su esposa.
Viv¨ªan a caballo entre mansiones de Boston y Cornish (New Hampshire), por donde Gerhartsreiter se paseaba en Cadillac con cristales antibalas. Pero en la zona residen los ricos con pedigr¨ª, de los que no necesitan pavonearse de sus cuentas corrientes porque sus apellidos lo dicen todo. "Hablaba demasiado de dinero. Y mencionaba continuamente a otros ricos y famosos. Eso aqu¨ª est¨¢ muy mal visto. A m¨ª no me ol¨ªa bien", recordaba Jean Burling, esposa del senador de New Hampshire Peter Burling. Sin embargo, en Nueva York, una ciudad con debilidad por la gente con conexiones, lo consideraban una persona "simp¨¢tica, inteligente, exc¨¦ntrica y encantadora", seg¨²n la galerista Peggy Stone. "Parec¨ªa real".
?l tambi¨¦n lo cre¨ªa. Y no ha dejado de hacerlo, seg¨²n declara en las cr¨ªpticas entrevistas que ha concedido tras su arresto. "Por lo que he o¨ªdo ¨²ltimamente, puede que no sea un Rockefeller. Pero por lo que yo s¨¦, ¨¦se es mi nombre. Quiz¨¢ alg¨²n d¨ªa podamos hacer un test de ADN para averiguarlo".
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