El movimiento conservador pasa al ataque
McCain afronta los ¨²ltimos 60 d¨ªas de campa?a desde una posici¨®n m¨¢s vigorosa
Entusiasmado por el hallazgo de un nuevo caudillo y alentado por la percepci¨®n cierta de que la Casa Blanca est¨¢ de nuevo al alcance de la mano, el movimiento conservador norteamericano vive en estado de euforia. La campa?a de John McCain se ha visto, por supuesto, contagiada por ese efecto y afronta los ¨²ltimos 60 d¨ªas de esta carrera desde una nueva posici¨®n, m¨¢s vigorosa, con menos complejos, m¨¢s optimista y, al menos en este momento, tomando la iniciativa.
Como respondiendo a un toque de silbato, m¨²ltiples voces conservadoras se han dejado escuchar este fin de semana para dejar constancia de los d¨ªas dulces que se vivieron en la Convenci¨®n Republicana en Saint Paul (Minnesota) y auguran todav¨ªa m¨¢s satisfacciones con la vista puesta en el mes de noviembre.
Barack Obama sigue por delante en los sondeos de opini¨®n
En el Weekly Standard, faro del pensamiento conservador, William Kristol da las gracias a todos los responsables de este renacimiento: a Barack Obama por haber elegido a un viejo y plano representante del m¨¢s puro Washington, Joe Biden, en lugar de a Hillary Clinton -es curioso el odio que esta mujer despertaba hasta hace unos pocos meses entre los republicanos y la s¨²bita admiraci¨®n que le profesan desde que perdi¨® las primarias-; a los medios de comunicaci¨®n por haber destacado la historia de la maternidad de la hija de Palin y haber levantado con ello una enorme expectaci¨®n popular; y a John McCain, un antiguo renegado de la causa conservadora, por haber tenido el atrevimiento de poner a Palin a su lado. Kristol se reserva el agradecimiento a Palin, dice, para d¨¢rselo personalmente en enero del a?o pr¨®ximo en la residencia del vicepresidente, en Washington.
El comentarista Pat Buchanan, que en el pasado intent¨® ¨¦l mismo la presidencia al frente de una plataforma de conservadurismo populista y religioso similar al de Palin, ha declarado que esta mujer ser¨¢ la pr¨®xima presidenta de EE UU y es ya la hero¨ªna y l¨ªder de la derecha.
Todo lo que ya se sabe sobre su absolutismo respecto al aborto, su fanatismo religioso o su intolerancia ideol¨®gica -entre otros datos, el de su intento de retirar los libros que no le gustaban de la librer¨ªa de su pueblo-, quedan ahora en segundo plano. En todo el pa¨ªs, en peque?as o grandes tertulias, en medios de m¨¢s o menos influencia, se repiten opiniones, columnas, reportajes con los mismos argumentos: la historia de Palin es nuestra historia, es una de nosotros, es aut¨¦ntica, es real, no tiene que maquillar su historial para impresionar al p¨²blico. Los amigos se cruzan correos electr¨®nicos para compartir la ¨²ltima proeza escuchada de la hockey mom. De repente, todo el mundo parece tener un vecino que hasta hace una semana dudaba sobre c¨®mo votar y ahora ha visto la luz que Palin encendi¨® en Saint Paul.
Alrededor de 40 millones de personas la vio ese d¨ªa por televisi¨®n, m¨¢s o menos los mismos que a McCain y a Obama, pero mucho m¨¢s de lo que nunca jam¨¢s nadie ha seguido el discurso de un vicepresidente o un aspirante a ese cargo. El 50% de los encuestados por la ABC la aceptan como futura vicepresidenta. S¨®lo el 38% confiesa objeciones.
En resumen, algo similar a lo que los dem¨®cratas y la izquierda experimentaron hace algunos meses con la candidatura de Barack Obama. Con la diferencia -entre otras m¨¢s de fondo, por supuesto- de que esta nueva experiencia la viven los republicanos a s¨®lo dos meses de abrirse las urnas, menos a¨²n si se tiene en cuenta que varios Estados empiezan a votar por correo a finales de este mes.
La historia electoral norteamericana, llena de estad¨ªsticas y referencias, conoce numerosos casos en los que el impulso que se gana en una convenci¨®n es suficiente para llevar al candidato hasta la victoria. El impulso dado por Palin ha sido considerable. Pero hay numerosos datos de la realidad de este pa¨ªs que permiten poner en duda de que sea suficiente.
Ayer mismo, cuando los candidatos salieron de los decorados luminosos de Denver y Saint Paul, se encontraron con un desempleo del 6,1%, el r¨¦cord desde 2003, y, por tanto, con una naci¨®n que busca soluciones a sus problemas y al l¨ªder m¨¢s adecuado para encontrarlas.
McCain, que va a correr el resto de esta carrera como si George Bush no hubiera existido, intenta responder a esa ansiedad con simpat¨ªa hacia esos problemas y una promesa de cambio. "El cambio est¨¢ llegando, el cambio est¨¢ llegando", repite el candidato republicano en sus m¨ªtines. "?stos son tiempos duros, tiempos duros en Wisconsin, tiempos duros en Ohio, tiempos duros en todo el pa¨ªs", dijo el s¨¢bado en el primero de esos Estados.
La campa?a de Obama, por su parte, intenta recordar a los electores que McCain es el candidato del partido que gobierna desde hace ocho a?os, el mismo que hace unos pocos d¨ªas dijo que "los fundamentos de la econom¨ªa est¨¢n robustos". "?Qu¨¦ m¨¢s fundamentos que tener un trabajo? ?Qu¨¦ m¨¢s fundamentos que tu sueldo se mantenga?", preguntaba ayer Obama en Indiana. "Yo no creo que McCain sea una mala persona; simplemente no est¨¢ al tanto de esos problemas", a?ad¨ªa.
No va a ser f¨¢cil para Obama hacer que el p¨²blico identifique autom¨¢ticamente la candidatura de McCain a Bush. Por su propio car¨¢cter y, sobre todo, por la inclusi¨®n de Palin, el candidato republicano consigue por ahora pasar por una candidatura alternativa.
Pero Obama tiene todav¨ªa una gran oportunidad de impedirlo. Ahora todo el pa¨ªs est¨¢ observando, consciente de lo mucho que hay en juego. Obama sigue por delante en las encuestas y conserva muchos de los m¨¦ritos que le permitieron ascender, entre ellos, frente a Palin, su prudencia y, frente a McCain, la evidencia y credibilidad de su apuesta de cambio. Hay tambi¨¦n tiempo delante como para que se consuma la actual efervescencia conservadora y para que los debates -el primero, el pr¨®ximo d¨ªa 26- pongan a cada quien en su lugar.
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