Gobernar la inmigraci¨®n

Crear un ministerio espec¨ªfico para la inmigraci¨®n, como hizo Zapatero al comenzar esta legislatura, siempre me pareci¨® una pol¨ªtica muy de derechas; supone dar carta de naturaleza a la segregaci¨®n de una parte de la poblaci¨®n espa?ola, identificada previamente y de forma ineludible por su origen nacional, cultural o ¨¦tnico; propone a posteriori su integraci¨®n social no como un proceso normalizado y con garant¨ªas legales suficientes, sino como una actividad administrativa discrecional y sometida a las condiciones y circunstancias de cada momento.

Estamos dispuestos a soportar al extranjero s¨®lo cuando acude a nosotros como inversor, consumidor de lujo o mano de obra necesaria y barata. Pero, cuando el trabajo (o la falta de trabajo) se convierte en un problema social central, cuando se est¨¢ empezando a admitir que ya no es posible una sociedad de pleno empleo, cuando estamos pensando en f¨®rmulas de distribuci¨®n del trabajo, nos sobran precisamente los trabajadores inmigrantes. Esto resulta de un cinismo absoluto, lo diga Berlusconi, o Sarkozy, o Corbacho.

La inmigraci¨®n como hecho social complejo requiere una actuaci¨®n pol¨ªtica integral, asignaci¨®n suficiente de recursos e intervenciones complementarias en cada nivel administrativo, mucha prudencia y el mayor consenso posible (un pacto de Estado). Nunca deber¨ªa ser un argumento para exhibir pol¨ªticas partidarias ni segregadoras ni asistencialistas, que, por ser diferenciadas, rayan con la xenofobia y el racismo m¨¢s rancios.