Nene, no se?ales
La extraordinaria dificultad que tenemos los habitantes de este pa¨ªs para se?alizar las direcciones de nuestras calles, plazas y carreteras estuvo en un tris de costarle la vida a un ciudadano que el otro d¨ªa, en una carta al director de un diario local, contaba que tuvo que mandar su coche al desguace, y varios huesos de su cuerpo a urgencias, por culpa de una mala se?alizaci¨®n. En su caso se trataba de unas obras que convert¨ªan en cerrada una curva que sol¨ªa ser abierta, y que el pobre hombre negoci¨® a una velocidad excesiva. Seguro que no es el ¨²nico accidentado, ni el ¨²nico que se ha extraviado e incurrido en riesgos innecesarios, debido a lo mal que se se?alan en nuestras tierras las direcciones.
Tuve m¨¢s suerte yo la semana pasada cuando buscaba el modo de salir de Sant Cugat hacia la AP-7, y me encontr¨¦ con unas obras en una rotonda. La se?alizaci¨®n en forma de carteles era invisible, y el caballero que deb¨ªa alertar a los conductores estaba bostezando. Formaba parte de la cuadrilla de la contrata, y su misi¨®n, reforzar el aviso invisible del cambio de direcci¨®n, no era cumplida con la diligencia debida.
Me met¨ª en direcci¨®n contraria porque, viendo las vallas y las tripas de la calle abiertas, no vi, en cambio, ninguna se?al que me indicara que deb¨ªa girar a la izquierda en lugar de hacerlo a la derecha, que es lo suyo en las rotondas. Como iba despacio, no pas¨® nada.
Sal¨ª del aprieto y me cost¨® luego lo m¨ªo encontrar la salida de Sant Cugat, hasta que avizor¨¦ un cartel diminuto que no indicaba el camino hacia la autopista, sino un gen¨¦rico y vago "totes les direccions", o algo semejante. Estuve m¨¢s cerca de pegarme un batacazo, como el se?or de la carta mencionado m¨¢s arriba, cuando trataba de salir este verano del Eix Transversal hacia Andorra. Lo del Eix es un peligro mortal, ya se sabe, pero lo de las indicaciones insuficientes o innecesarias o demasiado peque?as o situadas donde no deber¨ªan estar, justo antes o justo despu¨¦s, pero nunca en el lugar adecuado, es una pandemia. Conduzco a la lenta velocidad del anciano que soy, as¨ª que pese al error de la indicaci¨®n tuve tiempo de rectificar. Yo no me la pegu¨¦, ni tampoco el coche que me segu¨ªa.
Una variante simp¨¢tica de lo mismo es la b¨²squeda de lugares precisos. Si usted quiere ir al vertedero municipal de Arb¨²cies y entra en el pueblo por la antigua carretera que procede de Hostalrich, acabar¨¢ encontrando el cartel que anuncia la "deixalleria". Pero colocado justo de manera que te dirige hacia un taller mec¨¢nico, apenas cinco metros antes de donde se encuentra el camino que s¨ª conduce al vertedero. Enmendado el error, tras comprender cu¨¢l es el desv¨ªo adecuado, pronto se encontrar¨¢ usted ante un cruce en el que el nuevo indicador, herrumbroso y diminuto, se esconde tras las ramas de unos matorrales que lo hacen invisible. Como debe ser.
Dec¨ªa hace a?os el entonces alcalde Joan Clos que, ciertamente, en Barcelona las indicaciones callejeras no eran muy buenas. No lo son. Dec¨ªa el entonces alcalde que no lo eran porque "es muy complicado". Bueno, tambi¨¦n debe de serlo en Londres, por decir un sitio que conozco, y donde est¨¢ todo tan clarito que yo al menos no me perd¨ª nunca. As¨ª que sospecho que tan recalcitrante c¨²mulo de errores e incapacidades colectivas ha de tener alguna raz¨®n antropol¨®gica. Y d¨¢ndole vueltas se me ocurri¨® que tal vez todo esto venga de aquellos gritos con los que nuestros padres horrorizados nos prohib¨ªan se?alar, ("Mira, pap¨¢, un negro"), con un tajante e irrevocable: "Nene, no se?ales", pronunciado con la severidad de aquellos a?os de nuestra infancia en los a?os de la dictadura.
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