Celebraci¨®n festiva

Lejos quedan los tiempos en los que su solo nombre convocaba multitudes, pero a¨²n con la fama menguada, Juan Luis Guerra sigue ofreciendo garant¨ªas. La principal es que sus conciertos son una celebraci¨®n, un disparate r¨ªtmico y c¨¢lido que se sigue con los pies acelerados y la sonrisa, inamovible, en la cara. Esa celebraci¨®n fue el regalo que el dominicano ofreci¨® en el Sant Jordi a las cerca de 7.000 personas le fueron a rendir pleites¨ªa.

Guerra no escatim¨® recursos, y el principal de ellos, por encima de un espect¨¢culo s¨®lo justito en lo est¨¦tico, fue una orquesta de 16 m¨²sicos que de no haber sido por un sonido desajustado habr¨ªa podido levantar la tapa de los sesos. S¨®lo entre metales y percusi¨®n ya sumaban 11 miembros, espl¨¦ndidos m¨²sicos encabezados por la quijotesca imagen de Juan Luis, -alto, seco, amojamado-, cuya voz tard¨® en emerger del estruendo desatado por su orquesta. Ojal¨¢ que llueva caf¨¦ son¨® en cuarto lugar seguida de otra celebridad, Woman del Callao, para con posterioridad ir regalando ¨¦xitos como El Ni¨¢gara en bicicleta y La bilirrubina. Delirio.

Y m¨¢s que nunca, la mirada pudo pasearse por una platea llena de parejas bailando entrelazadas y de muchas mujeres -Guerra dijo en la presentaci¨®n de Si tu no bailas conmigo que en su opini¨®n a ellas les gusta bailar m¨¢s que a ellos-, dando aut¨¦nticas lecciones de c¨®mo capear con solvencia, clase y sensualidad el hurac¨¢n de ritmo de canciones como La gallera. Como a buen espect¨¢culo latinoamericano le sobraron los solos y los popurr¨ªs, y le falt¨® imaginaci¨®n en el apartado visual, pero tambi¨¦n en la consonancia con el respeto de los latinos hacia los m¨²sicos, Juan Luis present¨® de memoria y uno a uno a sus 18 acompa?antes. La m¨²sica es un activo que no quieren perder, la m¨²sica es una fiesta, la m¨²sica fue vida y celebraci¨®n en el Sant Jordi.