Sarah Palin incendia la campa?a
- La candidata conquista a los votantes con su feminismo seductor y populista - Obama es acusado de sexista por sus cr¨ªticas a la aspirante a vicepresidenta
En el centro de todas las miradas del rural Lancaster (Pensilvania), Sarah Palin luc¨ªa un tono suave en sus labios, mucho m¨¢s apagado que el rojo de su chaqueta. Y que nadie vea otro motivo m¨¢s que el de la mera informaci¨®n en ese dato, puesto que el l¨¢piz de labios es el principal tema de la campa?a en EE UU en las ¨²ltimas 48 horas.
Por varias razones, pero fundamentalmente porque el l¨¢piz de labios, como sus zapatos de tac¨®n alto o su vocecilla de jilguero, simboliza en cierta medida el feminismo seductor, populista, entra?able, familiar, conservador, con el que esta mujer conquista por ahora los corazones de media Am¨¦rica.
"Un cerdo con pintalabios sigue siendo un cerdo", dijo el dem¨®crata
No se trata de la banalizaci¨®n de un personaje que, en menos de una semana, ha transformado la carrera hacia la Casa Blanca. Ni mucho menos del estereotipo de una figura que procede de la Am¨¦rica m¨¢s ajena e incomprensible para el espectador europeo, pero que representa valores y propuestas pol¨ªticas -la ilegalizaci¨®n del aborto, la preponderancia de la fe religiosa, la supremac¨ªa de la familia tradicional, la supeditaci¨®n del Estado a la iniciativa individual- con enorme vigencia y respaldo dentro de Estados Unidos.
Pero el l¨¢piz de labios es una buena met¨¢fora de lo que la aspirante republicana a la vicepresidencia aporta y de sus propias debilidades, as¨ª como sirve tambi¨¦n para poner en evidencia los problemas del candidato dem¨®crata, Barack Obama, para responder a este fen¨®meno y, al mismo tiempo, sus ventajas todav¨ªa indiscutibles frente a la apuesta republicana.
La misma Palin puso en marcha el juego de la cosm¨¦tica femenina al describirse, en su discurso de presentaci¨®n en la Convenci¨®n Republicana de Saint Paul, como "un pit-bull con l¨¢piz de labios". Despu¨¦s, de forma provocada o accidental, Obama dijo en varios discursos que el intento de la candidatura republicana de presentarse como la opci¨®n del cambio era "como ponerle pintalabios a un cerdo; segu¨ªa siendo un cerdo".
Ayer mismo, varias dirigentes republicanas expresaron su indignaci¨®n porque consideraban que Obama hab¨ªa comparado a Palin con un cerdo, y la campa?a de McCain le exigi¨® que ofreciera disculpas p¨²blicamente. Obama, por supuesto, no se disculp¨®; explic¨® que, obviamente, su frase no tiene ninguna relaci¨®n con los s¨ªmbolos de Palin y a?adi¨® que ¨¦ste era el tipo de tretas que hab¨ªan hecho a las campa?as conservadoras tan famosas desde hace tiempo. Mientras tanto, algunas cadenas ofrecieron im¨¢genes de un discurso del candidato presidencial republicano, John McCain, pronunciado el a?o pasado en New Hampshire, en el que dijo que la reforma del seguro de salud propuesta por Hillary Clinton era como "ponerle pintalabios a un cerdo; sigue siendo un cerdo".
Esta pol¨¦mica es s¨®lo una entre muchas que estos d¨ªas rodean la campa?a, todas ellas en relaci¨®n con Palin. Pero, por el momento, ninguna de ellas ha hecho mella en el entusiasmo con el que su llegada a la pol¨ªtica nacional ha sido acogida entre los ciudadanos.
M¨¢s de 7.000 personas se juntaron para verla el martes en Lancaster. Es un r¨¦cord en el Estado (lejos todav¨ªa, por supuesto, de los 40.000 que reuni¨® Obama en Filadelfia esta primavera). McCain nunca consigui¨® actos de m¨¢s de un millar de personas. ?l prefiere la intimidad de las peque?as audiencias, dec¨ªan sus portavoces entonces. Ahora habla, junto a Palin, ante foros de 5.000 o 10.000 personas.
En Lancaster, donde se formaron colas de m¨¢s de tres horas, por mucha gente a la que preguntaras, el sentimiento era el mismo: "Es como nosotros", "me veo representada", "es diferente a todos los pol¨ªticos", "la amo". Aman lo que ven: una mujer de aspecto apacible, de lenguaje sencillo, con problemas -un hijo con s¨ªndrome de Down, otro en Irak, una hija adolescente embarazada- como los que ellos tienen.
Y aman el perfil pol¨ªtico que el movimiento conservador -la base cristiana y los pensadores de derecha- ha dibujado: una luchadora contra la corrupci¨®n pol¨ªtica en su Estado de Alaska, un tit¨¢n contra los intereses creados, una madre y un fiel soldado de Dios.
Algunas de esas creencias, resumidas en el odio contra el poder central establecido, est¨¢n interiorizadas hasta tal punto en el estadounidense medio que ya forman parte de su c¨®digo gen¨¦tico. La campa?a exhibe alguna de esas condiciones ostensiblemente. "Estoy impaciente por llevarla a Washington", gritaba McCain, como el que amenaza con lanzar a su perro contra un nido de ratas. Pero maneja m¨¢s discretamente otros aspectos m¨¢s controvertidos del perfil de Palin, como el de su religiosidad.
Pese a que el nombre de Jesucristo es el m¨¢s aplaudido en Lancaster, junto al de Palin (aunque en el orden inverso), ella no hace ninguna referencia en sus discursos a su fe ni a su admiraci¨®n por el creacionismo ni al aborto ni a la educaci¨®n sexual ni a ning¨²n otro asunto de car¨¢cter moral que pudieran darle un tono excesivamente extremista a su propuesta.
Pero su silencio -al final de esta semana va a dar la primera entrevista que concede desde que fue nombrada- no ha impedido la aparici¨®n constante de datos que apuntan hacia el radicalismo de sus principios morales y la inconsistencia de sus principios pol¨ªticos.
Palin despidi¨®, seg¨²n ha contado The Wall Street Journal, a su m¨¢s estrecho colaborador pol¨ªtico durante a?os cuando se enter¨® de que estaba teniendo un affaire amoroso, pese a que entonces ya estaba divorciado. Ha sostenido en p¨²blico, en un discurso en una iglesia el pasado junio, que "los soldados est¨¢n en Irak cumpliendo una misi¨®n que viene de Dios". El pastor de su iglesia ha contado a The New York Times que, cuando Palin fue elegida gobernadora de Alaska, lo primero que hizo fue llamarle para que le encontrara pasajes de la Biblia que pudieran ayudarla a conducir con acierto su labor. La respuesta fue que gobernara como Esther gobern¨® a los jud¨ªos. Actualmente es objeto de una investigaci¨®n en Alaska por haber despedido a un responsable de seguridad que se neg¨® a rescindir el contrato de su cu?ado, que se quer¨ªa divorciar de su hermana.
Su expediente pol¨ªtico est¨¢ tambi¨¦n lleno de sospechas. Cobr¨® del Estado m¨¢s de 300 noches de dietas de viaje, pese a que las pas¨® en casa. Respald¨® -aunque ahora no lo admite- el proyecto de construcci¨®n de un puente hacia una isla donde no vive nadie, un proyecto que se convirti¨® en su d¨ªa en el ejemplo del absurdo del sistema de influencias en el Congreso. Y pele¨®, como cualquier otro pol¨ªtico, para llevarse a su Estado el dinero que se negocia en Washington con el procedimiento del que ella tanto abomina.
Ser, en el fondo, un pol¨ªtico como los dem¨¢s no ser¨ªa tampoco un gran pecado. Pero podr¨ªa ser la causa de que la pasi¨®n hacia su candidatura se fuese apagando antes de su debate con el vicepresidente de Obama, Joe Biden.
De momento no es as¨ª. De momento, la gente que la escucha no quiere ni o¨ªr hablar de todas las acusaciones contra ella -"mentiras de la prensa liberal", dicen en Lancaster- y las encuestas prueban que Palin ha catapultado la candidatura de McCain hasta convertir esta carrera en un codo a codo.
El responsable de la encuesta que ayer publicaban NBC-The Wall Street Journal -un punto de ventaja para Obama- advert¨ªa, en todo caso, que los republicanos tienen que tener cuidado porque cuanto m¨¢s vertiginosamente asciende un fen¨®meno as¨ª, m¨¢s aceleradamente puede desplomarse. Cuando el l¨¢piz de labios se agote, es posible que la preocupaci¨®n por la econom¨ªa haga reconsiderar su voto a algunos. Pero tambi¨¦n es posible que, a¨²n as¨ª, otros muchos prefieran que su econom¨ªa la maneje alguien que lo haga como ellos manejan el presupuesto familiar.
La mujer del l¨¢piz de labios ha oscurecido, desde luego, a McCain -por mucho que ella repita constantemente que es "el ¨²nico hombre de esta campa?a" capaz de tal o cual cosa- y ha hecho parecer a Obama m¨¢s solvente y m¨¢s distante, con todo lo positivo y negativo que eso pueda tener.
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