Europa, Georgia y los anhelos de Rusia
La UE no puede permitir que los rusos se beneficien de sus relaciones comerciales mientras sus carros de combate ocupan las carreteras de Georgia. O una econom¨ªa moderna o una pol¨ªtica del siglo XIX
Como pas¨® con las guerras de los Balcanes, el conflicto en Georgia es una amenaza directa contra un proyecto europeo que intenta sustituir viejos paradigmas como el equilibrio de poder, las esferas de influencia y la conquista militar por otros medios como la integraci¨®n, la negociaci¨®n y el imperio de la ley. La mezcla europea de multilateralismo pac¨ªfico se ha visto cuestionada por el impetuoso primer paso de Georgia y por la desproporcionada reacci¨®n de Rusia. Ahora, la Uni¨®n Europea tiene un inter¨¦s colectivo en conservar lo que pueda de esos valores. Espa?a puede desempe?ar un papel fundamental a la hora de ayudar a la UE a aunar sus diferentes intereses y desarrollar una nueva estrategia respecto a los vecinos de Europa y una pol¨ªtica respecto a Rusia que tenga como objetivo la defensa de las leyes internacionales.
Mosc¨² ha elaborado el mito de que el orden internacional es una amenaza a sus intereses
El mayor reto de Bruselas es resistir el intento de Medv¨¦dev de crear una Europa bipolar
El punto de partida es que los europeos entiendan la perspectiva de Rusia. Al lanzar su ataque contra Georgia, Rusia intentaba reclamar toda la regi¨®n postsovi¨¦tica como esfera de influencia. No es s¨®lo una "doctrina Monroe" local ni el deseo de evitar que haya Estados hostiles agrupados en torno a sus fronteras. Rusia sigue pensando que lo que llama el "extranjero pr¨®ximo" no es realmente extranjero. ?ste no es un fen¨®meno nuevo. Durante los ocho a?os de presidencia de Putin, Rusia ha elaborado el mito de que el orden internacional posterior a la guerra fr¨ªa es una amenaza para sus intereses. Ahora se siente lo bastante fuerte como para desafiar abiertamente sus principios b¨¢sicos y la estrategia de leyes internacionales de soberan¨ªa compartida de la UE. "Democracia soberana", la ideolog¨ªa oficial de la era de Putin, significa cerrar Rusia -y, a ser posible, toda la regi¨®n- a la influencia occidental. Significa tambi¨¦n que la soberan¨ªa est¨¢ reservada a los fuertes. De acuerdo con este sistema, las leyes no se conciben como una limitaci¨®n del poder sino como una expresi¨®n del poder. Rusia tiene cada vez m¨¢s poder, por lo que debe revisar los acuerdos y disposiciones elaborados cuando era un pa¨ªs d¨¦bil.
La Revoluci¨®n Rosa de 2003 en Georgia y la Revoluci¨®n Naranja de 2004 en Ucrania interrumpieron bruscamente este proceso, pero, despu¨¦s de esos problemas iniciales, Rusia ha revisado de forma met¨®dica sus m¨¦todos para desplegar su poder en la regi¨®n; sobre todo, emul¨® lo que consideraba una ofensiva de poder blando contra su hegemon¨ªa y la modific¨® para que encajara en su propia imagen. Hoy, Rusia controla sus propias ONG y la sociedad civil en los pa¨ªses vecinos, pero ni las instituciones son civiles ni las organizaciones son no gubernamentales. Rusia ejerce influencia econ¨®mica, pero gracias a la otkat ekonomiia ("econom¨ªa del soborno"), no al comercio y las inversiones libres.
En la pr¨¢ctica, eso significa que el ataque contra Georgia forma parte de un proceso m¨¢s amplio. Todos los pa¨ªses de la regi¨®n se han puesto nerviosos ante la demostraci¨®n de poder de Rusia, hasta supuestos amigos como Bielorrusia y Armenia. La guerra sum¨® su primera v¨ªctima colateral cuando cay¨® el Gobierno ucranio, el 2 de septiembre. Menos conocido fue el acuerdo del 3 de septiembre entre Medv¨¦dev e Igor Smirnov, l¨ªder de la no reconocida "Rep¨²blica del Transni¨¦ster", en Moldavia oriental, de presionar para que se celebren unas negociaciones en un formato a tres bandas -Rusia, Transnistria y Moldavia- con el que la rep¨²blica rebelde tendr¨ªa clara ventaja (el formato anterior inclu¨ªa a la UE, la OSCE y Ucrania).
La Uni¨®n Europea debe afrontar la realidad de la competencia desigual en la regi¨®n. A los l¨ªderes europeos les gusta hablar de poder blando y los atractivos de la "pol¨ªtica europea de vecindad". Pero la verdad es que los funcionarios europeos pasan mucho tiempo diciendo a nuestros vecinos que la ampliaci¨®n es imposible, y nuestros intentos de integrar Estados vecinos se deben a razones m¨¢s relacionadas con el comercio y las inversiones que con la libre circulaci¨®n de personas. Cuando la UE quiere mostrarse dura, env¨ªa expertos t¨¦cnicos que elaboran informes sobre la lentitud de los progresos. Por el contrario, Rusia tiene una pol¨ªtica de vecindad mucho m¨¢s amplia. Entre sus herramientas de poder blando se incluyen viajes sin necesidad de visado, energ¨ªa barata, grupos juveniles, canales de televisi¨®n e incluso pasaportes y pensiones para los habitantes de las regiones separatistas. Y, cuando Rusia quiere emplear el poder duro, env¨ªa tropas, lleva a cabo ataques inform¨¢ticos y corta el suministro de gas.
La UE no puede ponerse a su altura sin perder su esencia como organizaci¨®n liberal basada en el imperio de la ley. Pero tiene que reconocer que Rusia est¨¢ desafiando de manera fundamental el modelo de los a?os noventa, de c¨ªrculos conc¨¦ntricos europeos a partir del acervo comunitario. El mayor reto de la UE es resistir el intento de Rusia de crear una Europa bipolar. Para ello, necesita mostrar su solidaridad con los nerviosos vecinos de Georgia, como Ucrania y Moldavia. La pol¨ªtica europea de vecindad ha sido demasiado t¨¦cnica y ha estado planteada demasiado a largo plazo para surtir verdadero efecto en un entorno geopol¨ªtico que cambia a toda velocidad. Los pol¨ªticos europeos han empezado por el Estado m¨¢s importante, Ucrania, con la cumbre UE-Ucrania del 9 de septiembre, donde Bruselas ha ofrecido a Kiev un acuerdo de asociaci¨®n que se firmar¨¢ en 2009. En aspectos pr¨¢cticos, hay que ofrecer a Ucrania un calendario previsto para los viajes sin necesidad de visado. El nuevo acuerdo entre la UE y Ucrania podr¨ªa incluir asimismo una cl¨¢usula de solidaridad reforzada que ofrezca garant¨ªas de seguridad y ayude a presionar a Rusia para que respete su acuerdo de retirar su flota del mar Negro de aqu¨ª a 2017.
La UE debe tambi¨¦n hacer algo m¨¢s complicado, encontrar formas de influir en Rusia para que cambie su comportamiento. En Espa?a hay muchas voces preocupadas por la posibilidad de que se desate una nueva guerra fr¨ªa. Tienen raz¨®n. Pero tambi¨¦n es evidente que el cuidado que ha tenido Europa de tratar a Rusia con delicadeza no ha hecho que Mosc¨² se contenga, sino que ha animado a Putin y Medv¨¦dev a ir m¨¢s all¨¢ y reconocer a Abjazia y Osetia del Sur. A la hora de pensar en una nueva estrategia, la UE no debe castigar a Rusia porque s¨ª. Tampoco debe congelar las relaciones UE-Rusia indefinidamente. Pero no puede permitir que los rusos se beneficien de sus relaciones comerciales con Europa mientras sus carros de combate ocupan las principales carreteras de Georgia. La UE debe dejar claro que Rusia tiene que escoger entre una econom¨ªa modernizada y preparada para el siglo XXI y una pol¨ªtica de poder propia del siglo XIX. En el primer caso, la UE debe ser un socio entusiasta, pero, si Rusia escoge el segundo camino, no podr¨¢ trabajar en estrecha relaci¨®n con ella. Los l¨ªderes de la Uni¨®n deben explicar a Mosc¨² que una pol¨ªtica de distanciamiento estrat¨¦gico perjudicar¨¢ a Rusia a largo plazo. La clave para una nueva estrategia europea debe ser una defensa m¨¢s rigurosa del imperio de la ley. Si Rusia no ha respetado el acuerdo de alto el fuego en Georgia es por la misma raz¨®n fundamental por la que ataca compa?¨ªas occidentales como TNK-BP y trata de restar autoridad al Consejo de Europa y la OSCE. Por consiguiente, la UE no puede sacrificar un aspecto por otro; tiene que permanecer firme en todo.
Espa?a es un pa¨ªs clave para negociar una respuesta eficaz. No es un antagonista natural de Rusia como Lituania y Estonia. Tampoco es un caballo de Troya ruso -como calific¨® a Bulgaria el embajador ruso ante la UE-, tan dependiente de la energ¨ªa que le proporciona Rusia que mide su reacci¨®n para evitar represalias de Mosc¨². Espa?a entiende la importancia de una pol¨ªtica de vecindad en el sur; por tanto, deber¨ªa apoyar una pol¨ªtica paralela en el este, del mismo modo que los Estados miembros del este deber¨ªan apoyar a Espa?a en el norte de ?frica. En las pr¨®ximas semanas, Espa?a debe trabajar en colaboraci¨®n con otros Estados miembros de la UE para fomentar una pol¨ªtica de intereses colectivos. La UE ha perdido quiz¨¢ la primera batalla de la guerra en Georgia, pero todav¨ªa puede "ganar la paz" si se une en defensa de sus valores.
Andrew Wilson y Mark Leonard trabajan en el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores y son autores, junto con Nicu Popescu, del estudio Can the EU win the peace in Georgia? (?Puede la UE ganar la paz en Georgia?). Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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