Desnudo y sue?o
Textil como soy, y admirador de la belleza en el vestir, preferir¨ªa que no cundiera su ejemplo
Un se?or se ha estado paseando desnudo este verano por San Sebasti¨¢n. Caminando o en bicicleta, Irwin, que es como se llama nuestro protagonista, ha suscitado adhesiones y no pocas quejas, aunque no parece que su deambular en porretas haya desatado las pasiones que suscita entre nosotros el dise?o de una farola. Al fin y al cabo, las farolas quedan, e Irwin volar¨¢ con el fr¨ªo. No he tenido ocasi¨®n de cruzarme con ¨¦l y, quiz¨¢ por ello, al tener noticia de sus aireados paseos me asalt¨® la sospecha de que tal vez se hallara en un profundo sue?o; s¨ª, de que Irwin estuviera dormido. Suele ocurrir, y es un sue?o arquet¨ªpico, que uno salga desnudo de casa, y vaya a la fruter¨ªa, y charle con su vecina, y, sin que nadie le recrimine, descubra de pronto su desnudez y se lleve un mal rato. S¨®lo al despertar salimos del apuro, y permitan que me abstenga de analizar el sofoco que nos deparan esos sue?os. As¨ª pues, me dije, Irwin est¨¢ dormido y sue?a que va desnudo, aunque a¨²n no se haya dado cuenta de ello, de modo que cruzarse con ¨¦l es algo as¨ª como saludar a un sue?o.
Se daba adem¨¢s otra circunstancia que me llevaba a reafirmarme en mi idea. Ante algunas de las protestas que fueron elevadas a las autoridades municipales por ciudadanos on¨ªricos, aqu¨¦llas hab¨ªan tenido que reconocer que nada pod¨ªan hacer para impedir las frescas galopadas de Irwin. Las ordenanzas municipales prohib¨ªan el exhibicionismo sexual en la v¨ªa p¨²blica y no parec¨ªa que lo de Irwin entrara en esa categor¨ªa. No es que nuestro personaje llevara un guante en las protervas, o que se protegiera el carill¨®n con una bufanda por si merodeaban las avispas. Nada de eso. Irwin iba en cueros de cabo a rabo, aunque no recuerdo si llevaba deportivas, detalle que ser¨ªa indicio de puritanismo al dejar cubierta la parte m¨¢s er¨®tica del cuerpo humano: los pies. Pero llevara o no zapatillas, lo que se discut¨ªa era si exhib¨ªa o no sus genitales, o sea, si era v¨ªctima -o mejor, culpable- de esa patolog¨ªa que solemos asociar con el hombre de la gabardina. Vaya usted de penitente, con capirote incluido y ni a¨²n con los ojos a la vista, pero ¨¢brase una ranura a la altura adecuada, por la que asomen las v¨ªsceras, y ver¨¢ c¨®mo tiemblan las ordenanzas municipales. Desnudo, en cambio, usted no exhibe nada: no hay pies, ni cabeza, ni pecho, ni pudendas, nada. Dir¨¢n, acaso, que exhibe su desnudez, esa abstracci¨®n de la que participamos todos cuando estamos en la ducha. La desnudez es puro humo, e Irwin, que nada exhibe y nada tiene, salvo quiz¨¢ unas deportivas, no es m¨¢s que el sue?o de Irwin, que a¨²n no ha descubierto que est¨¢ desnudo.
Los exhibicionistas suelen resultar agresivos -aunque para ellos s¨®lo se trate de un dulce regalo o quiz¨¢ no quieran m¨¢s que ser admirados-, y no parece ser ¨¦se el caso de nuestro protagonista. El exhibicionista personaliza su acci¨®n, la dirige a personas concretas. Sin embargo, no me cuesta imaginar el mal rato que pudiera pasar alguien, digamos una se?ora, que viera c¨®mo su ascensor se detiene en el tercero y entra un se?or en cueros. ?Ser¨ªa, por otra parte, punible la actitud de alguien que paseara habitualmente con sus partes al aire, aunque totalmente vestido, porque considera que eso forma parte de su indumentaria? Pero dej¨¦monos de casu¨ªsticas extravagantes. Tan extravagantes como el propio Irwin, en cuya actitud hay quienes, e ignoro por qu¨¦ motivo, han apreciado una actitud ¨¦tica. ?No se tratar¨¢ acaso de una actitud ideol¨®gica, lo que dista de ser lo mismo? Irwin defiende un tipo de vida, y de momento lo suyo no pasa de ser una an¨¦cdota curiosa.
Textil como soy, y admirador del talento y la belleza que se despliegan en el vestir, preferir¨ªa que no cundiera su ejemplo. Nada me disgustar¨ªa tanto como cambiar de pesadilla y padecer en el sue?o el sofoco de descubrir que voy vestido. Que pasee Irwin desnudo por su sue?o o por las calles, pero, ?cielos!, hay ¨¦ticas aterradoras, y no quisiera acabar siendo arrojado a la calle, como por ser fumador, por ir vestido.
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