El Che m¨¢s ambiguo vende a¨²n m¨¢s
El magnetismo del h¨¦roe revolucionario crece entre unos j¨®venes que renuncian al manique¨ªsmo - La pel¨ªcula de Steven Soderbergh contribuye a mitificar al m¨¢ximo el viejo icono
Fueron los j¨®venes los que en la d¨¦cada de los sesenta convirtieron al Che Guevara en un icono que resum¨ªa su rechazo radical a la sociedad capitalista. Y son los j¨®venes los que hoy lo llevan incorporado como un tatuaje o los que lo lucen en sus chapas o sus cinturones. El mensaje del guerrillero prendi¨® en aquellos a?os y todav¨ªa a finales de los ochenta, cuenta Jon Lee Anderson, uno de sus bi¨®grafos, "hab¨ªa a lo largo del mundo unas cuarenta guerrillas vivas que utilizaban la violencia para cambiar el mundo". Hoy, en cambio, no parece que el mensaje revolucionario sea el que prende en la mayor¨ªa de los j¨®venes. "Ya no interesan los h¨¦roes de una pieza, son los personajes ambiguos los que atraen a las nuevas generaciones", afirma el soci¨®logo Enrique Gil Calvo.
"Hay lugares donde siguen vigentes las ideolog¨ªas 'vencidas" (Jon Lee Anderson)
"Para los j¨®venes de hoy es s¨®lo un icono posmoderno" (Enrique Gil Calvo)
"En esa imagen puede encontrarse lo que se quiera" (Iv¨¢n de la Nuez)
El pasado viernes se estren¨® la primera parte de la nueva pel¨ªcula que sobre el Che Guevara ha dirigido Steven Soderbergh y protagoniza Benicio del Toro. El c¨¦lebre personaje, que es tambi¨¦n desde hace tiempo un icono de la cultura de masas, conserva una excelente salud. La pel¨ªcula se proyecta en Espa?a en 340 salas y, seg¨²n los datos provisionales de taquilla, ha sido la m¨¢s vista durante el ¨²ltimo fin de semana. ?Se mantiene intacta la fascinaci¨®n por el m¨ªtico revolucionario? ?Han incorporado las nuevas generaciones al guerrillero como un referente de sus expectativas vitales? ?O lo que ocurre responde simplemente a estrategias de mercado, al buen olfato de unos buscadores de oro que han vuelto a explotar un riqu¨ªsimo fil¨®n?
"Vivimos en un mundo pos-ideol¨®gico, globalizado, en el que reina el consumismo y el sentido pragm¨¢tico y donde el tipo real, el que tiene los pies en la tierra, est¨¢ preocupado por pagar la hipoteca de la casa, las letras del coche o decidir si el pr¨®ximo viaje va a ser a las islas Mauricio o a Zambia. ?Qu¨¦ lugar hay en ese contexto para la revoluci¨®n?". El que habla es el periodista estadounidense Jon Lee Anderson, autor de la biograf¨ªa m¨¢s celebrada del guerrillero -Che Guevara. Una vida revolucionaria (Anagrama)- y asesor hist¨®rico de Soderbergh en la pel¨ªcula. "Me refiero a los pa¨ªses ricos de Occidente, pero no hay que olvidarse del otro mundo. Y ah¨ª todav¨ªa est¨¢n vigentes esas ideolog¨ªas aparentemente vencidas, y es donde el personaje hist¨®rico del Che tiene mucho que decir. Incluso entre los nuevos rusos, pongamos Abram¨®vich, hay unos aires de superpotencia, y aunque no crean en una revoluci¨®n intercontinental no les viene mal la identificaci¨®n con un s¨ªmbolo popular que habla de justicia y de ayuda a los desfavorecidos".
"El mito del Che ha crecido alimentado por la sociedad en la que vivimos, fr¨ªvola y materialista, que est¨¢ justo en las ant¨ªpodas de los valores que ¨¦l representa", explica el escritor argentino Pacho O'Donnell, autor de otra biograf¨ªa del personaje -Che. La vida por un mundo mejor (Plaza & Jan¨¦s)-. "La ca¨ªda del r¨¦gimen comunista lo ha despose¨ªdo adem¨¢s de su condici¨®n ideol¨®gica, con lo que ha quedado de ¨¦l su idealismo y su fuerza de personaje ¨¦pico. Mientras m¨¢s crezca la carencia de valores, m¨¢s va a crecer ese mito".
Steven Soderbergh cont¨® en Cannes, cuando present¨® por primera vez las dos partes de su pel¨ªcula, que la decisi¨®n ¨²ltima de rodarla lo asalt¨® cuando vio la imagen del revolucionario en la nalga de una mujer en Nueva York. "Estoy seguro de que aquella chica no ten¨ªa ni idea de qui¨¦n era ese tipo que llevaba tatuado. Y ¨¦sa fue mi idea: darle una historia a la foto de la camiseta".
El Che est¨¢ en todas partes. Mejor, la imagen del Che que procede de la fotograf¨ªa que Alberto Korda le hizo en 1960 durante un mitin en La Habana est¨¢ en todas partes. Hay chicas que la llevan pintada en cada una de sus u?as, se ha estampado en vasos y llaveros, est¨¢ en latas, en peluches, tatuado en cualquier parte del cuerpo. ?De cu¨¢l Che se habla entonces, si es que son distintos? ?Del que estuvo en Sierra Maestra combatiendo a Batista (entre otras muchas cosas) o del que est¨¢ estampado en los posavasos de una discoteca de moda? ?Tienen algo en com¨²n?
"A partir de 1956, los j¨®venes radicales de Europa occidental se alejaron de la desalentadora experiencia comunista de la Europa del Este para buscar inspiraci¨®n en lugares m¨¢s lejanos", cuenta Tony Judt en su libro Postguerra (Taurus). Y, a partir de 1967, explica, el movimiento contracultural adopt¨® una l¨ªnea m¨¢s dura "por asociaci¨®n con los idealizados relatos de los insurgentes de la guerrilla tercermundista". En 1968 apareci¨® el p¨®ster de Guevara, y una inmensa cantidad de j¨®venes lo convirti¨® en un referente. Y fascin¨®, sobre todo, comenta el ensayista cubano Iv¨¢n de la Nuez, a los intelectuales europeos. "Buscaban causas remotas con las que comulgar, y hubo muchos que se rindieron ante la figura del Che, de Sartre a Wim Wenders. O a Regis Debray, que se apunt¨® a la guerrilla en Bolivia".
?Y los j¨®venes de hoy? "La imagen del Che forma parte del santoral interclasista posmoderno de muchos j¨®venes, junto a otras celebridades que funcionan como iconos rom¨¢nticos", comenta el soci¨®logo Enrique Gil Calvo. "Pero no creo que sea capaz de movilizarlos hacia la izquierda. Las cosas han cambiado mucho y los h¨¦roes actuales de la juventud ya no son de una pieza, les interesa m¨¢s la ambig¨¹edad moral. Ah¨ª est¨¢ Darth Vader, el lado oscuro de la fuerza".
De la Nuez dirige la programaci¨®n del Palau de la Virreina, en Barcelona. All¨ª se present¨® hace un a?o una exposici¨®n, Che! Revoluci¨®n y mercado, que mostraba la suerte que ha corrido el icono. "Es curiosa la distancia que existe entre la unilateralidad del Che y la multilateralidad del icono", cuenta De la Nuez. "El invento del p¨®ster es del editor italiano y militante de la izquierda radical Giangiacomo Feltrinelli, que lo public¨® como apoyo publicitario para acompa?ar la promoci¨®n del Diario en Bolivia del Che. El t¨ªtulo que le puso tiene un punto psicod¨¦lico y es un gui?o a una canci¨®n de los Beatles: Che in the sky with jacket. Un hombre fotog¨¦nico que muere joven y deja un hermoso cad¨¢ver. ?Qu¨¦ m¨¢s se puede pedir en una ¨¦poca que rend¨ªa culto a la juventud?".
Joven, guapo, viril. "El Che no es un invento de Andy Warhol", observa Jon Lee Anderson. "Detr¨¢s del icono est¨¢ la historia de un revolucionario y, aunque se haya convertido en un producto de consumo, hay quienes piensan que a trav¨¦s del fetiche pueden llegar sus ideas". Gil Calvo no comparte esta idea, por lo menos si se refiere a los j¨®venes de las sociedades occidentales. "No creo que pueda interesarles nada de cuanto tenga que ver con la guerrilla y con ideas de la vieja izquierda tradicional. Est¨¢n m¨¢s pr¨®ximos a los movimientos antiglobalizaci¨®n o a las ideas ecologistas".
El caso es que cada cual interpreta la imagen a su manera. Iv¨¢n de la Nuez: "El personaje hist¨®rico ten¨ªa muy claro lo que quer¨ªa, y lo ha dejado contado en los libros que fue escribiendo. Era un revolucionario, cre¨ªa en la violencia como camino para poner el mundo al rev¨¦s y, frente a la importancia de la revoluci¨®n, sent¨ªa un profundo desprecio por su vida y por la de los dem¨¢s". En el p¨®ster de Korda, en cambio, observa que "cada cual puede encontrar lo que quiere: af¨¢n de justicia, una vida ¨¦pica y rom¨¢ntica, la entrega a los dem¨¢s, la autenticidad de unos principios. Vale todo".
Pacho O'Donnell no ha visto a¨²n la pel¨ªcula de Soderbergh. "?Se ocupa de su infancia?", pregunta. No, no lo hace, arranca en M¨¦xico en 1955 cuando conoce a Fidel Castro. "Es muy dif¨ªcil conocer al Che si no se conoce su infancia", dice. "Fue un ni?o contemporizador, conciliador, sin ninguna tendencia a la violencia. No hay historias suyas de peleas con sus compa?eros ni con sus hermanos, tan propias de los chavales. Su opci¨®n por la violencia fue tard¨ªa y totalmente racional, ideol¨®gica. Pensaba que a la violencia desatada de sus enemigos s¨®lo se pod¨ªa responder con una violencia de la misma intensidad".
La primera parte de la pel¨ªcula se detiene en el camino hacia La Habana. No se cuenta nada de su trabajo inmediatamente posterior en la Fortaleza de la Caba?a, donde fue el encargado de liquidar, con juicios sumar¨ªsimos, a los asesinos y torturadores de Batista. "Muchos sostienen que se le fue la mano y que se carg¨® de paso a cuantos disent¨ªan de la revoluci¨®n", comenta O'Donnell. "En todas las revoluciones hay excesos, basta consultar la historia, y el trabajo sucio de la que se hizo en Cuba Fidel se lo encarg¨® al Che", a?ade.
Recuerda O'Donnell que Bernard-Henry L¨¦vi le coment¨® en Par¨ªs, cuando present¨® all¨ª su biograf¨ªa, que el ideal de la pureza en pol¨ªtica es tr¨¢gico porque conduce al fanatismo. Anderson observa que Soderbergh ya sali¨® en Cannes al paso de posibles cr¨ªticas cuando defendi¨® que su trabajo hablaba del Che que ¨¦l hab¨ªa descubierto, y que no pretend¨ªa detenerse en cada uno de los episodios que vivi¨®. "Quiz¨¢ no haya rodado veinte minutos de fusilamientos, pero el Che doctrinario y estricto est¨¢ en su pel¨ªcula".
"Todo el mundo se queda con la idea de que el Che era alguien que estaba dispuesto a morir por un ideal, y se olvidan de que tambi¨¦n estaba dispuesto a matar por ¨¦l", se?ala O'Donnell. En la pel¨ªcula ordena que fusilen a dos guerrilleros que han hecho de las suyas: uno, robando a los campesinos; otro, violando a una mujer joven. En su diario cuenta de manera rotunda la ejecuci¨®n de un traidor. El ej¨¦rcito de Batista hab¨ªa atrapado a un guerrillero y le perdon¨® la vida a cambio de informaci¨®n. Pero los revolucionarios lo descubrieron, y Castro le anunci¨® que ser¨ªa ejecutado. O'Donnell cita en su libro la referencia que hizo del episodio el Che: "La situaci¨®n era inc¨®moda para la gente y para ¨¦l, de modo que acab¨¦ el problema d¨¢ndole en la sien derecha un tiro de pistola 32, con orificio de salida en el temporal derecho. Boque¨® un rato y qued¨® muerto".
As¨ª que el Che vuelve a fascinar, aunque Gil Calvo se?ale que lo hace "m¨¢s como icono posmoderno que como revolucionario". Jon Lee Anderson subraya que ese Che es el Che de Soderbergh, que podr¨ªan hacerse otras miles de pel¨ªculas centr¨¢ndose en episodios diferentes. "Fue un revolucionario al que nunca le interes¨® la democracia", dice De la Nuez. O'Donnell subraya su vocaci¨®n de sacrificio: "Cuando termin¨® medicina iba a dedicarse a la cura de leprosos en Venezuela, pero termin¨® en Guatemala. All¨ª asisti¨® al derrocamiento de Jacobo Arbenz por haber tocado los intereses de los latifundistas, y entendi¨® de manera radical que la violencia era indispensable para imponer cambios profundos".
"Guevara fue el puente que conect¨® el 68 con lo que ocurrir¨ªa despu¨¦s", reflexiona Iv¨¢n de la Nuez. "A partir de la utilizaci¨®n de su figura, la revoluci¨®n se convierte en una cuesti¨®n est¨¦tica y se frivoliza". ?No contribuye Soderbergh a confirmar la leyenda? Anderson tiene claro que, como la de cualquiera, es leg¨ªtima la lectura que Soderbergh y Del Toro han hecho del guerrillero. "Lo que importa es el debate, la discusi¨®n. Escribir su biograf¨ªa me llev¨® un mont¨®n de a?os y s¨®lo inviertes ese tiempo en un personaje si te resulta simp¨¢tico. Sin embargo, ahora mismo, no s¨¦ lo que pienso del Che. No s¨¦ si me gusta o no me gusta".
Ernesto 'Che' Guevara, en el Top 100 Mundial
Guerrilla y capitalismo
Cuenta Iv¨¢n de la Nuez que en su documental Una foto recorre el mundo, el realizador chileno Pedro Chaskel narr¨® la historia de la famosa imagen que Alberto Korda tom¨® del Che Guevara en La Habana con el af¨¢n de restituir al fot¨®grafo cubano su copyright definitivo. Y es que desde que el editor italiano Giangiacomo Feltrinelli la utiliz¨® para hacer el m¨ªtico p¨®ster del guerrillero, el icono tom¨® vida propia y empez¨® a reproducirse por doquier. Est¨¢ en el brazo de Maradona y en el t¨®rax de Mike Tyson, e incluso en un tanga de Giselle Bunchen.
En la exposici¨®n del Palau de la Virreina de Barcelona que relacionaba revoluci¨®n y mercado a partir del c¨¦lebre p¨®ster, hab¨ªa una sala dedicada a la publicidad. All¨ª se mostraba c¨®mo durante una campa?a se manejaban tres conceptos, carisma, ¨¦pica, justicia, y que para ilustrar esos conceptos, la imagen del Che resultaba id¨®nea. Curioso destino del revolucionario que quer¨ªa desencadenar m¨²ltiples revoluciones en todo el mundo para cambiarlo del rev¨¦s: haberse convertido en un excelente reclamo del capitalismo m¨¢s consumista.
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