La violencia ahonda la crisis boliviana
Ocho muertos en enfrentamientos entre autonomistas y seguidores del presidente
El azar o la necesidad hacen de Bolivia una caldera a presi¨®n, en la que supura un grav¨ªsimo enfrentamiento civil -aunque pocos osen hablar de guerra- entre el Gobierno indigenista de La Paz y los rebeldes autonomistas de Santa Cruz y provincias lim¨ªtrofes: Beni, Pando, Tarija y Chuquisaca.
La Paz ha aplazado el refer¨¦ndum constitucional para el 25 de enero
Pr¨¢cticamente todas las oficinas estatales en Santa Cruz han sido saqueadas
En los ¨²ltimos d¨ªas la violencia se ha recrudecido. Pr¨¢cticamente todas las oficinas estatales en Santa Cruz han sido saqueadas y tomadas por los secesionistas. En Pando hubo ayer un enfrentamiento que se sald¨® con cuatro muertos y varios heridos. En Tarija, otro choque caus¨® medio centenar de heridos. Los da?os causados al gasoducto a Brasil han rebajado a la mitad las exportaciones y esto le est¨¢ costando al Estado 5,7 millones de euros diarios. Tambi¨¦n se cerr¨® ayer el gasoducto hacia Argentina.
El ide¨®logo peruano Jos¨¦ Carlos Mari¨¢tegui escrib¨ªa en 1928 que los regionalismos de Am¨¦rica Latina -los grandes derrotados en las guerras civiles del XIX- "eran la vaga expresi¨®n de un malestar". Y hoy, casi un siglo m¨¢s tarde, una convergencia de fen¨®menos, como la globalizaci¨®n que excita en los pueblos el ADN grupal, la victoria electoral en diciembre de 2005 de Evo Morales, l¨ªder ind¨ªgena del altiplano, y la petro-chequera del presidente venezolano, Hugo Ch¨¢vez, que financia florilegios bolivarianos y un socialismo por identificar, parecen haberse conjurado para que ese malestar se haga terminal. Por ¨¦l sabemos que existen dos Bolivias: la de Morales, aymara y quechua, los llamados collas, y la del autonomismo federalizante, donde una minor¨ªa criolla encuadra a otro mundo tambi¨¦n ind¨ªgena, pero amaz¨®nico, el de los cambas.
El violento careo entre la capital y la provincia podr¨ªa asimilarse a una cl¨¢sica pugna centro-periferia; o mejor, a una incompatibilidad antropol¨®gica entre La Paz, dominada por el MAS (Movimiento al Socialismo), y Santa Cruz, donde el ind¨ªgena vota y desfila, pero la gobernaci¨®n no es por ello menos blanca e hispanizante; la cuesti¨®n de fondo tiene que ser, al final, de plata, porque Bolivia se asienta sobre un pantanal de gas. El nuevo Gobierno nacionalizaba, as¨ª, la explotaci¨®n del subsuelo el 1 de mayo de 2006, haciendo que los ingresos por ese concepto pasaran de 450 millones de euros anuales a m¨¢s de 1.800 millones en 2007, mientras propon¨ªa una Constituci¨®n fuertemente aindiada, que no se equivocan los que la ven como revancha de 1492; y las provincias de la llamada Media Luna se proclamaban a su vez por referendo en mayo y junio pasados "regiones aut¨®nomas", con una reivindicaci¨®n madre de todas las reivindicaciones: soberan¨ªa de uso sobre los recursos naturales, que abundan en Tarija y est¨¢n presentes en Santa Cruz y provincias rebeldes.
En esta ¨²ltima provincia reside, sin embargo, la verdadera masa cr¨ªtica de la rebeli¨®n, su estado mayor, portavoces, l¨ªderes dicen que carism¨¢ticos, demagogos como la voz que en la radio exhorta a diario a la separaci¨®n, aunque cueste una guerra. Y entre todos, lo m¨¢s parecido a un cabecilla civil, Branco Marinkovich, de 41 a?os, industrial de oleaginosas menores, hijo de padre croata y madre montenegrina, pero "bautizado cat¨®lico porque mi abuela paterna as¨ª lo quiso". El balc¨¢nico nacido en el Oriente boliviano preside el comit¨¦ c¨ªvico pro-Santa Cruz, que se elige desde los a?os cincuenta entre las fuerzas vivas ciudadanas como caja de resonancia pol¨ªtica, y ¨²nicamente supeditado a una instancia superior, Rub¨¦n Costas, el gobernador, respetado e impulsivo, pero de personalidad menos perge?ada que Marinkovich.
Las espadas est¨¢n hoy m¨¢s que nunca en alto. El presidente amenaza con un refer¨¦ndum que acaba de retrasar al 25 de enero, con el objeto de que la Constituci¨®n entre en vigor. Un texto que especialistas han calificado de "abigarramiento auton¨®mico", porque de tanto descentralizar ind¨ªgenas, municipios, provincias, departamentos y regiones, el cruce?o se malicia que no repunte m¨¢s poder que el central.
Las partes juran que quieren negociar, pero sus declaraciones cavan abismos en derredor. Ha habido ya forcejeos y alg¨²n derramamiento accidental de sangre. El autonomismo bloquea carreteras para desabastecer La Paz, el poder env¨ªa tropas para custodiar puntos neur¨¢lgicos, mientras pace?os y cruce?os se miran malencarados esperando que el primero en pesta?ear sea el otro. Marinkovich avisa de que si no hay acuerdo "para comienzos de 2009, la alternativa ser¨¢ peor". ?Peor quiere decir la guerra? Para eso hacen falta recursos que ni el Ej¨¦rcito posee; surtido, dicen algunos, de apenas dos cartuchos por arma. "No, no habr¨¢ guerra, pero ser¨¢ el caos". Y el l¨ªder cruce?o repite con firme placidez: "Soy boliviano y creo en mi pa¨ªs".
Evo Morales mantiene una calma entrecortada; en sus discursos apenas alza la voz; y en un espa?ol sin convicci¨®n, pese a ser el ¨²nico idioma que habla, exige una soluci¨®n exclusivamente boliviana. Y entretanto, como su alma m¨¢ter de Caracas, fustiga al "imperialismo". La cara de este ¨²ltimo en La Paz es un embajador de carrera, Philip Goldberg, que suena m¨¢s a dem¨®crata que a republicano, estuvo destacado en Bogot¨¢ (1989-1991) con mucha guerrilla en el horizonte, y a fin de siglo, en Kosovo. El diplom¨¢tico visita Santa Cruz para pulsar el ambiente, pero Morales califica sus entrevistas con Costas y Marinkovich de complot. [El Gobierno expuls¨® el mi¨¦rcoles a Goldberg].
Como el Dante "en medio del camino de nuestra vida", Goldberg juzga la situaci¨®n intratable. "S¨®lo Lula", le dice al periodista, "podr¨ªa mediar entre La Paz y Santa Cruz"; porque el brasile?o es el ¨²nico l¨ªder fuera de la familia chavista con autoridad ante Evo y, por a?adidura, su pa¨ªs es el comprador natural del gas boliviano. Pero no parece dispuesto a actuar si no se lo piden. La diplomacia de EE UU, entretanto -como la espa?ola, que perder¨ªa simplemente por tomar partido- hace de don Tancredo, templanza ante la adversidad, si bien cabr¨ªa poca duda de qui¨¦n prefiere que gane. "?Si saliera Obama!", musita alguno de los presentes. ?Ha sido el embajador?
Marinkovich despotrica, pero siempre con serenidad de verbo, del "Estado cocalero" que dirige Morales, hace poco reelegido presidente de la asociaci¨®n de cultivadores de coca, lo que el cruce?o califica de groseramente incompatible con la primera magistratura. "No es verdad que la pugna sea entre indigenismo y criollismo, sino ansia de poder y democracia. Los ¨²nicos indigenistas somos nosotros, que hemos dado el derecho de veto sobre cualquier ley en la asamblea provincial a los representantes de las cinco naciones cambas". ?Y qu¨¦ quiere decir cuando habla de caos? "Medici¨®n de fuerzas", responde. Otros m¨¢s belicosos dicen que hay 140.000 armas de fuego en Santa Cruz, frente a 2.000 polic¨ªas y otros tantos militares, que se dir¨ªa que aspiran a permanecer al margen de la batahola. "Somos apol¨ªticos", ha dicho el jefe de la fuerza p¨²blica en la ciudad.
Un traspi¨¦, un accidente, pueden provocar el deslizamiento hacia ese caos que para Marinkovich es heraldo y compendio de la cat¨¢strofe, y aventar¨ªa furores del famoso choque de civilizaciones. Pero el presidente del comit¨¦ sabe bien qu¨¦ hay que decir: "El mundo tiene que entender que Bolivia no es s¨®lo el altiplano; que nosotros somos otra realidad".
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